–Cada vez que hay una urgencia o un dolor, la gente se pronuncia o convoca a foros para analizar la violencia como el secuestro, la inseguridad pero la gente se olvida muy pronto...
–Sí, y no se mira más allá y tenemos que hacerlo. Nuestras instituciones de seguridad están en un estado de abandono que data de 30 años, mucho porque todo lo relacionado con el uniforme lo veíamos relacionado con la dictadura. Yo creo que tenemos que comenzar a ocuparnos con seriedad las amenazas de la inseguridad nacional. Sin seguridad no vamos a tener desarrollo.
–¿Cómo?
–Tenemos que encarar tres frentes. Uno es construir instituciones que tienen que funcionar. En el caso de la seguridad, le fuimos sacando presupuesto a las Fuerzas Armadas, descuidamos una condición política necesaria a las FF.AA. No nos gustan temas militares y entonces lo hemos descuidado. Nadie se ocupa de eso y resulta que alguien se tiene que ocupar y le dejamos a los militares que se regulen solos. No tenemos un militar en la cadena de mando, cosa que en toda Latinoamérica solo sucede en Paraguay.
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–Aquí es el ministro de Defensa.
–El Presidente despacha a través de sus ministros. En Salud por ejemplo le tiene a Mazzoleni, en Interior a Euclides Acevedo y resulta que en Defensa le tiene a un ministro que es y no es; tiene y no tiene competencia y está en un diseño que está en la nebulosa. Es un pasamanos del presupuesto. En la organización Líderes para el Desarrollo, estamos trabajando en reformas medulares de las instituciones de seguridad para exponer en las instancias parlamentarias.
–¿Qué quieren hacer?
–Significa modernización y reforma de la Policía, de la Fuerzas Armadas, una ley de financiamiento de la seguridad que agilice la disponibilidad de los recursos y que genere una discusión de cómo asignar esos recursos, y una ley también que establezca un sistema de control de los resultados, para que esos presupuestos redunden en resultados aunque sea auditables. También existe una ley de defensa nacional. Son todas leyes que queremos introducir de manera sustantiva.
–Al ciudadano común le interesa más su seguridad, la proliferación de motochorros, por ejemplo es lo que le afecta en su vida cotidiana.
–El ciudadano no ve la amenaza más grande que se cierne sobre nuestra vida pero no está presente en nuestro día a día.
–¿Cuál amenaza?
–La que representan por ejemplo estos grupos criminales brasileros como el Comando Capital o el Comando Vermelho. La sensación que tenemos en la capital del país es que ese es un problema de los pedrojuaninos o de la frontera. Hay otros frentes como el EPP.
–Usted plantea revisar las leyes, reemplazarlas.
–Nosotros estamos planteando una modernización completa de la Policía Nacional. Se quiere contar con una institución más efectiva en sus resultados. Creemos que se deber empezar por las personas. La carrera policial debe ser una convicción. El policía debe estar apegado a su carrera. La institución debe tener instrumentos para defenderse de sus elementos nocivos, contra esa gente que se mete ahí para otra cosa.
–Estos son los que están por todas partes.
–Nosotros planteamos un sistema de meritocracia. Hay demasiados incentivos para que ellos se desvíen del profesionalismo que tienen que tener. Nosotros queremos construir sobre nichos de oportunidad sobre cuestiones que sí están funcionando: la inteligencia de la Policía, el 911, los Linces, lo que le da confianza a la gente.
–Y ¿en el caso de los militares?
–Es diferente. En ese caso sí nosotros vemos una urgente necesidad de reformar digamos la parte de una organización vetusta, casi napoleónica, que nunca se tocó y que habla de cuerpos de Ejército, etc. y adentro no se ve eso. Entonces, tener también una institución mucho más versátil, más pequeña, mejor organizada que responda al mando y que esté realmente en condiciones de enfrentar los nuevos desafíos. No prepararse para guerras que nunca van a ocurrir sino para defender a las autoridades legítimamente constituidas y a la integridad territorial como reza la Constitución.
–Otros le van a decir que las leyes están y que la cuestión es cumplirlas. El déficit está en que no se cumplen las leyes.
–Eso es cierto pero las leyes no están bien. No tienen los sistemas de control para que eso funcione. Nosotros planteamos que la dirección de asuntos internos de la Policía tenga una jerarquía mayor, que sea una dirección general, por ejemplo. Todo tiene que ver con todo. El problema de la institucionalidad en Paraguay también tiene que ser resuelto en todos los niveles.
–La corrupción...
–Si hablamos de corrupción o de credibilidad que tiene que ver con la honestidad y todo eso, ahí ya hay que decir con todas las letras: nosotros tenemos en el país un serio problema de corrupción generalizada en todos los niveles. Es urgente pararnos ante esa amenaza que nosotros establezcamos parámetros para reducir esos niveles porque está claramente insportable. El problema de la corrupción es transversal. No hablo del Gobierno de Marito. Son problemas no resueltos de nuestra transición que afecta también a la seguridad.
–La inseguridad ciudadana es lo que preocupa a la gente común. Vemos todos los días en los noticieros de televisión cómo roban y con tanta osadía, porque las cámaras sirven por lo menos para eso, para registrar cómo roban, porque la Policía no aparece.
