A miles de kilómetros de Paraguay, desde el lejano Golfo Pérsico, me llega la noticia de que los pobladores de la ciudad de Itacurubí de la Cordillera, su ciudad natal, se encuentran en pie de guerra en defensa de la naturaleza. Imagínese mi preocupación y aflicción cuando mis padres, residentes del barrio San José, vecinos de la zona del bosquecillo Yabuticaba, el Ykua Chorro, el Ykua Santa y el Ykua Ita; ambos mayores de 70 años, están dispuestos a proteger con su vida estos tesoros naturales de la ciudad, su hogar.
La indignación y la impotencia de todo un pueblo y de su patria están a su merced. Como representante de la gente, como cabeza de una institución pública de gran porte, el Ministerio que dirige, y por sobre todo como ser humano, aceptando la responsabilidad del impacto ambiental que una obra como ésta podría representar, espero con gran confianza que tome las medidas necesarias para evitar la destrucción innecesaria de estos recursos naturales.
Este es un mundo que se encuentra luchando contra reloj. Si hoy no defendemos la naturaleza, mañana será muy tarde. Cada gota de agua y cada árbol importan. Me encuentro en el desierto, donde el país más rico del mundo tiene que hacer maravillas para obtener un suelo medianamente fértil como el de Itacurubí de la Cordillera. Por favor, escuche el clamor de la ciudadanía itacurubiense, apoye la modificación del proyecto de ampliación de la Ruta PY02, sea la diferencia y proteja toda la zona del Ykua Ita, sus nacientes naturales, sus cerros y sus bosques.
Karina Colmán Staggs
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