“La planta de yerba mate es perenne, tiene un requerimiento nutricional especifico y le gusta el suelo ácido, a diferencia de los cultivos extensivos, por tanto es recomendable hacer un diagnóstico de la parcela y un análisis de suelo, para conocer su estado nutricional y saber qué tiene y qué le falta para que la planta crezca bien”, explicó.
Nuestra entrevistada dijo que el productor ya puede obtener sus primeros kilos de hoja a partir del tercer año, por tanto es una inversión a largo plazo pero muy segura. “Al tratarse de un cultivo perenne se deben incorporar nutrientes; la yerba mate es más exigente en nitrógeno (N) y potasio (P), y si bien necesita de fósforo (K), es en menor cantidad, esto en el caso de uso de fertilizantes químicos en una relación recomendada a la orden de NPK 3, 1, 2.
En el caso de abono orgánico (bosta de vaca o de aves) se debe dejar madurar y luego incorporar en el suelo. “Es importante que los plantines a la siembra tengan una cobertura de suelo (paja), y posteriormente ya ir pensando en abonos verdes de estación para cobertura, por ejemplo avena, vicia (invierno), si es en combinación mejor todavía, si no, se puede hacer con cultivo de autoconsumo. Un detalle sobre este punto: no se recomienda sembrar entre la yerba mate cultivos como maíz, caña dulce y maní”, expresó la especialista”.
Factor económico
“Ya que hablamos de la parte económica, debemos mencionar que para el productor que quiera apostar a la yerba mate, a partir de 3 hectáreas en adelante se puede hablar de buena rentabilidad, el año pasado se pagaba en gran parte de Itapúa en finca G. 1.350 a G. 1.500 por kilo de hoja verde, en tanto que si el productor acercaba su producción al secadero cobraba entre G. 1.800 y G. 2.000 el kilo, por tanto, a modo de ejemplo si el productor logra 8.000 kilos de hoja por hectárea a G. 1.500 podría obtener G. 12.000.000 por hectárea”, finalizó la Ing. Agr. Natalia Chamorro.
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