De dengue y nepo-huevos

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A propósito de esta nueva epidemia del dengue que nos acorrala, al que se suma el fatídico covid-19, pareciera que los paraguayos estamos encadenados a un sino trágico (sino: hado, suerte, fatalidad, destino, azar, según la RAE) del que no podemos sustraernos.

A esta altura ya nadie desconoce sobre las condiciones para que se propague el dengue, que es transmitido por un mosquito, el Aedes aegypti, que se reproduce con gran facilidad en aguas estancadas, sea en floreros, latas, piscinas abandonadas, bolsas de plástico tiradas por ahí. Hasta en tapitas de botellas.

Nosotros, los humanos, la especie inteligente, somos las principales víctimas de esta enfermedad social, por eso de la estupidez humana, hacemos todo lo contrario a lo que debe ser para evitar que estos insectos se reproduzcan. Con solo mantener limpios nuestros patios, nuestro barrio, podemos frenar la reproducción e invasión de este temible y –al tenor de los ejemplos– invencible enemigo.

La reflexión viene a cuento de una especie de graffiti que anda circulando por las redes: “Una enfermera para 20 pacientes, 35 asesores para un diputado. Te das cuenta dónde está la epidemia”.

El graffiti, ese medio de expresión tan elocuente, devenido en arte urbano, es poco habitual en nuestro país. No por falta de creatividad. Tal vez por nuestro poco hábito de lectura, y por añadidura a la escritura. Pero, vaya que sí puede ser una herramienta eficaz para escupirle en la cara a los bandidos el hartazgo de una sociedad.

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Viene como anillo al dedo a nuestra realidad política y social. A nadie escapa que uno de los mayores males que padecemos –peor al dengue o el covid– es esa especie de tuku guasu metido a políticos, que se devora el presupuesto público y los sueños y esperanzas de un país mejor.

Pese a ello, les seguimos manteniendo en los espacios de poder. Seguimos votando a nuestros verdugos en una suerte de suicidio colectivo al que estamos condenados.

No solamente somos incapaces de eliminarlos del espectro social, sino que propiciamos los criaderos de ignorancia, pesimismo, miedos y clientelismo político, donde se reproducen cómodamente.

Asistimos impasibles a la tragicomedia nacional de nuestros políticos-langosta depositando sus “nepo-huevos” en cuanta institución del Estado tienen a su paso, asegurándose su reproducción indefinida. Pareciera que estamos marcados por la fatalidad, acorralados, incapaces de sacudirnos de encima estos fatídicos males sociales como el dengue, covid y nuestros insufribles poli-langostas.

jaroa@abc.com.py