Desde el pasado 29 de noviembre, el SGC cambió de amarillo a naranja el estado de alerta del volcán debido a un "incremento notorio" en su actividad.
"Mientras se mantiene el estado de alerta naranja, es posible que se presenten fluctuaciones temporales en los niveles de actividad; es decir, que en algunos momentos puede disminuir con respecto a días o semanas anteriores", explicó el organismo en un comunicado.
Sin embargo, esto no implica necesariamente que el volcán haya retornado a un nivel de actividad estable. "Para regresar al estado de alerta amarilla (mayor estabilidad), se requiere un tiempo prudencial en el que se evalúen todos los parámetros monitoreados y se determinen tendencias que así lo indiquen", añadió la institución.
En ese sentido, se informó que persisten los sismos asociados al movimiento de fluidos dentro del edificio volcánico. Esta sismicidad se localizó bajo el cráter del Puracé, a menos de un kilómetro de profundidad, y se relaciona con la dinámica interna de los gases y su liberación hacia la atmósfera.
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De estas señales sísmicas, dos estuvieron vinculadas a emisiones de ceniza, por lo cual se emitieron alertas dirigidas a la Aeronáutica Civil.
Las columnas alcanzaron alturas de entre 300 y 400 metros sobre la cima. Además, se mantuvo el registro de sismos de baja magnitud asociados a procesos de fracturamiento de roca, ubicados principalmente bajo los volcanes Puracé y Piocollo, con profundidades de entre uno y tres kilómetros.
Asimismo, se continúan detectando valores importantes de emisión de dióxido de azufre hacia la atmósfera y niveles de temperatura similares a los de días anteriores en la zona del cráter, posiblemente asociados a la salida de gases calientes desde el interior del volcán.
El Puracé está ubicado a 27 kilómetros de Popayán, la capital del Cauca, y es uno de los 15 conos que conforman la cadena volcánica de los Coconucos. Su última erupción de magnitud considerable ocurrió en marzo de 1977; no obstante, desde 2021 viene presentando cambios paulatinos en su actividad.
Este monitoreo constante evoca la mayor tragedia natural de Colombia, ocurrida el 13 de noviembre de 1985. Esa noche, la erupción del volcán Nevado del Ruiz provocó una avalancha que borró del mapa a Armero, un próspero pueblo del centro del país, causando la muerte de más de 23.000 de sus 25.000 habitantes.
