Nuestro diario recuerda dos cumpleaños contradictorios

Se cumplen en la fecha 37 años de la clausura de ABC Color -22 de marzo de 1984- y 32 años de su reapertura -22 de marzo de 1989-. Ambas fechas marcan situaciones muy distintas en lo político y social. La primera, recuerda el poder arbitrario de la dictadura; la segunda, su derrumbe estrepitoso.

El 22 de marzo de 1984 el dictador Stroessner clausura el diario  ABC Color y  Policía cierra la calle Yegros para dar cumplimiento a la “orden superior”.
El 22 de marzo de 1984 el dictador Stroessner clausura el diario ABC Color y Policía cierra la calle Yegros para dar cumplimiento a la “orden superior”.Archivo, ABC Color

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En la víspera del cierre, la Junta de Gobierno del Partido Colorado reunió a sus miembros para que escuchen, por boca del ministro del Interior y titular del Partido, Sabino Augusto Montanaro, la resolución que acababa de firmar, por orden de Stroessner, para hacer desaparecer –fue la intención– el periódico que denunciaba la prepotencia y la corrupción de las autoridades nacionales, regionales y locales.

Con la resolución recién conocida, los directores partidarios dieron un hondo suspiro de alivio. Por fin iban a descansar, ellos y los demás correligionarios de todos los niveles, de las denuncias diarias acerca de sus actos inmorales,

Se dio el contradictorio caso –como muchos otros de la dictadura– de que el Partido, al cerrar un medio de comunicación, decía que era para preservar la libertad de expresión. El estronismo se enfurecía cuando el diario lo calificaba de dictadura. Para demostrar que no lo era, con una simple resolución ministerial se levantó contra la Constitución y las leyes. El “Partido de hombres libres” demostró una vez más que no lo era ni tenía ganas de serlo. Estaba muy cómodo cumpliendo órdenes arbitrarias. Es más, Stroessner ordenó a la Junta de Gobierno que se hiciese cargo del pesado fardo. La Junta, a su vez, lo distribuyó al resto de los colorados y simpatizantes del estronismo. Fue así que los medios de comunicación de la dictadura se colmaban de adhesión al dictador por su “valiente postura frente al diario subversivo que ponía en peligro la paz y el bienestar de la República”. Parlamentarios, políticos, empresarios, funcionarios, competían en disparatadas alabanzas.

La medida extrema contra ABC Color ya venía precedida de muchos actos arbitrarios que testimoniaban la idea de la dictadura acerca de la libertad de expresión e información. Entre ellos, el apresamiento de periodistas, que incluyó al mismo director, Aldo Zuccolillo; inmisericorde campaña desde los órganos de prensa oficiales y oficiosos como “La voz del coloradismo”, “Patria”, “Radio Asunción”, etc.; apresamientos por varias horas, en los puestos de peaje, de los vehículos que llevaban el diario al interior del país; amenazas como la del conocido matón de la Chacarita, Ramón Aquino, de convertir en escombros el edificio del periódico junto con sus temibles garroteros.

Pero había también voces valientes, limpias, genuinas, libres, que se alzaban en defensa del clausurado diario. Organizaciones obreras, campesinas, estudiantiles, entidades políticas democráticas, de defensa de los derechos humanos, obispos, sacerdotes, empresarios que no dependían del gobierno, en fin, personas y sectores que deseaban vivir amparados por la paz sin miedo, por la paz sin garrotes.

El día de la clausura

El 22 de marzo de 1984, en horas de la mañana, los enviados de la dictadura llevaron al diario la resolución ministerial de la clausura “por tiempo indeterminado”. Ya no hubo sorpresas desde el momento en que se filtró la noticia en la víspera. Gracias a ello, ABC Color tuvo tiempo para despedirse de sus lectores con un editorial sobrio, que no buscaba compasión de la dictadura ni aplausos de los demócratas. Se reafirmó en su línea de defensa de los derechos humanos; de la democracia como medio para construir la paz y el progreso; la necesidad de la libre expresión como elemento básico para distinguir una vida civilizada de otra que no lo es; el respeto a la Constitución y las leyes, aunque muchas de estas nacieron bajo la inspiración de la prepotencia como las famosas leyes 294 y 209. Defendió, igualmente, la libre circulación ciudadana dentro del país y para salir o regresar a él cuando se le antojara.

La defensa de estos valores necesariamente tenía que colisionar con la arbitrariedad. Y como esos grupos salvajes, echó el árbol para gustar el fruto. Al castigar la línea editorial del diario, castigó a todo el diario, a todo su personal periodístico, administrativo, técnico, distribuidores, canillitas, empresas que proveían los insumos, etc.

Gracias a esta barbaridad sin sentido –como todas las barbaridades– los constituyentes de 1992 establecieron en la Constitución Nacional que “no hay delito de prensa sino delito cometido a través de la prensa”.

