Cuando el dinero, que es un elemento dinamizador de la economía escasea o desaparece por un periodo relativamente largo, se produce el efecto dominó de una economía.
Están dadas las condiciones para que ello suceda, el Gobierno tiene cada vez más compromisos y no puede cumplir porque no alcanza a recaudar lo suficiente para ese efecto. Además no se están ejecutando los proyectos aprobados por excesivos celos por hacer bien las cosas. Su situación es lamentable, debido al supernumerario (exceso de funcionarios), los egresos superan ampliamente a sus ingresos y si eso persiste podría llegar al default y en consecuencia se podría producir el efecto dominó.
¿Qué es el efecto dominó? Se utiliza el nombre “dominó” para graficar qué ocurre cuando se colocan las fichas paradas y en fila a una distancia de dos cm entre ficha y ficha y al empujar la última causa un efecto de caída de todas las demás.
El Gobierno, al no poder cubrir sus compromisos tales como el pago de deudas a empresas nacionales, estas no podrán tampoco pagar sus compromisos a otras empresas, que forzosamente se verán en la penosa obligación de despedir a sus empleados que a su vez están cargados de compromisos, que al no poder honrarlos repercute en las empresas acreedoras, llámese seguro médico, colegios, tarjetas de créditos, etc. Esto a su vez produce nervios al límite en las familias, que al no tener el sustento económico, la presión alta se hace presente en sus componentes, produciendo derrames e infartos. Cuando todo eso sucede es porque estamos ante la presencia del “efecto dominó”.
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La situación es alarmante y si los responsables no hacen sus deberes de manera a subsanar el problema desde el vamos, o sea emparejar el “debe y el haber” a través del ahorro y buscar métodos urgentes para inyectar circulante al mercado.
Deberían hacer lo que hizo Alemania en el siglo pasado cuando para ir a comprar una trincha de pan se tenía que llevar una carretilla llena de dinero. Entonces el Gobierno pidió a todos los alemanes que donen dos horas de su sueldo a favor del Estado. En nuestro país se debería pedir igual sacrificio a los funcionarios públicos, o sea que donen el importe de dos horas de su sueldo por un año para que el gobierno equipare sus compromisos.
El exceso de funcionarios, sabemos, es el resultado del populismo o sea que ese personal sobrante, fruto del prebendarismo, debería ser despedido para poder equilibrar la balanza.
Lo peor que se puede hacer es “prestar” dinero para amortizar el déficit corriente.
Por otro lado, tenemos a la clase pudiente que maneja miles de millones de dólares que se movían productivamente antes de la debacle del bajón de los commodities. Debido a ello muchísimo dinero blanco que antes circulaba, ha quedado ocioso en los bancos y financieras que acusan un caudal inmenso de dinero que no saben qué hacer con él. Al decir de algunos economistas: “Cuando en el ambiente comercial hay faltante de circulante es señal que los bancos están saturados de dinero”.
J. J. Migliore