El portavoz castrense Jiang Bin afirmó en un comunicado que Tokio "ha roto repetidamente las restricciones de la Constitución pacifista", aludiendo al incremento del presupuesto militar planeado por Japón.
Según Jiang, Japón está "aumentando de forma drástica su gasto en defensa, impulsando la exportación de armas letales y buscando modificar los 'tres principios antinucleares'", lo que a su juicio evidencia que "el militarismo está resurgiendo".
"Exigimos a Japón que cumpla estrictamente las obligaciones que el derecho internacional impone a un país derrotado, que deje de desafiar el orden internacional de posguerra y que no diga una cosa y haga otra", expresó el portavoz.
"Si Japón persiste en su error, incurrirá en la indignación pública y no escapará a la rendición de cuentas ante la historia", agregó Jiang, al tiempo que instó a Tokio a "detener los actos que socavan la paz y la estabilidad en Asia-Pacífico".
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El portavoz instó asimismo a Japón a eliminar "de forma segura, limpia y completa" las armas químicas abandonadas en China tras la Segunda Guerra Mundial.
El vocero recordó que, durante la invasión japonesa, "el militarismo nipón utilizó de forma masiva armas químicas en violación del derecho internacional" y que, tras la derrota, Tokio "abandonó grandes cantidades" de estos artefactos en territorio chino.
Según Jiang, estas armas provocaron "más de 200.000 víctimas" durante la guerra y posteriormente causaron "más de 2.000 intoxicaciones y daños" entre civiles chinos, además de generar "grave impacto" sobre el medio ambiente.
Jiang acusó a Japón de "dilatar" el proceso de destrucción de estas armas, pese a que su eliminación completa constituye "una responsabilidad histórica, política y jurídica".
Las declaraciones del Ministerio de Defensa se producen en plena escalada diplomática entre China y Japón, tras los recientes comentarios de la primera ministra japonesa, Sanae Takaichi, quien afirmó en el Parlamento que un ataque chino contra Taiwán podría constituir una "situación de amenaza a la supervivencia" para Japón y justificar una actuación de las Fuerzas de Autodefensa.
Pekín calificó esas palabras de "extremadamente graves", exigió a la mandataria que se retractara y respondió con protestas diplomáticas, avisos de viaje que han desencadenado cientos de miles de cancelaciones de billetes hacia Japón, nuevas restricciones al marisco nipón y críticas al previsto despliegue de sistemas antimisiles en las islas Nansei.
China reclama la soberanía de Taiwán, a la que considera una provincia rebelde para cuya 'reunificación' no ha descartado el uso de la fuerza.
