¿Cuál era la misión de esta asociación, creada en 1950, en la llamada Conferencia Mundial sobre la Vida Silvestre? Una muy concreta: evitar la prohibición del comercio internacional del palo brasil, la madera más preciada para la fabricación de arcos de instrumentos de cuerda.
La inclusión de la 'Paulabrasilia echinata' en el Apéndice I de la Convención, como proponía Brasil, habría supuesto la prohibición total del comercio mundial. Ya estaba en el Apéndice II, que permitía el comercio bajo una estricta regulación de la que quedaba excluida "la reexportación de instrumentos musicales acabados, sus accesorios y sus partes".
Brasil presentó en Samarkanda la propuesta de una prohibición total: "Más de cinco siglos de explotación intensa del árbol para la obtención de tintes y posteriormente para la industria musical (...) han llevado a la fragmentación de las poblaciones naturales, su reducción drástica y la eliminación completa de la especie en varias regiones", señalaba la propuesta.
El 94,2 % de los arcos de violín, viola, violonchelo y contrabajo producidos en Brasil son exportados. Más del 90 % de la madera de palo brasil recolectada se desecha, por ser inadecuada para la fabricación de arcos que exigen estrictas normas de calidad.
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Pero la UE y otros países indicaron que tan legítima era la preocupación de Brasil por esta especie, en peligro de extinción desde 1998, como la necesidad de que los instrumentos y sus partes pudieran ser trasladados sin restricciones.
Por ello, se creó un grupo de trabajo "para estudiar medidas de protección más estrictas para el palo brasil sin efectos secundarios indeseados", según indicó el Instituto Internacional para el Desarrollo Sostenible (IISD).
La Sociedad Internacional de Fabricantes de Violines explicó a las partes su trabajo de colaboración con Brasil en materia de conservación y añadió que situar el palo brasil en el Apéndice I tendría efectos "potencialmente devastadores" para la fabricación de arcos.
Se encontró una solución que fue aprobada por la Convención: mantener la 'Paubrasilia echinata' en el Apéndice II, con una revisión que impone una cuota cero de comercialización para los especímenes recolectados en estado silvestre, al tiempo que permite el transporte no comercial de instrumentos musicales acabados y de sus accesorios. Los lutiers respiraron tranquilos.
Las investigaciones del Instituto Brasileño del Medio Ambiente y de los Recursos Naturales Renovables (IBAMA) indican que las poblaciones de palo brasil han disminuido un 84 % en las últimas tres generaciones.
Uno de los arqueteros (fabricantes de arcos) que recibió la visita de los enviados de CITES en su taller de Madrid fue Francisco González.
"Fue una visita, no una inspección", incide el artesano. "Quizás se imaginaban que iban a encontrar máquinas y trabajadores haciendo arcos, pero se encontraron con un señor de 68 años tallando un pedacito de madera", cuenta a EFE este miembro de la Sociedad Internacional de Fabricantes.
"No somos los arqueteros los que estamos acabando con la madera, eso es un engaño", asegura. "Los arqueteros artesanos, quizá solo mil en todo el mundo, gastamos muy poca madera. Juntando toda la que he comprado mi vida, no llega a un metro cúbico", dice.
El palo brasil es "una madera fuerte, dura, pesada y flexible", describe. "Hay otras que se parecen y se pueden usar, pero no dan tan buen resultado".
Francisco González subraya que los arqueteros fueron "los únicos que tomaron conciencia" del problema del palo brasil hace años y han colaborado con el país para protegerlo.
"Se han plantado miles de árboles, sembrados con subvenciones de los artesanos", dice.
El problema, cree, es el comercio ilegal, así como la producción masiva de arcos en China.
"Es lo que deben controlar. Afortunadamente el tema se ha resuelto favorablemente para nosotros en CITES, pero era muy alucinante que nos amenazaran a todos, cuando en la Feria de Cremona, la más importante de instrumentos, hay fabricantes chinos que ponen miles de arcos a precios ridículos y nadie les dice nada", lamenta.
González indica que hacer un arco de palo brasil "es un trabajo muy lento".
"A mí la madera me llegó hace 35 años, comprada a un importador de Valencia, todo legal con mis facturas", dice. Desde entonces, trabaja en el sueño imposible de hacer un arco perfecto.
"Si veo un arco de 30.000 € seguro que le encuentro algún defecto", reconoce González, que no desvela sus tarifas pero dice que en Francia se venden arcos hasta por 9.000 euros.
