Durante los meses de enero febrero y marzo, acudir a las piscinas es una práctica muy frecuente dado que todos buscan aplacar el intenso calor. Sin embargo, en los lugares públicos resulta más sencillo contagiarse inclusive con el simple estornudo de otra persona que puede acabar infectando a los que se encuentran a su alrededor.
Otro factor importante constituyen los cambios bruscos de temperatura. Permanecer en un ambiente muy frío en las oficinas o las habitaciones, para luego salir a chocar contra un clima extremadamente caluroso, es sin duda sumamente perjudicial para el organismo.
Por ello, lo recomendable es no abusar con la intensidad de los acondicionadores de aire, y mantenerlos entre 22 a 24 grados, pues estos artefactos son una de las causas más comunes de los cuadros catarrales durante el verano, dado que su acción provoca que bajen las defensas de nuestro organimos y los virus aprovechan ese momento para atacar el sistema inmunológico.
Con alimentos sanos como las frutas –que poseen un importante aporte de líquido– además de las verduras, y abundante agua para reponer los electrolitos perdidos al transpirar, se puede ayudar a levantar y reforzar las defensas del cuerpo. Tampoco es favorable, exponerse mucho tiempo al sol, en especial en los horarios clave a partir de las 10:00 hasta las 16:00.
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La gripe es la misma tanto en verano como en invierno, con la única diferencia que causa mayor molestia en esta época por la necesidad de reposar y tomarse una sopa caliente para aliviar los síntomas. En ambos casos son una infección de las vías respiratorias superiores y tienen una duración de aproximadamente una semana.