Jesucristo, ejemplo de líder

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Muchas personas en la sociedad poseen algún tipo de liderazgo, como directores, empresarios y jefes. Otros lo tienen como padres y madres, de tal modo que casi todos tenemos algo que ver con la misión de ser un guía.

Algunas personas tienen un puesto bastante importante, sea en la función pública, sea en la privada, que implica decisiones que afectan a mucha gente.

Este liderato puede ser para el bien, para el progreso y sana convivencia, o puede ser para el mal, como lo dice Jesús: “Para robar, matar y destruir”.

El Evangelio de hoy es conocido como “Del Buen Pastor”, en el cual Jesús se presenta como ejemplo de verdadero líder para todos los que ejercen el liderazgo en el país, en una empresa, en un ministerio, universidad, iglesia u otra asociación.

El Señor pone algunas características del dirigente que merece confianza. En primer lugar, está el proceso de cómo uno accede al cargo que tiene: cuando es a través de méritos propios, de buena formación profesional y moral, lo lleva a ser reconocido: “El guardián le abre la puerta y las ovejas escuchan su voz”. Esto no se da cuando es a través de politiquería, tráfico de influencias, chonguismo y otras fechorías.

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Enseguida, Jesús muestra que las “ovejas deben reconocer la voz de su pastor”, lo que significa que el líder es una persona transparente, que dialoga, que establece metas comunes y realistas. Respeta la identidad personal de cada uno: “Él llama a las ovejas por su nombre”. Asimismo, hay una cierta afinidad afectiva entre el guía y los demás, lo que es conseguido con su esfuerzo, y el de sus dirigidos.

En tercer lugar, el líder verdadero es aquel que busca la vida abundante para todos, es decir, que las personas puedan tener una existencia digna, disfrutando de las condiciones mínimas para la realización humana. Acá también toca el delicado aspecto de la libertad, como enseña el Maestro: “Podrá entrar y salir y encontrará alimento”. Esta libertad, que todos deben usar para hacer el bien y para construir.

Finalmente, el dirigente fidedigno es capaz de sacrificar sus comodidades, privilegios y hasta la propia vida para el bien de sus dirigidos.

En contraposición está el ladrón y asaltante, que es egoísta, tramposo y violento.

Estamos en día de elecciones en el país: que nadie venda su dignidad, ni tampoco sea manipulado para emitir su voto.

También conmemoramos el Día del Obispo: recemos y colaboremos más con nuestro episcopado.

Finalmente, un abrazo, y nuestra gratitud a todos los Maestros.

Paz y bien