Este 2020 se presentaba como el año de la visión perfecta, de la reactivación, tras un desacelerado y duro 2019; sin embargo, con la llegada del covid-19 a finales del primer trimestre, esta esperanza se diluyó rápidamente. De una proyección de crecimiento económico del 4% estimado inicialmente, ahora cerraremos el año con una retracción cercana al 2%.
En ocho meses que llevamos de cuarentena (ahora con medidas más flexibles) el revés se sintió más en lo económico que en lo sanitario. Así, por ejemplo, como efecto de las medidas de aislamiento, cientos de empresas que no se encontraban en el rubro de necesidades básicas tuvieron que cerrar temporalmente sus puertas y algunas ya definitivamente, ya que hay sectores que no logran reponerse. Esto como consecuencia produjo en este tiempo que al menos unas 250.000 personas incrementen la franja de desocupados e inactivos.
Según datos de la Dirección de Estadísticas, Encuestas y Censos (DGEEC), al menos el 19% de la fuerza de trabajo o PEA presentó algún tipo de dificultad de acceso laboral (desempleo, subocupación e inactividad circunstancial) al tercer trimestre del presente año, o sea, unas 707.347 personas, comparado al 12,3% que figuraba en el tercer trimestre del año pasado, cuando afectó a 444.743 personas. Muchos de ellos cuentapropistas o empleados en informalidad.
En lo que se refiere a los empleos formales, el Ministerio de Trabajo registra que 148.167 trabajadores fueron suspendidos desde el inicio de la cuarentena, por 11.000 empresas que solicitaron la medida temporal.
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Además ante la baja de la activad y caída de las ventas, los ingresos tributarios se vieron seriamente afectados, así que los ingresos de Tributación acumulan una baja del 8,7%. En lo que respecta al comercio exterior, el deterioro también fue muy grande por el bloqueo de las fronteras, especialmente en el rubro de reexportaciones del comercio fronterizo (-46%) e importación (-19%), lo que ha repercutido también en un bajón del 11% en las recaudaciones de la Dirección Nacional de Aduanas (DNA).
Fuerte repunte de la deuda
Si bien el Gobierno pudo reaccionar a tiempo en cuanto a las medidas para contener la crisis, aprobando rápidamente la Ley de Emergencia (US$ 1.600 millones más de deuda), que significó un enorme esfuerzo fiscal, llevando el endeudamiento público a niveles récord (con un crecimiento del 25%)
Cabe señalar que el nivel deuda/PIB se encontraba a inicios del año en 22% del PIB; ahora la relación se incrementó al 30% del PIB, tras los préstamos aprobados. Considerando el fuerte descenso que sufrieron los ingresos tributarios, además del endeudamiento para cubrir la emergencia, el deterioro fiscal era inevitable y este año cerraremos con un déficit del 6% en las arcas públicas.
Queda el enorme desafío de ordenar la casa en el 2021 tras la pandemia. Pero esto se debe hacer en medio de la incertidumbre por los casos de contagios en aumento, y la falta de conciencia de nuestros gobernantes que se dejan convencer por las presiones de ciertos grupos, que erosionan el presupuesto público, aumentando los gastos corrientes para más salarios y asistencias.
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