De por qué los niños deben ser vacunados

El viernes 9 de julio será una fecha para la historia. A la tarde-noche, la expectativa por la llegada de los un millón de dosis de las vacunas Pfizer donadas por el gobierno de los Estados Unidos emocionó a gran parte de la población que viene esperando los biológicos desde hace tiempo.

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No era para menos, luego de ver a más de 13.000 personas fallecidas, la desesperación por vivir en un laberinto iba creciendo. La donación no estuvo exenta de polémicas. Que si por qué “tenemos que vivir de donaciones” y demás etcéteras. Hay un sector, el de los padres de niños pequeños, que celebra cualquier iniciativa que nos acerque cada vez más a la ansiada “nueva normalidad”.

En ese contexto, la llegada –por primera vez– de tal cantidad de vacunas de una sola vez movió a un grupo de padres a exigir que sean vacunados todos los niños y niñas de cara al regreso a clases y al regreso a su derecho de vivir una infancia plena.

Hace más de un año que convivimos con el virus del covid-19, que ha causado estragos en muchos aspectos. Tuvimos que adaptarnos bruscamente a este sistema de supervivencia, cuidándonos más que nunca, usando tapabocas, lavándonos las manos y “visitándonos” a través de una videollamada. Quienes se llevan todos los premios por la resistencia a esta prueba sin dudas son nuestros niños y niñas. Dejaron la escuela y los juegos con sus pares, tuvieron que aprender a jugar en cuatro paredes y dar clases a través de una pantalla viendo a sus compañeros y profesores poniéndole garra. Dejaron de ir al súper y a los cumpleaños en vez de esperar a que explote la piñata o jugar en el globo loco, tuvieron que aprender a tener paciencia y superar el estrés. Hoy día los tíos, padres y abuelos ya están siendo inmunizados, y de a poco volviendo a sus actividades, saliendo y socializando en grupos reducidos, ¿y los niños? ¿qué pasará con ellos? Ellos quieren volver a jugar en los parques, quieren volver todos los días al colegio y compartir la merienda o un abrazo con sus compañeros, jugar a las escondidas o a la ronda sin temor a contagios, quieren volver a vivir. No es justo que nuestros pequeños grandes campeones no sean inmunizados, no es justo que quienes callaron y se adaptaron sin ninguna queja a una vida en pandemia cuando era su única opción no reciban YA las vacunas, no es justo que cuando ellos demostraron ser más adultos que los propios adultos no sean incluidos en un grupo de prioridad.

Niños y niñas, ustedes son unos campeones, merecen ser inmunizados, merecen volver a salir, a vivir la infancia que les ha sido diferida por más de un año. Las personas menores de edad tienen derecho al acceso a una vida digna y por sobre todo a la salud. Han soportado estoicos los embates de un sistema educativo deficiente basados en tareas de Whatsapp y fotocopias, en especial las escuelas menos favorecidas. Ellos se merecen consideración de las autoridades, se merecen que se les devuelva la niñez plena y verdadera.

Es sabido que vacunar o no a niños es una discusión que se dirime a nivel científico. Países como Uruguay, Estados Unidos, Canadá y China, por citar algunos, ya han realizado vacunaciones a menores edad con éxito. Las vacunas usadas fueron justamente la Pfizer además de Sinopharm y Sinovac, utilizadas en niños de 3 a 17 años. Lo que la OMS (que nos mintió con la provisión de vacunas) recomienda es no hacer vacunaciones masivas a niños hasta que no se aseguren las dosis para todos los adultos. De poder, se puede, solo falta voluntad política internacional.

lciotti@abc.com.py

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