"Esperamos que la guerra haya terminado. El conflicto sigue ahí, todos los problemas siguen ahí, pero creo que es hora de mirar hacia adelante y no centrarnos solo en las consecuencias negativas de la guerra", aseguró Pizzaballa desde la sede del Patriarcado, localizada en la Ciudad Vieja de Jerusalén Este.
El cardenal estuvo hasta ayer en la ciudad de Gaza, donde ofició una misa en la única parroquia católica en el enclave palestino: la Iglesia de la Sagrada Familia.
En este complejo se refugian aún unos 400 palestinos cristianos, quienes desobedecieron la orden de evacuación del Ejército israelí durante su ofensiva contra la capital. Repartidos entre la iglesia greco-ortodoxa de San Porfirio y otros puntos del enclave, en total esta comunidad no llega a los 600 fieles.
De la capital, lo que más le sorprendió -dijo- fue la presencia de numerosos niños en las calles, sin colegio, y también las "montañas" de basura en todas partes.
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El prelado denunció, además, que la "pobreza extrema" persiste así como la escasez de antibióticos y otros equipos médicos. Y aseguró que "la Iglesia debe seguir siendo la Iglesia" y ayudar en lo que pueda a mejorar esa situación y facilitar la estabilidad en Gaza.
"Hace unos seis meses (...) el ambiente era completamente diferente. La gente sigue viviendo en tiendas de campaña, en condiciones miserables, la mayoría de las escuelas están cerradas. Pero también hay diferencias: la comida está ahí. Están entrando cosas. No todo, pero es una situación totalmente diferente", detalló el religioso en comparación a su anterior visita.
Este viernes, el secretario general de la ONU, António Guterres, afirmó que más del 75 % de la población en Gaza continúa en riesgo de sufrir inseguridad alimentaria extrema, pero que la hambruna ha sido "retrasada" gracias al aumento de la ayuda humanitaria tras el alto el fuego.
Sobre la situación en el territorio palestino ocupado de Cisjordania -tras una cosecha de la aceituna marcada por una violencia colona contra las poblaciones palestinas sin precedentes-, el cardenal aseguró que "sigue siendo muy dolorosa", pero de nuevo hizo un alegato por la esperanza.
"En todas partes, si se mira desde la perspectiva humana, sería complicado hablar de esperanza. Pero celebramos el significado de la esperanza de cara al futuro", dijo.
"Jesús, al entrar en la historia, no esperó a que la historia fuera perfecta y la situación humana favorable. Entró en la historia tal como era. Una lección para nosotros: debemos trabajar con esta realidad tal como es", dijo el religioso.
Pizzaballa, de la orden franciscana, es la máxima autoridad católica en Tierra Santa. Su título de Patriarca Latino de Jerusalén, desde 2020, le convierte en el representante del papa en la zona y quien supervisa las iglesias de rito latino en Israel, Palestina, Jordania y Chipre.
