Una mamá que cocina para otras mamás

Este artículo tiene 4 años de antigüedad
Jéssica Noguera en compañía de sus dos niños, Thiago (7) y Theo (3), ambos son su inspiración.
Jéssica Noguera en compañía de sus dos niños, Thiago (7) y Theo (3), ambos son su inspiración.

El amor por la cocina puede surgir en cualquier momento. Así ocurrió con Jéssica Noguera (31), una abogada que descubrió la pasión de la cocina saludable después de casarse.

Jessi se casó muy joven, a los 20. Hoy, sincera, cuenta: “Esa primera semana de casada me gasté casi toda la plata del mes comprando comida. Después, mi marido y mi suegra me enseñaron lo básico. Antes no tuve referente, mi mamá no cocinaba. Aún así solía mirar programas de Utilísima (pero nunca concretaba las recetas). Pero realmente aprendí cuando me convertí en mamá, porque cuando tenés hijos entendés la importancia de la nutrición; con ellos empecé a comer verduras y frutas. Cuando nació el segundo, se enfermó a los 2 meses, así descubrí la alergia a los alimentos; por recomendación médica hice ‘la dieta del amor’ (pollo, galletitas de arroz, arroz, papa y frutas). Fue una época muy difícil para mí, pero ver a tu bebé, que aún mama, enfermo, te hace superarlo todo”. En aquella época, Jessi entró a un grupo de mamás que hacían tortas y panes, más tarde estudió cocina en conocidos institutos de nuestra ciudad. Hoy produce lo que le pidas: Panes, hamburguesas, milanesas pizzas, tartas, empanadas, budines, pastafrola, galletitas, tortas de cumpleaños, bocaditos.

Ella es abogada, trabaja en el Poder Judicial y también es docente en UniNorte. La cocina ocupa sus tardes y noches. Con la ayuda de su esposo (también abogado) crearon ‘Rincón Apto’, una microempresa de comida hipoalergénica, para mamás que amamantan y hacen la dieta del amor o para sus pequeños que deben excluir leche u otros alergénicos.

Este emprendimiento arrancó en mayo de 2018. Surgió por casualidad. “Un vecino me pidió que le vendiera mi comida porque no tenía nada que almorzar; le dije que no vendía, que le iba a convidar nomás. Probó y le gustó, por eso me propuso cocinarle todos los días. Acepté. Así empecé para él y de a poco para más gente del barrio”.

-¿Cómo sentiste cada etapa del negocio?

Todos los beneficios, en un solo lugar Descubrí donde te conviene comprar hoy

-Lo que hubo fue una evolución, empecé algo pequeño y fui expandiendo mi producción. Me di cuenta de que la cocina me hacía bien, que me era una terapia.

-Estás renovando completamente tu cocina, ¿es una consecuencia?

-¡Sí! Era una casa vieja, decidimos renovarla, con una cocina funcional. Yo uso diferentes utensilios para mi familia y para el negocio, y lavo en dos piletas. Todo muy cuidado.

-Dicen que en toda crisis, el negocio de la comida es infalible.

-Sí, no tengo pérdidas, porque lo que no se vende, lo consumimos nosotros, aunque eso no pasa mucho. Ahora me enfoco en la comida congelada, tengo listas milanesas y hamburguesas. Hago dulce y salado.

-¿Cuántos clientes tenés aproximadamente?

-Es muy variable, algunos solo piden para eventos, otros semanal o esporádicamente, pero fijos tengo 30. Las mamás y los niños son mi mayor mercado.

-¿Qué tenés que mejorar?

-La publicidad. Cuando mi hijo menor, Theo (3) tenga por lo menos 5 años voy a poder dedicarme más a ello. Por ahora, Thiago (7) participa activamente en el empaquetado, poniendo los stickers y, de paso, comiendo unas cuántas galletitas (risas).

-¿Qué resultó más fácil de lo que esperabas?

-El hacerme conocer. Fue todo bastante rápido porque vivimos en la casa de mi abuelo, acá todos los vecinos crecimos juntos, la comunicación no es como antes, pero hablamos. Me encanta vivir en Sajonia.

-¿Te ha vuelto más empática la cocina?

-Muchísimo más. A veces uno minimiza o se vuelve intolerante con el que come diferente, sin entender por qué. Además este trabajo me hizo ver el mundo a través de lo que comemos.

-¿Qué pensás mientras cocinás?

-¡Tantas cosas! Hablo mucho con mi perro (risas). Pienso cada día que no hago simple comida, sino alimento y medicamento. Quiero que la gente siga manteniendo plena confianza en mi trabajo.

-¿Cómo es un día normal?

-Me levanto a las 6, vuelvo del Palacio de Justicia a la 1. Almorzamos, y cuando los chicos duermen la siesta, empiezo mi tarea en la cocina. Aunque no haya pedidos siempre hay cosas que adelantar. A las 17:30 hs. voy al gym a desconectarme, bailo o hago zumba, regreso en una hora y continúo cocinando. Mi marido y yo somos muy gordos, y si te estás preguntando ‘¿cómo, si cocinan saludable?’, te digo que comíamos mal desde nuestras casas primarias y seguimos haciéndolo después de casados. Este año dijimos que nos vamos a poner las pilas. Nuestros hijos están superbién, les damos la alimentación que nosotros no tuvimos. Yo todavía tengo malos hábitos a la hora de comer, cuesta cambiar, pero cada día se puede volver a intentar.

-¿Cuál es tu sueño posible?

-Siempre quise irme a vivir, a estudiar en otro lado. Soñaba con vivir cerca del mar, pero casada muy joven vinieron los niños, ya no me animaría a cambiar mi esquema. Ahora sueño con estabilizar mi empresa de cocina, dejar mi otro trabajo y poder estar más con mis hijos, poder elegir cómo y cuándo redistribuir mi vida.

-Con tu entusiasmo, casi me olvido de preguntar cómo afrontaste la pandemia.

-Hubo una baja importante de pedidos durante la cuarentena. Yo decidí que solo la gente podía pasar a retirar, no hacíamos delivery, teníamos mucho miedo y solo atendíamos a personas conocidas. Cuando se habilitaron las fases, las madres comenzaron a trabajar y entonces se reactivó el negocio. Este 2021 me siento más animada, psicológicamente es más fácil, sabemos cómo cuidarnos y cómo hacer bien las cosas.

Un postre bien helado para la temporada de calor. Jessi ofrece, además de otras delicias, un postre helado. “Yo le llamo ‘postre en vaso’, es simple y riquísimo: Una base de bizcochuelo, luego chantillí, de nuevo bizcochuelo y otra vez chantillí, todo en un vaso. Esto lo vendo frío, se puede mantener en el freezer y no se congela. Está hecho con bizcochuelo, chantillí de vainilla, chocolate (en realidad es cacao 100), coco o limón. Utilizo siempre azúcar orgánica o Stevia 100. Como toda mi comida, no contiene leche, huevo ni soja.

lperalta@abc.com.py