Indígenas temen por sus tierras tras elección de Bolsonaro

RÍO DE JANEIRO. Los pueblos indígenas brasileños combatieron durante décadas para defender sus culturas y sus tierras ancestrales, pero ahora temen que la llegada del ultraderechista Jair Bolsonaro al poder amenace esos derechos arduamente conquistados.

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El excapitán del Ejército, diputado durante 27 años, se hizo conocer por su retórica exaltada, nutrida de comentarios machistas, racistas y homófobos. Pero cuando se trata de cuestiones indígenas, las amenazas son concretas.

“Hoy, mucha gente tiene miedo”, dijo a la AFP Luiz Eloy Terena, consejero legal de la Articulación de los Pueblos Indígenas de Brasil (APIB), una asociación nacional. “Estamos preocupados porque Bolsonaro ya afirmó que va a reducir las tierras indígenas”, añadió.

En Brasil viven hoy más de 800.000 indígenas de 305 etnias, que hablan 274 lenguas diferentes, repartidos por este país de tamaño continental de más de 208 millones de habitantes, según datos oficiales.

En lucha constante por preservar un modo de vida bajo amenaza desde la llegada de los colonos europeos hace más de 500 años, los mayores peligros para estas comunidades proceden ahora de los poderosos sectores del agronegocio, la tala y la minería. Y Bolsonaro es un viejo amigo de estos lucrativos lobbies, a los que la semana pasada volvió a agradar durante una entrevista en televisión asegurando que, si depende de él, “no habrá más demarcaciones de tierras indígenas”.

Razones más que suficientes para justificar los temores de estas comunidades.

“Creo que tienen muchos motivos para estar preocupados. Si se atiende a su pasado, él siempre se opuso a la demarcación y al reconocimiento de los territorios indígenas”, valoró Fiona Watson, directora de la ONG Survival International. La Constitución brasileña protege los derechos de los pueblos originarios sobre sus tierras, pero Bolsonaro ya insinuó que no tiene intención de atenerse a pies juntillas a ese texto.

En un video filmado en pleno Congreso en 2016, el por entonces diputado aseguró sonriente que en 2019 iba a “desmarcar” la Reserva indígena de Raposa Serra do Sol y “dar fusiles para todos los hacendados” de este territorio situado en el norteño estado de Roraima.

“Hay gente que puede pensar que son solo amenazas, pero estoy segura de que hay una intención ahí”, dijo Watson en una entrevista telefónica desde Londres. Bolsonaro “es muy anti-pueblos indígenas, quiere integrarlos”, agregó. La política de “integración” -implementada en tiempos de la dictadura militar (1964-1985), de la que Bolsonaro se declara admirador, consistió en sacar a los autóctonos de sus tierras ancestrales para mezclarlos con la sociedad moderna. “Es como forzar a los indígenas a que dejen de serlo”, afirmó Watson. “A través de la integración les estás quitando sus tierras, llevándoles hacia los pueblos o ciudades” , alertó.

En la víspera de la elección de Bolsonaro, el Consejo Indígena de Roraima pidió a los electores que no dejaran “que el discurso del odio, la intolerancia, la injusticia y la ganancia sea mayor que la propia vida colectiva”. Pero no sirvió de mucho. El exmilitar, de 63 años, venció las elecciones y pocos días después ya repetía en televisión que las reservas indígenas estaban “sobredimensionadas”.

“El indígena no puede seguir recluido en un área demarcada, como si fuera un animal en un zoológico”, aseguró Bolsonaro en una entrevista. Esas personas, prosiguió, son “seres humanos igual que nosotros, que quieren evolucionar, tener electricidad, médico, dentista, internet, jugar al fútbol” .

Apoyado de forma decisiva por la llamada bancada BBB (Buey, Bala y Biblia) en el Congreso, las políticas esbozadas por el presidente electo sobre las tierras indígenas apuntan hacia un mismo sentido. Esta semana, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) criticó a Brasil por no haber financiado adecuadamente a la Fundación Nacional del Indio (Funai), dejándola indefensa ante los poderosos grupos del agronegocio, cuyos intereses pasan por esos territorios. “Uno de los métodos que usan es invertir en debilitar a la Funai. Con una Funai débil, la comunidad indígena queda expuesta”, resaltó Terena.

Al cierre de su visita de una semana a Brasil, el comisionado de la CIDH Francisco Eguiguren aseguró que el organismo “no está en contra de los proyectos que usan recursos naturales”, aunque destacó que “deben tener en cuenta a las personas que viven allí”.

Pero, a pesar de que todo vuelva a estar en su contra, Watson insiste en que aún hay esperanza para los descendientes de los habitantes originarios de las tierras que hoy se llaman Brasil. “Lo único alentador en medio de todas estas malísimas noticias derivadas de la elección de Bolsonaro es que los pueblos indígenas están ahora muy organizados”, valoró. “Ellos van a luchar, de eso no hay dudas”.

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