Nienstedt estaba formalmente acusado de tolerar o proteger aun cura pedófilo condenado posteriormente por “molestias” contra varios niños.
Junto con el arzobispo ha entregado su renuncia también al obispo auxiliar Lee Anthony Piche. Las renuncias fueron aceptadas de inmediato por el Papa Francisco. Los dos prelados se han cobijado bajo la norma del Código de Derecho Canónico que establece la renuncia de los obispos antes de la jubilación por enfermedad o “por otros serios motivos” que los hacen inadecuados para el cargo que ocupan.
El Papa Francisco nombró a un administrador apostólico temporal, el reverendo Bernard A. Hebda, asistente arzobispo de Newark, en Nueva Jersey, para gestionar la arquidiócesis. En pocas palabras, una especie de “comisariato”.
La renuncia de Nienstedt y Piché son las primeras desde que el Papa Francisco estableció un “tribunal” para los llamados obispos “desacreditados”. Al mismo tiempo, el Vaticano ordenó el juicio del ex nuncio apostólico en la República Dominicana, Jozef Wesolowski, ya bajo arresto domiciliario por pedofilia desde junio del año pasado. La primera audiencia se ha fijado al 11 de julio y es el más alto representante del Vaticano que afrontará un juicio por delitos sexuales.
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En una declaración oficial, Nienstedt dijo que renunció para dar la diócesis un nuevo comienzo, pero también señaló que abandona el cargo con “la conciencia tranquila”. “Yo y mi equipo -se defendió- hemos puesto en marcha procedimientos para garantizar la misma protección de los niños y adultos vulnerables”.
Piche también ha argumentado que “la gente de la Arquidiócesis de St. Paul y Minneapolis, necesita la esperanza de sanar algunas heridas y yo era un obstáculo”.
“Por eso tuve que renunciar”, agregó en su declaración pública.
El arzobispo Niebstedt se vio obligado a abandonar el cargo después de soportar un persistente ataque por negarse arenunciar hace un año, después de fuertes críticas de Jennifer Haselberher, ex vicerrectora de asuntos canónicos de la Diócesis de Minneapolis, que había acusado a la Iglesia de haber utilizado un sistema de almacenamiento de información que permitió cubrir los sacerdotes culpables que permanecieron en el cargo.
No está claro si una vez que el tribunal esté activo a todoslos efectos, se ocupará de los casos de Nienstedt y di Piche, ya que oficialmente han abandonado sus cargos.
