El elevado déficit refleja la grave crisis energética que sufre la isla desde mediados de 2024 debido a las frecuentes averías en sus obsoletas centrales termoeléctricas y la falta de divisas para importar el petróleo necesario con el fin de alimentar su infraestructura de producción energética.
La UNE, perteneciente al Ministerio de Energía y Minas, estima para el horario “pico” de la jornada, en la tarde-noche, una capacidad de generación de 1.510 megavatios (MW) y una demanda máxima de 3.280 MW.
El déficit -la diferencia entre oferta y demanda- será de 1.770 MW y la afectación -lo que se desconectará realmente para evitar apagones desordenados- alcanzará los 1.800 MW.
Actualmente, cinco de las 16 unidades de producción termoeléctrica operativas están fuera de servicio por averías o mantenimientos. Esta fuente de energía supone en torno al 40 % del mix energético en Cuba.
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Asimismo, 89 centrales de generación distribuida (motores) no están operando por falta de combustible (diésel y fueloil) y cerca de diez están paradas por falta de lubricante. Esta fuente de energía supone también un 40 % del mix energético.
Expertos independientes señalan que la crisis energética en Cuba responde a una infrafinanciación crónica de este sector, completamente en manos del Estado desde el triunfo de la revolución en 1959. Varios estudios independientes estiman que serían precisos entre 8.000 y 10.000 millones de dólares para reflotar el sistema.
Por su parte, el Gobierno cubano señala al impacto de las sanciones estadounidenses a esta industria y acusa a Washington de “asfixia energética”.
