La isla atraviesa una crisis energética, agravada desde mediados del año pasado, debido a constantes averías en las centrales térmicas -con décadas acumuladas de explotación- y la falta de divisas para importar el combustible para producir electricidad.
Varias regiones del país padecen apagones diarios que superan las 20 horas, lo que conlleva una paralización de la vida económica y social del país. La crisis también ha causado cinco apagones nacionales en apenas doce meses.
La UNE, perteneciente al Ministerio de Energía y Minas, prevé para el horario “pico” de la jornada en la tarde-noche una capacidad de generación de 1.469 megavatios (MW) y una demanda máxima de 3.400 MW.
El déficit -la diferencia entre oferta y demanda- será de 1.931 MW y la afectación estimada -lo que se desconectará realmente para evitar apagones desordenados- alcanzará los 1.961 MW, según la UNE.
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Actualmente, siete de las 16 unidades de producción termoeléctrica operativas están fuera de servicio por averías o mantenimientos. Estas fuentes de energía deberían aportar un 40 % del mix energético.
Asimismo, 94 centrales de generación distribuida (motores) y la central de fuel de Moa (este) no están operando por falta de combustible (diésel y fueloil), mientras que una decena de motores están parados por falta de lubricante. Esta fuente debería suponer un 40 % del mix energético.
Expertos independientes señalan que esta crisis energética responde a una infrafinanciación crónica del sector, completamente en manos del Estado desde el triunfo de la revolución en 1959.
Por su parte, el Gobierno cubano señala al impacto de las sanciones estadounidenses a esta industria y acusa a Washington de “asfixia energética”.
Los prolongados apagones diarios lastran la economía, que se ha contraído un 11 % en los pasados cinco años y este ejercicio cerrará también en negativo. También han sido el detonante de las principales protestas de los últimos cinco años.
