Desafiante flotilla de exiliados cubanos iluminó el cielo frente a La Habana

Con las luces de La Habana parpadeando a lo lejos, un petardo se eleva por los aires y explota en colores, iluminando el cielo nocturno sobre el mar: la desafiante flotilla con exiliados cubanos comienza su ceremonia a 22 km de la capital cubana.

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A BORDO DE LA FLOTILLA DEL EXILIO CUBANO. “Que lancen la primera luz de libertad frente a Cuba”, había decretado segundos antes Ramón Saúl Sánchez, presidente del grupo anticastrista de Miami Movimiento Democracia, veterano de este tipo de expediciones para protestar contra el gobierno castrista.

Sánchez comanda el “Democracia”, un modesto barco de pesca reconvertido en el “símbolo” de la flotilla, compuesta en esta ocasión de tres embarcaciones que zarparon de Cayo Hueso, Florida (sureste de EE.UU.), la tarde del sábado para navegar siete horas hasta el borde de las aguas territoriales cubanas frente a La Habana.

Los exiliados conmemoran el hundimiento veinte años atrás de un remolcador que transportaba a 68 personas que huían de la isla, pero que fue interceptado por otras barcos que lo atacaron con violentos chorros de agua a presión, y terminó en el fondo del mar, muriendo 37 personas, entre ellas diez niños.

“Este es el cementerio de ellos”, dice a la AFP Jorge García, pensativo, con la vista puesta en el mar. “37 tumbas de coral”, agrega.

El exiliado cubano, de 69 años, que perdió a 14 familiares en el hundimiento del “13 de marzo” es una de las 25 personas que viajan con la flotilla, entre ellas expresos políticos y activistas anticastristas, la mayor parte entre 60 y 70 años de edad.

En aguas internacionales, a 12 millas náuticas de La Habana, el casi centenar de potentes fuegos artificiales, que en medio del mar tienen un efecto deslumbrante, son lanzados desde una embarcación, uno cada dos o tres minutos, por lo que todo el proceso dura poco más de una hora.

La tempestad casi arruina la fiesta. Lluvias y vientos mecieron a la flotilla en sus últimas tres horas de travesía antes de llegar a su destino, y justo cuando parecía que el clima jugaría una mala pasada, el cielo se despejó, una luna llena gigantesca apareció en el horizonte, posibilitando el espectáculo de los fuegos artificiales.

“Hermano, este sí que tronó fuerte”, dice una de las personas a bordo. “¡Abajo Fidel!”, grita otra.

La idea es que las “luces de la libertad”, como los llaman los anticastristas, sean vistas en La Habana, desde donde se han observado en anteriores ocasiones.

Toda la ceremonia ocurre bajo la estricta vigilancia de un patrullero de la guardia costera estadounidense, que se comunica con el “Democracia” para recordarle que tiene prohibido ingresar a aguas territoriales cubanas.

En otras oportunidades, la flotilla cruzó la línea. Esta vez los organizadores reiteran que vienen en paz. Así que retroceden cuando escuchan la advertencia por radio de la guardia costera: “Están acercándose a aguas territoriales cubanas”.

Tener a La Habana tan cerca pone pensativos a los exiliados cubanos. Afirman que les produce una emoción “indescriptible”.

“Estamos acercándonos a nuestra patria. Hace 37 años que no la veo”, dice con un suspiro Alberto Pérez, vicepresidente de Movimiento Democracia, la organización de Miami, donde vive la mayor parte de la diáspora cubana.

Cuando terminan los fuegos artificiales, cerca de las 03:00 GMT del domingo, los activistas a bordo entonan el himno cubano y emprenden el regreso a Cayo Hueso. Algunos abrazan a Jorge García, quien tiene los ojos llorosos.

De camino a Cuba, la flotilla se había detenido para lanzar al mar azucenas y unas cruces blancas con las fotografías de los fallecidos hace veinte años. Pero el mal tiempo obligó a reducir la ceremonia.

“Hay hombres y mujeres valientes en el exilio capaces de desafiar al mar para llevar las luces de la libertad a Cuba”, dice Guido Sigler, un expreso político del grupo de los 75, que pasó siete años en la cárcel.

Luego de batallar por casi ochos horas con el bravo mar, la flotilla regresa a Cayo Hueso ya de día, con sus tripulantes exhaustos, pero con satisfacción en sus rostros.

“Podemos decir misión cumplida. Nos sentimos contentos y orgullosos de ser parte de este grupo y de haber podido llevar este mensaje” hasta el punto más cercano a Cuba, dice Sánchez, considerado por La Habana como un “terrorista” y sus flotillas como “provocaciones”.

“Algún día entraremos pacíficamente para promover la libertad”, agrega.

En La Habana, un centenar de opositoras Damas de Blanco fueron detenidas este domingo en una marcha callejera tras asistir a misa.

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