–Es cierto. Se ve a los motochorros todos los días en la televisión. Es cierto que es lo que más afecta en el día a día. Los especialistas en seguridad dicen que hay una interconexión entre lo que es el crimen organizado transnacional y los grupos aislados. Son fases. Empiezan simplemente con ganas de asaltar bancos o hacer golpes, no tiene un fin ideológico, pero tarde o temprano se van metiendo en temas políticos, en el tema de influencia política porque tienen que salvaguardar sus pasos, su sistema de logística, de transporte, etc. Aparecen, como en Colombia, grupos como el EPP, que meten miedo a la gente para liberar esos territorios donde actúan. Se decía que Paraguay era país de paso. Hoy sabeos que es también de consumo de drogas. Y ese consumo genera una criminalidad común. En Asunción vemos a diario. Ya salen con el chespi y el cuchillo y asaltan a la gente que va o vuelve de su trabajo. Hay una multidimensionalidad, una conexión entre estos formatos de criminalidad.
–Al EPP le pueden poner la etiqueta de insurgencia pero finalmente son terroristas.
–Lo que quieren es sembrar el terror para sus fines. No hacen otra cosa que abigeato, roban animales, cobran peaje. Hacen crímenes comunes.
–La criminalidad también está metida en la misma estructura de los uniformados. Salen a la calle para recaudar, o para qué sirve esa casilla de la Caminera frente al Campus de la UNA.
–Nosotros queremos dar un vuelco a eso. Yo conozco por supuesto personalmente también esa situación. Hay muchos policías que se sienten incómodos porque no participan de esas corrupciones y que quieren hacer una carrera limpia y profesional, que se respete y quieren también acceder a puestos más altos por hacer bien su trabajo, en base a la meritocracia.
–Parece que la pandemia le inyectó más voracidad a estos uniformados. Nadie se salva de los Caminera, los policías de tránsito, los policías comunes.
–Yo creo que la mayoría sabe su trabajo y es honesto. Hay números. Hay un observatorio bien instalado. La transparencia genera mayor efectividad porque está a la vista el resultado. Paraguay no tiene tan malos números. Si se quita Amambay, los números son bastante razonables en comparación con otros países, no solo de la región. Cuando la Policía tiene recursos y no tiene que mendigar no va a buscar ese dinero que le dan. El tema es que la policía tiene que tener recursos y tiene que ser completa, no tiene que necesitar que nadie le tenga que aportar nada para el combustible. Volvemos a lo mismo, que el presupuesto dedicado a seguridad es muy bajo.
–Y las polémicas FTC, hay mucha desconfianza, falta de credibilidad.
–Pero yo pregunto. Cómo es que el EPP no creció, no se reprodujo y no se conectó con la población. Para nosotros es una gran cosa que el EPP no haya crecido. No se mudaron tampoco como proyectaron. Yo creo que no se expandieron gracias a la FTC. Lo cierto es que ellos tenían esos planes pero están ahí en el monte. Los colombianos que vinieron aquí coincidieron en que el terreno no es tan fácil como se cree en el norte. Toda esa área, de los tres departamentos (Concepción, San Pedro y Amambay) equivale a Bélgica. Hay muchos parámetros con qué comparar. Yo veo que tenemos unas FTC ahí vigilantes, pero no tienen todo el apoyo político que necesitan también.
–La gente no ve que haya resultados.
–Yo entiendo a las personas que están hartas. Hay un hartazgo generalizado. Pero es mi deber mostrar las cosas desde un punto de vista más neutro en base a los números que manejamos, para construir instituciones. Son las únicas que tenemos. No tenemos otra. La fuerza pública es la que finalmente nos va a salvar cuando necesitemos protección, establecida constitucionalmente.
–Pero acaso los que están al frente no deberían sincerarse y decir que no están en capacidad de enfrentar esta inseguridad, o que digan que no tienen la forma de reprimir el delito para, a partir de ahí pedir lo que necesitan.
–Yo creo que todos están haciendo su trabajo. Los resultados están ahí también. Un resultado es que el EPP tenga la necesidad de esconderse; otro resultado es que el EPP tenga necesidad de reclutar a sus propios niños o a indígenas... que están ahí adentro en la zona. Hay resultados. El problema es institucional. Definitivamente aquí no podemos sacar parlamentarios noruegos ni policías finlandenses. Tenemos que buscar construir instituciones. El ejemplo de Colombia es paradigmático. Ellos dieron un vuelco.
–Cuándo dieron.
–Cuando el terrorismo llegó a Bogotá, la capital, cuando comenzaron a secuestrar a empresarios y sus familias. Allí se pusieron las pilas y empezaron a atender a sus instituciones. Empezaron a proveerles recursos, a instruirles. La verdad es que ellos dieron un vuelco. Nosotros podemos dar ese vuelco. Tengo más convicción aún cuando converso y trabajo con gente, en este caso hablo más de la Policía que de los militares. Con ellos estamos construyendo esto. Ellos son igual que nosotros. Ellos también quieren un mejor futuro para sus hijos. Tenemos que cortar con esta inercia y abandono institucional.
