Padre Villagra en Caacupé: “No basta creer; hay que actuar”

Padre Villagra exhorta a ser verdaderos samaritanos en un tiempo que pide más empatía y compromiso con el prójimo.
Padre Villagra exhorta a ser verdaderos samaritanos en un tiempo que pide más empatía y compromiso con el prójimo.

El Pbro. Dr. César Nery Villagra exhortó a los fieles a hacerse prójimos del que sufre y vivir la misericordia como acto concreto, siguiendo el ejemplo del samaritano misericordioso. Fue durante la misa de la víspera de la festividad de la Virgen de Caacupé.

La eucaristía estuvo presidida por Monseñor Ricardo Valenzuela y predicada por el Pbro. Dr. César Nery Villagra, quien instó a la comunidad católica a convertirse en “verdaderos samaritanos” en la vida diaria, recordando que la fe solo se vuelve auténtica cuando se transforma en acción.

“No basta creer; hay que actuar y ser un buen samaritano”, resaltó.

El mensaje fue pronunciado en la víspera de la festividad de la Virgen de Caacupé, en un contexto en el que miles de peregrinos se congregan movidos por la devoción y la búsqueda de esperanza.

El sacerdote enmarcó su reflexión en el tiempo de Adviento, que definió como un período de preparación y apertura del corazón para recibir a Jesucristo. Desde esta perspectiva, pidió a los fieles que imiten la actitud de la Virgen María, que según destacó supo priorizar el bien del prójimo incluso por encima de sus propios intereses, como lo demuestra su auxilio a Santa Isabel.

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“Esa es también nuestra vocación cristiana: favorecer al que más necesita”, expresó.

Samaritano misericordioso

Villagra centró luego su mensaje en la conocida parábola del samaritano misericordioso, que describió no como una historia moral abstracta, sino como un llamado urgente a revisar nuestras actitudes frente al dolor ajeno. Subrayó que Jesús no interroga sobre “quién es mi prójimo”, sino sobre “de quién me hago prójimo”, desplazando así el foco desde los criterios externos hacia la responsabilidad personal de actuar con misericordia.

El sacerdote destacó que la parábola revela una enseñanza profunda: la proximidad física no es suficiente para generar compasión.

“Podemos estar al lado de alguien y no verlo. La cercanía no crea projimidad; la misericordia sí”, afirmó. Recordó que tanto el sacerdote como el levita figuras de prestigio religioso vieron al herido, pero pasaron de largo. Fue, en cambio, el samaritano considerado hereje y despreciado por los judíos quien decidió detenerse, asistirlo y darle todo lo que tenía.

Villagra enumeró las siete acciones del samaritano, símbolo de totalidad: acercarse, vendar, sanar, cargar, trasladar, atender y sostener económicamente al herido. Ese actuar, señaló, representa la esencia del bien común y la verdadera forma de vivir la fe. “La misericordia no es un sentimiento, es una acción. Obras son amores”, insistió.

También advirtió sobre la tentación de ampararse en leyes, normativas o costumbres para justificar la indiferencia. Criticó las “leyes sin alma”, aplicadas muchas veces, dijo sin sentido común y por encima del ser humano. Recordó las palabras de Jesús: “La ley está al servicio del hombre y no el hombre al servicio de la ley”, haciendo un paralelismo con situaciones actuales donde estructuras jurídicas o eclesiales pueden reproducir esos mismos errores.

Se registró una multitudinaria concurrencia en la misa de víspera de la Virgen de Caacupé.
Se registró una multitudinaria concurrencia en la misa de víspera de la Virgen de Caacupé.

De esta manera el padre llamó a los fieles a revisar con honestidad de quienes se hacen prójimos en la vida cotidiana y a preguntarse qué motiva esa elección: simpatía, conveniencia, interés o verdadero amor cristiano. “El mensaje de Jesús borra toda frontera para hacer el bien. Haz el bien sin mirar a quién”, recalcó.

Finalmente, Villagra invitó a que este tiempo de Adviento y la cercanía de la festividad mariana impulsen a construir una sociedad más solidaria, justa y fraterna, inspirada en el testimonio de María, la Virgen de los Milagros de Caacupé. “Anda y haz tú lo mismo”, concluyó, reiterando el llamado a convertir la fe en obras concretas de misericordia.