Mantener el pelaje, la piel y las uñas de un animal de compañía no es solo una cuestión estética: es salud preventiva. Entre una visita y otra a la peluquería canina o felina, los tutores pueden —y deben— asumir parte del cuidado.

Pero no todo se resuelve con tijeras y champú doméstico. Saber dónde termina el manejo seguro en casa y dónde comienza el trabajo del especialista evita lesiones, estrés y problemas dermatológicos.
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Lo que sí se puede hacer en casa
El mantenimiento cotidiano se basa en hábitos sencillos, de baja complejidad técnica, que ayudan a prevenir nudos, infecciones y molestias.

- Cepillado y desenredado ligero. Un cepillado regular elimina pelo muerto, distribuye aceites naturales y permite detectar antes irritaciones, pulgas o garrapatas. La herramienta depende del tipo de manto: cardas suaves o peines de acero para capas medias y largas; guantes o cepillos de cerdas para pelos cortos; peines de púas largas para razas de doble manto. Ante nudos compactos pegados a la piel, no intentes cortarlos con tijeras: es fácil provocar cortes. Si el peine no atraviesa sin tirones, es trabajo para un profesional.
- Baños con productos adecuados. Elegí champús específicos para perros o gatos —el pH de la piel difiere del humano— y aclará bien. El agua tibia y una superficie antideslizante reducen el estrés y los resbalones. Evitá que entre agua y jabón en los oídos y los ojos. Los baños excesivos pueden resecar; la frecuencia varía según manto, actividad y clima, pero muchas mascotas sanas no requieren más de una o dos veces al mes.
- Higiene básica de ojos y hocico. Limpiá legañas con gasas humedecidas en suero fisiológico. Las manchas de lágrima en razas de cara plana pueden requerir mantenimiento frecuente, siempre con productos seguros para mascotas.
- Cuidado dental domiciliario. El cepillado con pastas enzimáticas formuladas para animales es el estándar. Si el animal no tolera el cepillo, los geles, sprays o dietas dentales ayudan, pero no sustituyen la higiene profesional cuando hay sarro establecido.
- Revisión y limpieza externa de oídos. Podés retirar suciedad visible del pabellón con gasas y soluciones específicas. No introduzcas cotonetes en el canal auditivo ni arranques pelo del canal; manipular dentro del oído puede causar lesiones o agravar otitis ocultas.
- Corte de uñas con técnica conservadora. En animales acostumbrados y con uñas claras, recortá solo la punta, evitando llegar a la parte vascular. En uñas oscuras o si hay ansiedad, es preferible limar un poco con frecuencia o derivar a un profesional. Un sangrado significativo, dolor o uñas encarnadas exigen consulta veterinaria.
- Rutina de inspección. Palpá la piel para detectar bultos, costras, zonas calientes, parásitos, mal olor en oídos o dolor al tacto. Esa observación temprana guía cuándo pedir ayuda.
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Lo que conviene dejar a un profesional
Hay procedimientos que, por riesgo o técnica, se realizan mejor en una peluquería con experiencia o en una clínica veterinaria.
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- Cortes de manto y rasurados. Dar forma, igualar capas y ejecutar cortes específicos de raza requieren control de herramientas, anatomía y comportamiento animal. Un mal rasurado puede causar irritaciones, quemaduras por clipper o alterar la protección térmica del pelo. En razas de manto duro, el “stripping” debe hacerlo alguien formado.
- Deslanado y desenredado profundo. Nudos pegados a la piel, “felt” en gatos o subpelo compactado no ceden con cepillos domésticos. Forzarlos en casa suele terminar en cortes o dolor. El profesional decide si se puede salvar el manto o si conviene un saneado completo.
- Expresión de glándulas anales. Solo se indica cuando hay signos (lamido, arrastre, mal olor) y debe hacerlo un peluquero capacitado o un veterinario; manipular sin necesidad puede inflamar o dañar conductos.
- Manejo de oídos con otitis. La limpieza profunda, el lavado del canal o cualquier procedimiento cuando hay dolor, mal olor, secreción o sacudidas de cabeza debe quedar en manos de un veterinario. Lo mismo ocurre con hematomas auriculares.
- Procedimientos bajo sedación o con animales temerosos. La sedación es un acto médico y solo corresponde a un veterinario. Si el animal muestra miedo extremo o agresividad, una peluquería con protocolos de manejo de conducta o una clínica son el entorno adecuado.
- Lesiones cutáneas, parásitos e infecciones. Hot spots, dermatitis alérgica, sarna, pulgas persistentes o garrapatas incrustadas requieren diagnóstico y tratamiento veterinario. La peluquería puede colaborar con baños medicados pautados, pero no sustituye la consulta.
Señales de alerta para pedir ayuda
Cualquier hallazgo de dolor al tacto, bultos nuevos o que crecen, mal olor en piel u oídos, costras, secreciones, pérdida de pelo inusual, cambios de comportamiento durante el aseo, uñas deformes o que sangran con facilidad es motivo de consulta.
En gatos, la falta de autoacicalamiento suele indicar dolor o enfermedad subyacente.
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Seguridad y bienestar: cómo reducir riesgos
El bienestar durante el grooming es tan importante como el resultado. Introducí cada herramienta de forma gradual y con refuerzo positivo (premios, pausas, sesiones cortas).

Trabajá sobre superficies estables y antideslizantes, controlá la temperatura del agua y, si usás secador, mantené distancia y aire tibio para evitar quemaduras. Nunca uses productos humanos, aceites esenciales no verificados (algunos son tóxicos para gatos) ni tijeras afiladas cerca de la piel para “cortar nudos al ras”.
El bozal puede ser una herramienta de seguridad en perros acostumbrados y correctamente desensibilizados; en gatos, la contención debe ser mínima y eficiente para evitar estrés.
Si el animal se agita, jadea en exceso o intenta escapar, posponé y pedí apoyo profesional.
Perros y gatos: diferencias clave
Los perros suelen tolerar mejor el manejo, pero hay variabilidad por raza y experiencia.
En razas de doble manto, rasurar al cero no es recomendable salvo indicación veterinaria: el pelo protege de frío y calor.

En gatos, la piel es más fina y el estrés tiene consecuencias mayores; muchos procedimientos —como el saneado de un manto enmarañado— se realizan con equipos especializados y, a veces, bajo supervisión veterinaria.