Desde el día de la clausura, policías de civil del Departamento de Investigaciones se apostaron frente al diario las 24 horas del día para tomar nota de quienes entraban y salían.

Debemos recordar, igualmente, la “visita” de un juez acompañado por policías para revisar el escritorio de todos los periodistas comenzando con el del director. Como era de esperarse en la redacción de un periódico plural, hubo muchos “documentos comprometedores” como “pronunciamientos” de partidos políticos de la oposición, periódicos, cartas de lectores que denunciaban sus padecimientos por las injusticias que sufrían, entrevistas grabadas a líderes políticos o sociales antistronistas, fotografías con dirigentes de la oposición, también con oficialistas; en fin, lo normal en cualquier diario. Pero esto que era normal, para la dictadura fue la prueba irrefutable de que ABC Color, su director y redactores, estaban en la subversión. Y por ello, merecían ser tirados a la calle. Y con ellos, todos los que trabajaban en el periódico.

Cada mes aniversario, en la catedral metropolitana, se oficiaba la misa a cargo del recordado monseñor Ismael Rolón, con la presencia de representantes de partidos políticos y entidades sociales democráticos. Afuera, las fuerzas policiales procurando intimidar.

¿Por qué clausuraron ABC Color?

Con motivo de su aniversario, el 6 de agosto de 1987, se editó un libro con el título de “Por qué clausuraron ABC Color”. Es la recopilación de algunos de los editoriales que trataban los distintos temas de la vida nacional. Por su tono crítico, dentro del respeto, era fácil suponer que las autoridades nacionales y regionales iban a molestarse. Junto con el comentario se daban a conocer los hechos objetivos, orígenes de los editoriales. La publicación de estos hechos, más el reparo editorial, dibujaban ante la opinión pública un gobierno muy distinto del idílico con el que se presentaba la dictadura.

Y esta cara real, sin maquillajes, era inaceptable para el estronismo. De ahí su furia contra ABC COLOR.

El libro está dividido en XVIII capítulos. Algunos de ellos: Funcionarios Públicos; Corrupción; Instituto de Previsión Social; Repsa – Petropar; Itaipú; Yacyretá; Administración de Justicia; Decretos y Decretos Leyes; Estado de Sitio; Políticas y Políticos; Derechos Humanos; Detención de Periodistas; Libertad de Prensa.

Enceguecido de soberbia, el estronismo no supo medir sus fuerzas, muy debilitadas ya en 1984. Su procedimiento contra el diario así lo ha demostrado en momentos en que las organizaciones sociales y políticas de oposición venían vigorizándose.

Los países democráticos alzaron su voz de protesta. Llegaban de todo el mundo las más vivas muestras de repudio contra la dictadura. La clausura de ABC Color sirvió para testimoniar la índole perversa del gobierno que asfixiaba la libertad del pueblo.

La reapertura

Cinco años después, ese mismo pueblo recuperó sus derechos de expresar con libertad sus ideas y pensamientos con la reapertura del diario. Exactamente el 22 de marzo, de 1989, volvió ABC Color a estar con sus lectores. Esta vez, con la última tecnología: la incorporación de las computadoras que reemplazaban a las máquinas de escribir. Hoy nada dice este cambio, pero en su momento fue un salto enorme hacia la modernización, así como cuando se dio a conocer en agosto de 1967 con el sistema offset, lo último en composición e impresión a colores.

En esta nueva época, el diario saludó alborozado el tiempo de libertad que se abría esperanzador. Al mismo tiempo, renovó su compromiso con la democracia y su esfuerzo por contribuir con el desarrollo social, político, cultural, enterrado por casi 35 años de dictadura.

Y en esta tarea nos encontramos hoy pese a las actuales circunstancias, cargadas de dificultades en todos los órdenes, pero insuficientes para hacernos descabalgar de nuestra fe en la patria.

Aldo Zuccolillo

Por las venas de ABC Color corre la sangre de Aldo Zuccolillo. Es pasión, empuje, aguante, coherencia. Ningún periódico se parecía tanto a su dueño como ABC Color con el suyo. Quería siempre que su diario contase con gente joven, no importaba si careciese de experiencia periodística. Se irán haciendo profesionales sin los vicios de los viejos, aunque luego tuviesen los suyos propios. Para entonces, otros periodistas jóvenes habrán de sustituirlos.

Hace 50 años ABC Color era solo diario. Hoy es radio, televisión, prensa digital. La existencia de estos medios es el resultado del empuje emprendedor de Zuccolillo. Empuje que incluía recias campañas periodísticas desde los editoriales, crónicas, reportajes, investigación, que le valieron aplausos, también críticas y condenas. Se entiende, nadie quiere salir en la prensa por sus fechorías.

Hoy se sigue escuchando la voz de Zuccolillo en cada editorial, en cada preocupación del diario por la suerte del país. Mientras ABC viva, en él vivirá su creador.

alcibiades@abc.com.py

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