Obtener lo mejor, a partir de lo peor

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Apenas terminada la 2da. Guerra Mundial y firmada la rendición incondicional del Tercer Reich ante los Aliados, se iniciaron en toda Alemania tareas de reconstrucción que requirieron del esfuerzo titánico de la población toda, que se sacudió el polvo, dolor y sangre de seis años de Guerra, destrucción y dolor, yendo hacia un objetivo común que permitiría a esta Nación volver a convertirse en pocos años en una potencia Mundial, hecho conocido como el “Milagro Económico Alemán”, y permitió a este país volver a ser grande, no solamente en términos económicos, de investigación y adelanto tecnológico. También permitió a los alemanes recuperar su dignidad y honrar a las principales víctimas del nacionalsocialismo, a través del pago de indemnizaciones que se siguen honrando hasta la fecha.

La misma cosa ocurrió con Japón al término de la misma guerra con el agregado de haber sido lanzados sobre su territorio, en zonas pobladas densamente, dos bombas atómicas cuyo poder destructivo se estaba probando, y estuvieron a la altura de las expectativas, vale dolorosamente la pena decirlo.

Los Estados Unidos sufrieron una catástrofe –pero esta vez por causas climatológicas- hace casi dos décadas, cuando el huracán Katrina –considerado uno de los huracanes más violentos registrados en la historia mundial y entre los 5 más destructivos en la historia de los Estados Unidos- provocó a su paso por 4 o más estados del sur cerca de 1.900 muertes y pérdidas materiales por miles de millones de dólares; reaccionando el Gobierno central poniéndose al hombro a los damnificados y afrontando con todos sus recursos esta adversidad. Estos son solamente los ejemplos más conocidos por todos de entre muchísimos casos en que países enteros y sus habitantes enfrentaron con valor y entrega situaciones no previstas e imposibles de contener, y no solamente levantaron, reconstruyeron y recuperaron, sino agregaron mucho más y salieron fortalecidos de la experiencia.

Se podría alegar que estos son países grandes, que poseen recursos y hasta intereses a nivel mundial que les sirvieron de apoyo de una u otra forma, lo cual no dejaría de tener una parte de verdad. Pero, son imperios justamente porque a través de la historia se caracterizaron por saber afrontar con altura tanto las épocas de bonanza como las épocas de crisis, actuando con criterio y visión de futuro. Pero también hay muchos casos de países y comunidades pequeñas que se sobrepusieron a desastres de diversa índole demostrando una unión y adhesión a la causa común dignas de admiración.

En Paraguay, tenemos a la fecha más de 13.000 fallecidos a causa de la pandemia, y la cantidad de fallecidos por día apenas está disminuyendo. La crisis sanitaria desnudó falencias administrativas enormes y manejos fraudulentos en la adquisición de medicamentos e insumos, y la falta de preparación por parte de las autoridades. Claramente, nadie estaba preparado para esto, pero la diferencia fundamental radica en la forma en que se enfrenta la crisis. La cantidad de muertos es tal, que prácticamente cada familia paraguaya conoció o conocerá de un luto, y al igual que sucedió en la Guerra del Chaco y en la Revolución del ´47 (por no mencionar la Guerra Grande, de connotaciones absolutamente devastadoras en lo que hace al ser nacional), la Nación Paraguaya sufrirá las consecuencias por sus muertos, por los lutos que no se pudieron respetar, por las lágrimas contenidas, por los abuelos que estaban destinados a acompañarnos unos años más y el covid nos arrebató.

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Y una vez más podríamos usar estos hechos –y otros similares- para justificar tantas cosas que no funcionan correctamente, y ampararnos como sociedad –jóvenes y adultos, estudiantes, funcionarios públicos, artistas, militares y policías- para seguir viviendo y conviviendo en este status quo de aletargamiento, falta de conciencia social, justicia desigual y bajo nivel de autocrítica, o bien podemos aprovechar la oportunidad como lo hacen las grandes naciones, emularlas, y obtener lo mejor a partir de la situación en la que nos hallamos.

La vida no parece ser siempre justa, no todas las veces obtenemos lo que creemos merecer o pensamos que nos merecemos, y no siempre nuestras acciones se van a justipreciar, pero de cada uno de nosotros depende qué actitud asumamos ante las adversidades. Recuerdo a doña Rosa, una excelente profesional y Gerente de Recursos Humanos de una prestigiosa empresa, que cuando encaraba a un colaborador con un problema grave (personal o laboral), que apeligraba su performance dentro de la organización, lo encaraba con las siguientes palabras “el problema ya existe, y en tus manos está ocuparte de él o solamente preocuparte. Llegaste al fondo de la pileta y tenés la brillante oportunidad de dar una patada e impulsarte hacia arriba, o hundirte del todo”.

¡Qué buena oportunidad para nosotros como sociedad! Qué excelente excusa tenemos para parar la pelota, mirar a nuestro alrededor, ver qué compañeros corrieron toda la cancha durante el partido y quiénes están en ella solo por favores debidos por el entrenador, ver quiénes alientan positivamente desde las graderías y quiénes critican todas las jugadas negativamente sin aportar nada. Qué buen momento para leer la hoja de vida de los candidatos que se postulan para las próximas elecciones, y con ellos y a través de ellos parecernos más a los prohombres de la Patria y menos a los legionarios hombres escombro que la quieren vender por partes.