Trump alegó ante un tribunal de Florida que la BBC le causó daños al editar de manera engañosa, en un documental de la serie 'Panorama' emitido antes de las elecciones de 2024, un discurso del mandatario del 6 de enero de 2021 en el que él aparecía incitando a una insurrección violenta en el Capitolio.
La emisora se disculpó en un primer momento pero dijo que se defendería de las acusaciones, al concluir que carecen de base legal, argumentando que el programa de 'Panorama' no se emitió en EE.UU. ni impidió al republicano ganar un segundo mandato.
Aunque el conflicto con Trump se perfila como una de las crisis más graves para la BBC, no ha sido la única este año: se cuestionó también su cobertura de la guerra en Gaza, la difusión de un concierto con eslóganes antiisraelíes y un enfoque poco preciso en temas de identidad de género.
Mientras sus detractores, en general de sectores conservadores, piden eliminar su financiación pública por considerarla competencia desleal, algunos periodistas del ente denuncian lo que perciben como una campaña de desprestigio para socavar su futuro.
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Fue el periódico 'The Daily Telegraph', de referencia en el Partido Conservador, el que el 3 de noviembre publicó un informe filtrado de un antiguo asesor de la BBC, Michael Prescott, que criticaba la tergiversación del discurso de Trump.
La presión sobre la radiotelevisión pública fue en aumento hasta que el 9 de noviembre dimitieron el director general, Tim Davie, y la jefa de informativos, Deborah Turness.
Al día siguiente, el presidente del Consejo de Administración -organismo de supervisión independiente-, Samir Shah, admitió un "error de criterio" justo antes de que expirara un ultimátum dado por Trump, pero Shah adelantó que no tenían intención de ofrecer una indemnización por compensaciones.
En medio de la controversia, dimitió uno de los miembros del Consejo, Shumeet Banerji, lo que evidenció fisuras en la gobernanza de la cadena.
La dirigente 'tory', Kemi Badenoch, pidió "un cambio en la cultura interna" de la BBC, mientras que el populista Nigel Farage, líder de Reform UK, planteó abolir la tasa que pagan los hogares con televisor para financiar la cadena, y sustituirla por un modelo de suscripción voluntaria.
Antes de este escándalo, la corporación ya había sido cuestionada por la emisión en febrero del documental 'Gaza: Cómo sobrevivir en una zona en conflicto' sin revelar que el niño narrador era hijo de un afiliado a Hamás.
Tras una investigación, la cadena lo retiró de su plataforma a la carta iPlayer, como hizo también cuando en junio se le reprochó que no detuviera la transmisión en directo de un concierto del dúo Bob Vylan, en el que el músico cantó "muerte a las Fuerzas de Defensa Israelíes".
A raíz de la filtración al 'Telegraph' del informe de Prescott, se ha sabido que éste era amigo de Robbie Gibb, uno de los miembros del Consejo de la BBC y exjefe de prensa del Partido Conservador, vinculado al diario 'Crónica Judía'. Según varias fuentes, él habría encabezado la presión contra la dirección de la emisora.
El Gobierno laborista salió en defensa de la BBC como servicio público, pero avisó de que debe reformarse, lo que se hará durante la revisión ya iniciada de sus estatutos o Carta Real, que caducan en 2027 y de la que dependerá su futura estructura e ingresos. En esta nueva estructura se ha llegado a plantear la inclusión de publicidad comercial, algo impensable hasta ahora en la BBC.
Con más de un siglo de historia, la British Broadcasting Corporation está en una encrucijada: no solo se enfrenta a la expansión de plataformas como Netflix y a la pérdida de relevancia de la televisión frente a las redes sociales, sino también a un litigio con el líder de la primera potencia mundial.
