Niklus, ornitólogo de formación, cumplió dos condenas en prisiones soviéticas por sus actividades políticas, entre ellas la autoría del Manifiesto Báltico de 1979, firmado por 45 activistas estonios, letones y lituanos e inspirado en la Carta 77 que tres años antes había reclamado reformas a las autoridades de la Checoslovaquia comunista.
El escrito fue redactado en el hogar de Niklus en Tartu y firmado el 23 de agosto de 1979, en el cuadragésimo aniversario del pacto Molotov-Ribbentrop entre la URSS y la Alemania nazi, por el que los países bálticos quedaron bajo la influencia soviética.
Fue puesto en libertad tras ocho años en un campo de trabajos forzados en 1988 y recibido en Estonia por multitudes de manifestantes que reclamaban una mayor libertad, inspirados por las reformas del líder soviético Mijaíl Gorbachov.
Durante su cautiverio, Niklus, amigo personal del premio Nobel Andréi Sajárov, recibió el apoyo de organizaciones internacionales de derechos humanos, congresistas estadounidenses y parlamentarios europeos y logró sacar de contrabando informaciones sobre las condiciones en los campos de trabajo soviéticos.
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Después de que Estonia recuperara su independencia, el activista fue elegido diputado al parlamento estonio o Riigikogu en las primeras elecciones de 1992, una ocupación que ejerció hasta 1995.
"Fue una gran figura en la resistencia estonia al Gobierno soviético, alguien que nunca aceptó inclinarse o comprometer sus principios", dijo a EFE Juri Estam, un comentarista político amigo de Niklus.
"A Niklus se le ha reconocido, pero no tanto como hubiera merecido, porque él destacó por su postura íntegra, mientras que en Estonia a día de hoy todavía hay gente en la élite política y social que se plegó y se dejó arrastrar por la corriente durante la época soviética", agregó.
