El primer ministro, Sébastien Lecornu, ya dio los primeros pasos para afrontar una prórroga parcial de los de 2025, lo que le permitirá ganar tiempo para intentar aprobarlos en los primeros meses del año próximo.
Un fracaso para el jefe del Gobierno que sí consiguió un acuerdo para las cuentas de la Seguridad Social, pero que venía advirtiendo de que sería más complicado para los presupuestos generales.
El último obstáculo era la comisión mixta paritaria compuesta por siete senadores y siete diputados para acordar un texto entre la Cámara Alta, dominada por el centro-derecha, y la Baja, más fraccionada y donde la izquierda imponía sus posturas.
En apenas 35 minutos, los catorce parlamentarios dieron carpetazo a la reunión, lo que deja sin tiempo real al primer ministro para tener un presupuesto antes de que termine el año.
Todos los beneficios, en un solo lugar Descubrí donde te conviene comprar hoy
Lecornu convocó a los principales líderes parlamentarios a una reunión el próximo lunes para relanzar la negociación, puesto que, según los cálculos del Banco de Francia, cada día sin nuevas cuentas supondrá una agravación de la situación financiera del país.
Ya el año pasado el entonces primer ministro, François Bayrou, tuvo que prorrogar parcialmente las cuentas de 2024, antes de aprobar los de 2025 en febrero.
La ministra de Hacienda, Amélie de Montchalin, aseguró que aquel retraso costó unos 12.000 millones de euros a las arcas públicas.
Lecornu se mostró severo con la "ausencia de voluntad" de algunos grupos políticos para llegar a un acuerdo y lamentó que "los ciudadanos sufrirán las consecuencias".
Su supervivencia se jugará en las próximas semanas, puesto que sin presupuesto será difícil que siga en el cargo y parece el último cartucho en la recámara del presidente, Emmanuel Macron, ante la compleja situación política actual.
Si cae Lecornu, el presidente se vería obligado a un nuevo adelanto electoral, tras el que decidió en julio de 2024, solo que esta vez sería apenas un año antes del final de su mandato.
Los diferentes grupos políticos se lanzaron acusaciones cruzadas sobre el fracaso de las negociaciones.
Desde el Senado, la derecha acusó al Gobierno y a la izquierda de sabotear las conversaciones y de no tener una verdadera voluntad de acuerdo.
El líder del partido conservador, Bruno Retailleau, aseguró que el proyecto que propone el Gobierno "estrellaría al país contra el muro de la deuda" y pidió al primer ministro, procedente de la coalición macronista, de adoptar las cuentas sin voto parlamentario.
Una opción que tiene el primer ministro, pero que le confrontaría a una moción de censura, altar en el que cayeron sus dos inmediatos antecesores, el conservador Michel Barnier y el centrista François Bayrou.
Los socialistas, que posibilitaron aprobar las cuentas de la Seguridad Social tras haber recibido importantes concesiones, como la supresión de la reforma de las pensiones de 2023 que retrasaba dos años la edad mínima de jubilación, consideró que la intransigencia de la derecha imposibilitó un acuerdo.
"Desde el primer momento cerraron la puerta a todo acuerdo", aseguró su líder, Oliver Faure.
La ecuación de Lecornu parece difícil, puesto que tendrá que compaginar las exigencias de la izquierda, que quiere incrementar los impuestos y el gasto social, con las de una derecha inclinada hacia la austeridad y reacia a nuevas tasas.
Además, la coalición 'macronista' sufre las primeras grietas entre facciones más favorables a un acuerdo con la izquierda y otros más proclives a pactar con la derecha.
De telón de fondo tiene a los dos grupos mayoritarios de la Asamblea Nacional, la extrema derecha de Marine Le Pen y la izquierdista La Francia Insumisa de Jean-Luc Mélenchon, que rechazan todo acuerdo y piden un retorno a las urnas.
Las nuevas negociaciones en los primeros meses de 2026 se celebrarán en medio de la campaña de las municipales de marzo, lo que reducirá el margen de maniobra de los partidos.
