Con creatividad y calidad, productores logran grandes ganancias en ventas

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Los Yamashiro comercializan un promedio de 900 lechugas cada cuatro días en forma directa en mercados de la capital.
Los Yamashiro comercializan un promedio de 900 lechugas cada cuatro días en forma directa en mercados de la capital.Desiré Cabrera, corresponsal.

CARAGUATAY, Cordillera. Hiroshi Yamashiro y Edith Kimura lograron grandes ganancias en un rubro que por lo general solo genera pérdidas para los productores: el de la mandioca: lograron comercializar el producto en reconocidos restaurantes a precios que oscilan entre G. 3.500 a G. 4.000 el kilogramo.

Las mandiocas llegan desde Caraguatay peladas, limpias y refrigeradas, listas para su cocción, que dura apenas 15 minutos. Sus ventas superan los 900 kilogramos semanales. A esto se suman las verduras que ambos producen a través del cultivo hidropónico.

Luego de pasar trabajando 30 años en Japón, la pareja conformada por Hiroshi Yamashiro y Edith Kimura regresó al Paraguay por problemas de su salud de los padres de esta última, hace tres años. Teniendo como ejemplo al padre de Kimura, que dedicó toda su vida a cultivar limones tahití, pronto se dieron cuenta de que muchas de las plantas debían ser reemplazadas con el paso del tiempo. Entonces cultivaron 1.600 plantas de limones, que darán fruto recién en 3 años. Luego comenzaron a pensar en qué más podrían producir en la propiedad de 25 hectáreas con que cuetan, ubicada en la compañía Teniente González de este distrito cordillerano.

El descubrimiento de lo que sería uno de sus mayores negocios se produjo de forma fortuita, pues observaron que su padre producía mandioca de excelente calidad y con un sabor exquisito que luego regalaba a sus vecinos y amigos, debido al bajo precio del producto en el mercado, cuya comercialización no representaba mayor rédito.

Las mandiocas de los Hiroshi se caracterizan por su sabor, calidad y tamaño.
Las mandiocas de los Hiroshi se caracterizan por su sabor, calidad y tamaño.

Una visión de negocio

Edith e Hiroshi vieron en ello una oportunidad, por lo que decidieron utilizar creatividad e innovación para la comercialización. Pelaron la mandioca, la colocaron en conservadoras con hielo y fueron a ofrecerlas en grandes restaurantes, como La Paraguayita, Acuarela, entre otros, poniendo énfasis en la calidad de su producto, pues además del sabor exquisito, las mandiocas cultivadas por los Yamashiro estaban listas para servir con apenas 15 minutos de cocción. Al principio, los gerentes dudaban en realizar la compra, teniendo en cuenta que el precio era mucho más alto de lo que pagaban habitualmente. Sin embargo, luego de superar algunas pruebas, los pedidos no cesaron de llegar. Tal es así que ampliaron su área de cultivo y se asociaron con otros productores, manteniendo siempre la calidad.

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Actualmente, comercializan un promedio de 900 kilogramos de mandioca semanalmente, a un costo promedio de G. 3.500 a G. 4.000 el kg.

Hidroponía

Para ampliar aún más su actividad económica, Edith comenzó a investigar sobre la agricultura hidropónica en internet, y pronto mandaron construir un pequeño invernadero, donde comenzaron sus pruebas experimentales. Rápidamente, se dieron cuenta de que el negocio resultaría, por lo que construyeron un invernadero con capacidad para cuatro mil plantas. Hoy, luego de un año, cosechan 900 plantas, que son comercializadas de forma inmediata en mercados de la capital.

Su principal rubro es la lechuga; le siguen el berro, la acelga y la rúcula. Con su venta, totalizan un ingreso mensual aproximado de G. 14.400.000 solo en mandioca, además de un ingreso similar con las verduras producidas en el invernadero, a través de la tecnología hidropónica.

Familia

Edith Kimura regresó hace 3 años de Japón, donde conoció a su esposo Hiroshi Yamashiro, un descendiente de madre japonesa y padre peruano. Ambos trabajaron en el país nipón por más de 30 años; él en una fábrica de autopiezas y ella, como traductora oficial de idiomas.

El matrimonio tiene dos hijos: el mayor se encuentra trabajando en Japón, en tanto que el menor vive con ellos en Caraguatay. La pareja se encuentra en constante búsqueda de innovación para mejorar la calidad y la presentación de sus productos, y llegar a más personas.