El doctor Marcelo Pederzani, coordinador nacional de trasplantes del Instituto Nacional de Ablación y Trasplantes (INAT), dependiente del Ministerio de Salud Pública, visitó este sábado los estudios de radio ABC Cardinal para conversar acerca de los detalles de la reglamentación de esta nueva Ley que genera controversia.
Básicamente, la disposición establece que todos los mayores de 18 años son donantes de órganos salvo que esa persona haga las gestiones pertinentes para no serlo. Pederzani sostuvo que hubo experiencias diferentes en el Brasil y la Argentina con proyectos similares.
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En el Brasil, en los años 90, tuvieron que derogar la ley porque la tasa de donación bajó. Las personas iban a los sitios indicados para expresar que no querían ser donantes. Sin embargo, después de derogarse la orden, la tasa de trasplantes volvió a aumentar. En la Argentina, contó el médico, la ley sí causó un aumento del número de trasplantes.
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Pero la donación de órganos tiene connotaciones culturales. El médico aseguró que experimentó casos en los que las personas que tenían menos prejuicios sobre los trasplantes eran las más dispuestas a aceptar y ayudar. Por ejemplo, recordó situaciones en que personas del interior del país, que no tenían prejuicios, aceptaban que sus parientes fallecidos donaran órganos sin muchas complicaciones.
En cambio, las personas con prejuicios de Asunción o su área metropolitana sí se negaban a donar los órganos de sus parientes a raíz de los preconceptos –errados– sobre las donaciones.
El principal motivo por el cual la gente se niega a ser donante o aceptar que un familiar suyo lo sea es que “su religión no se lo permite”. Al respecto, Pederzani manifestó que todas las religiones del mundo permiten, o al menos no impiden, la donación de órganos. Recordó el caso de los testigos de Jehová, que no aceptan transfusiones de sangre, y dijo que los órganos que se donan se lavan y no tienen la sangre del donante.
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El segundo principal motivo es la creencia de que la extracción de órganos “deforma” el cuerpo. “Creen que se le va a ‘jugar todo’ y no se le va a poder enterrar. Los profesionales que hacen trasplantes son contados con los dedos de la mano”, dijo el médico al explicar que hacen su trabajo con delicadeza. “El muerto puede ser velado, a cajón abierto, sin ningún problema”, refutó.
“Hay gente que cree que hay algo turbio, pero en realidad estás salvando la vida de otra persona. En general, el ser humano que no conoce de esto, en la primera aproximación, debe entender que salvar la vida de otra persona es lo más importante”, sostuvo.
Sobre los órganos que pueden donarse por cada persona fallecida, explicó: “Por cada donante cadavérico, son dos riñones, un corazón, un hígado, dos córneas, y hueso se puede sacar mucha cantidad, pero como el programa de huesos es nuevo, estamos sacando un hueso por donante, sacamos un hueso de la pierna, un hueso del brazo, etc.”.
Pederzani informó, además, que una persona en estado vegetativo no puede donar órganos, porque sigue viva. Sin embargo, este no es el caso de una muerte cerebral, en el cual el corazón sigue latiendo, pero el cerebro, donde existe legal y médicamente la vida, murió.
El coordinador de INAT explicó también que si bien muchas personas pueden ser donantes, se tiene en cuenta la edad de la persona fallecida. “Un órgano de 65 años es un órgano viejo; una persona de 25 años, por ejemplo, necesita un órgano joven”, indicó.
Finalmente, señaló que esta nueva ley hará que los médicos puedan cobrar un honorario fijo por los trasplantes, una cuestión que no sucedía anteriormente. En ese contexto, contó que Paraguay es uno de los países que ofrecen esta cirugía sin costo.
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El doctor Gustavo Melgarejo, director del Instituto Nacional de Ablación y Trasplante (INAT), sostuvo ayer que, pese a esta obligatoriedad, siempre se le preguntará a la familia del fallecido si quiere que sus órganos sean donados y cuál fue la voluntad del potencial donante.
