Otra daga a la libertad

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En el argot coloquial existe una frase que dice que “valoramos las cosas, solo después de perderlas”, existen novelas, canciones, poesías, etc., que aluden a esta frase y tratan de hacernos comprender cuán importante es detenernos a mirar a nuestro alrededor y tratar de apreciar las cosas que nos rodean.

Hoy toca reflexionar sobre uno de los valores supremos del ser humano y lamentablemente gracias a cada vez más hábiles maniobras legislativas se encuentra en vía a su extinción.

Y gracias a la retórica interesada, y la demagogia de quienes pretenden sepultarla, sumada a la ignorancia o ingenuidad de las personas, antes que defenderla, existe un desprecio inconsciente hacia ella.

Es así como asistimos al alumbramiento de una nueva y nefasta ley que como siempre, repleta de buenas intenciones, que sin embargo guarda una filosa daga para dar otra herida cuasi mortal a la libertad, hablamos de la Ley 6572 que crea el Registro Nacional de Agresores Sexuales de Niños, Niñas y Adolescentes y el Banco Genético, que estuvo agazapado y de manera subrepticia, esperando el momento oportuno para que sea estudiada y rápidamente aprobada.

Así aprovecharon el mediático caso de la niña Juliette y la aparente trama de abuso que habría detrás para imponer sin oponer resistencia alguna por parte de la ciudadanía ni de grupos defensores de la libertad.

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Demás está decir que los casos de las agresiones sexuales, ya están previstas en nuestros códigos legales, y de hacer falta se tendrían que endurecer las penas a fin de disuadir a los potenciales agresores, es decir, existen otros modos de luchar contra este flagelo sin constreñir ni amenazar a individuos inocentes.

Cuando se entrega la libertad en nombre de la seguridad, al final se pierden ambas.

Federico Rolandi