Oro, ambición y corrupción

El caso de los más de 500 kilos de oro supuestamente robados en agosto de 2016 y la requisa de un cargamento de lingotes de cobre reemplazados con el presunto conocimiento de autoridades destaparía una gran red de corrupción.

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Audelio Toledo es un poblador del Guairá que afirmó haber entregado 584 kilos de oro de al menos 22 kilates a un grupo de personas que iba a comprar el cargamento y llevarlos hasta Hong Kong, presumiblemente de contrabando. Estos lingotes de oro fueron, en teoría, incautados en agosto de 2016 en un operativo conjunto entre la Policía, Fiscalía y Aduanas.

La noticia acaparó los medios de prensa. A vista de todos estaban los lingotes dorados, que presumiblemente contendrían un porcentaje de oro. Todos ellos estaban listos para ser alzados a un avión privado y, supuestamente, eran un cargamento de cobre.

Hoy, a un año y medio del episodio, Audelio Toledo dice que esos lingotes que todo el mundo vio en los medios de comunicación no son los que él entregó a los compradores. En realidad, él demostró a través de un video que los lingotes eran de un color más oscuro. Los metales que las autoridades incautaron en poder del Ministerio Público. Pero con la versión de Audelio cabe preguntarse: ¿dónde está el oro de verdad, valuado en unos US$ 25 millones?

Audelio Toledo apuntó directamente al fiscal general del Estado, Javier Díaz Verón, y al fiscal de Delitos Económicos Aldo Cantero. Toledo indicó que el sábado el 12 de noviembre de 2016 Díaz Verón y Cantero fueron a hacer un allanamiento tipo comando en la casa de su madre, Juana Bautista Toledo, con la intención de llevarse más oro y matarlo. En ese momento, sobre Audelio Toledo pesaba una orden de captura.

El 17 de noviembre de 2016, ABC Color publicó una información que contaba que un grupo de policías iba a ser investigado por el supuesto robo de dinero de la casa de doña Juana aquel día. La mamá de Audelio dijo que el dinero en efectivo se encontraba en una bolsa de polietileno, que dejó guardada en la parte trasera del salón donde se desarrollaba el allanamiento, según sus expresiones, “cerca de una caja de madera”. Javier Díaz Verón asignó a la fiscala Teresa Sosa para investigar. Nada más se supo después.

El 4 de enero de 2018, Jimmy Páez Giret, abogado de Audelio Toledo y su madre, Juana Bautista Toledo, presentó una denuncia por intento de secuestro contra Díaz Verón y Aldo Cantero. El parte fiscal solo ubicó a Cantero en el sitio, pues el allanamiento lo encabezó él. Ese pedido de investigación también se suspende en la nada.

Marc Didier, un empresario belga que era el dueño del avión en el que se iba a llevar el presunto oro, implicó hoy al senador Óscar González Daher y a una abogada de nombre Miriam Areco como los que le presionaron y pedirle dinero, como condición para liberarlo de la cárcel.

Todo este caso empezó el 28 de julio de 2015, cuando el departamento Contra Delitos Económicos y Financieros de la Policía interceptó una información referente a que dos extranjeros habrían adquirido lingotes de oro y que estaban analizando la forma en que podrían sacar el cargamento del país.

Los extranjeros implicados eran José Salazar Tinajero, nacido en México y que entró al país el 20 de junio de 2016, y Manuel Portes Medina, nacido en República Dominicana y que había ingresado al Paraguay el 26 de junio de 2015. Esto se hace constar en varias publicaciones del archivo de ABC Color. Tanto Tinajero como Portes fueron capturados el 19 de agosto de 2016 en Asunción.

La investigación, igualmente, determinó que los vendedores de la carga de oro serían Aurelio Toledo y Nilce Shenkel, ambos paraguayos. Supuestamente, el mexicano José Salazar Tinajero, al asegurar la compra de los lingotes, regresó a su país para organizar la excursión en la que tenía que ser sacada la carga del Paraguay.

Mientras tanto, en Asunción se iniciaron las gestiones legales para tratar de llevar el oro a través de su fundición y mezcla con otros elementos, como plata, cobre, hierro, zinc, plomo y estaño, que estarían contenidos en los lingotes para llevarlos fuera del país y luego volver a separarlos.

El 21 de julio de 2016 la empresa que se prestó para la operación internacional de contrabando, Cristal Esteño SA, emitió en Ciudad del Este una factura de exportación por la venta de 500 kilos de supuesta broncelina, que dijeron es un metal relacionado con el bronce.

El documento detalló que la venta de la “broncelina”, que en realidad contenía oro puro, se cerró en 550.000 dólares, es decir, a 1.100 dólares el kilo.

La firma que figura como compradora es “He Meng IN’TL Investment Group Limited”, de Hong Kong, región administrativa especial que opera prácticamente como un Estado independiente de la República Popular de China.

El representante legal de la empresa Cristal Esteño SA, Gregorio Daniel González Vera, fue uno de los principales sospechosos del esquema. El hombre fue detenido poco después y tenía 13 antecedentes penales, por delitos como estafa, lesión de confianza y violación del derecho de marca.

El 22 de julio de 2016, el despachante de aduanas Ricardo Castro Vera, detenido e imputado por contrabando y producción de documento público de contenido falso, inició oficialmente las gestiones para intentar sacar el oro del país, siempre declarándolo como si se tratara de “broncelina”.

Con el escenario preparado en el Paraguay, José Salazar Tinajero, desde Toluca (México) llamó a Atlanta (Estados Unidos) y alquiló un jet privado perteneciente a Didier Marc André, nacido en Bélgica y quien fuera imputado como cómplice de contrabando.

El 3 de agosto de 2016, el belga Didier Marc André despegó de Atlanta en su avión jet, pilotado por dos estadounidenses contratados, y recogieron en Toluca al mexicano José Salazar Tinajero y a sus dos guardaespaldas, con quienes después hicieron una escala para reabastecimiento de combustible en Guayaquil (Ecuador), hasta llegar finalmente al aeropuerto internacional “Silvio Pettirossi”, en Luque.

Al día siguiente del aterrizaje de esa tripulación (el 5 de agosto de 2016), la misma aeronave citada estuvo a punto de despegar nuevamente de Paraguay con una cifra inicial de 480 kilos de la supuesta broncelina (que luego Audelio Toledo dijo que eran 584 kg de oro puro). El plan de vuelo contemplaba un viaje directo a Atlanta y, de ahí, supuestamente, a Hong Kong.

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