Terremoto Alves, el barómetro de la violencia y la noción de límite

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Tremendo escándalo ha sacudido al mundo del fútbol con la detención en Barcelona de Dani Alves, jugador de futbol brasileño, con una larga y fructífera carrera plagada de títulos, acusado de haber violado a una joven en el baño de la zona VIP de la exclusiva discoteca Sutton, un lugar de moda situado cerca de la famosa Pedrera-Casa Milá, la gran obra maestra de Antoni Gaudí. Alves está ante un momento crítico de su existencia, ante el partido más difícil de su carrera, del que solo podrá obtener un resultado digno si dice la verdad y toda la verdad, si asume las consecuencias de sus actos y pide perdón por los errores que pudo cometer la noche del pasado 30 de diciembre.

Ante la deplorable noticia, el entrenador del Fútbol Club Barcelona, Xavi Hernández, expresó su pesar y lamentó el momento por el que estaba pasando su excompañero “Dani”, uno de los jugadores con más carisma del equipo que protagonizó una de las épocas más gloriosas del todopoderoso Barcelona. Con 42 títulos en su palmarés deportivo, Alves es un mito para muchos amantes del fútbol. O lo era. Al día siguiente de su anterior declaración, Xavi pidió perdón y dijo: “Me gustaría aclarar lo que dije de Dani Alves. No estuve contundente en mis palabras y obvié a la víctima… Se tienen que condenar estos hechos. Sea Dani o sea quién sea. Quiero pedir disculpas y dar mi apoyo a la víctima”.

La víctima es una mujer de 23 años que, ante las dudas sembradas por el entorno que insinúa un posible interés torcido en todo este escándalo, ha decido renunciar a la indemnización que le tendría que hacer el futbolista si éste pierde el juicio. Aunque la jueza le ha recordado a la joven que tiene derecho a una compensación económica en el caso de que el futbolista sea declarado culpable, la presunta víctima ha rechazado esta posibilidad, porque su único interés es que el acusado pague con la cárcel por lo que hizo.

El equipo mexicano en el que actualmente militaba Dani Alves ha decido rescindir su contrato, en parte por la presión de los patrocinadores, pese a que el jugador niega las acusaciones. El que fuera jugador destacado de la selección brasileña, el Sevilla, la Juventus, el Paris Saint-Germain, São Paulo y Barcelona, termina de la peor manera posible, con 39 años, su carrera deportiva. Algunas personas han salido en defensa de Alves, solicitando respetar la presunción de inocencia hasta que no haya una sentencia en firme, un argumento que podría ser muy válido en el caso de que el jugador hubiera manifestado ante la juez un relato consistente, en lugar de cambiar su testimonio en tres ocasiones, dando una versión de los hechos radicalmente diferente si comparamos la primera y la última declaración. La justicia, por el momento, ha reconocido que el relato de la joven es más verosímil, contundente y persistente. Además, los informes de la policía catalana -los Mossos d´Esquadra- y las pruebas biológicas de la supuesta violación apuntan a que el relato de la joven tiene altas probabilidades de ser cierto.

El penoso caso de Dani Alves nos recuerda que debemos estar siempre alertas y rechazar de manera rotunda cualquier forma de violencia. En este reto de crear una conciencia colectiva basada en el respeto, la bondad, la franqueza y el servicio con empatía y solidaridad, es clave aprender a identificar y distinguir las diferentes expresiones de violencia. Este barómetro es muy amplio y es conveniente conocerlo, porque puede ir desde las manifestaciones más suaves, como suelen ser las bromas hirientes y los ambiguos e infantiles chantajes, hasta el extremo opuesto, que son los comportamientos de máxima gravedad como la mutilación y el asesinato.

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Es clave formar a la ciudadanía, para que sepa reconocer un chantaje, una mentira, un engaño, la indiferencia intencionada, los celos, la generación de culpas tóxicas, las descalificaciones, las acciones que buscan ridiculizar y ofender, así como también considerar las humillaciones en público, las intimidaciones, las amenazas, los controles excesivos, las prohibiciones ilegítimas, la destrucción de artículos personales, el acto de toquetear o acariciar de manera agresiva; a veces la violencia se esconde también en golpes que se propinan “jugando”, en pellizcos aparentemente inocentes, cuando no también mediante empujones, cachetadas y patadas. El barómetro continúa con otras acciones lamentables como son encerrar a alguien o aislarlo contra su voluntad, amenazar con objetos o armas, recibir amenazas de muerte, forzar a una relación sexual, abusar sexualmente de otra persona y, por último, la brutal violación, sin medida ni límite, donde está ausente cualquier signo de humanidad.

Todas las manifestaciones anteriores son violencia, cuyo significado etimológico latino (violentia + olentus) no deja lugar a dudas de su contenido esencial: “el que actúa con abundancia de fuerza”. Según el relato que ha trascendido a la opinión pública y que debe ser refrendado por las autoridades, en el escandaloso episodio protagonizado por Dani Alves, se dieron varias formas de violencia, antes de desencadenarse el fatal episodio final. Aquí condenamos cualquier forma de violencia y afirmamos que, en la medida en que haya una mayor conciencia del barómetro de la violencia en cada una de sus posibles manifestaciones, las personas serán conscientes de los actos violentos en sus estadios menores y podrán activar el protocolo de defensa y denuncia, evitando que se produzcan actos de violencia en sus niveles mayores. Es vital, en otras palabras, atacar el problema al comienzo, algo similar a lo que sucede con un tumor, sin permitir consolidar malas prácticas -modos de violencia sibilinos- que nos predisponen a ser violentos de una manera superior. La violencia es un tumor maligno que necesitamos erradicar cuanto antes, ojalá en su fase inicial y de manera contundente.

La neurociencia nos dice que la causa de la violencia puede deberse a la testosterona, a la adrenalina y a la dopamina, y, en el caso de Dani Alves, de confirmarse las acusaciones contra él, posiblemente a la combinación de varios fenómenos que, juntos, produjeron un “cóctel mortal”. Sea cual sea la explicación física y química que finalmente prevalezca, la ética, en su rol de autoridad y guía de la razón para distinguir el bien del mal, nos ofrece y muestra otra explicación: dejamos de actuar bien cuando perdemos la noción de límite, cuando violamos el principio sagrado de que no todo me está permitido, como enseña el relato bíblico de Adán y Eva, aunque a veces nuestra limitada mente y débil voluntad no alcance a verlo y aceptarlo. Ya lo advirtió Confucio: cuando abandonamos la virtud y la noción de límite, la oscuridad se adueña del alma, permitiendo que los vicios lleguen como pasajeros, nos visiten como huéspedes y, en el peor de los casos, como en el de Alves, se queden campando a sus anchas como amos.

@pabloalamocoach