Los mensajes no fueron solamente para las autoridades o los líderes, sino también a la ciudadanía en su conjunto, invitando a repensar el modo en que se construye comunidad.
En el ámbito económico, el impacto de la festividad volvió a ser significativo. Desde la Municipalidad se informó que la masiva presencia de fieles habría generado un movimiento superior a los 25 millones de dólares en ventas comerciales y en ingresos por tasas municipales. Esta cifra refleja la magnitud del evento y su importancia para la economía local y regional.
No obstante, junto a estos aspectos positivos, también quedaron expuestos desafíos que se repiten año tras año y que requieren una mirada más profunda. Uno de los puntos más sensibles fue la gran cantidad de residuos generados durante los días de peregrinación. Toneladas de basura quedaron acumuladas tanto en el microcentro de Caacupé, así como en rutas y caminos utilizados por los fieles.
Este escenario no admite explicaciones simplistas. Si bien es válido apelar a la responsabilidad individual y a la educación ambiental, también resulta evidente que la magnitud del evento exige una planificación especial y sostenida. La insuficiencia de basureros, contenedores y puntos de recolección visibles y accesibles limita las opciones de quienes desean desechar correctamente sus residuos.
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La situación deja en evidencia la necesidad de fortalecer estrategias integrales para futuras ediciones. La instalación de más recipientes, la implementación de cuadrillas de limpieza permanentes durante los días críticos, campañas de concienciación previas y el trabajo coordinado entre instituciones podrían marcar una diferencia significativa.
La festividad de Caacupé moviliza fe, tradición, economía y esfuerzo humano. Por ello, el desafío es lograr que ese enorme movimiento se desarrolle en condiciones que también cuiden el entorno y la salud pública.
Ofrecer un ambiente limpio y ordenado no solo es una cuestión logística, sino un acto de respeto hacia quienes llegan desde distintos puntos del país y dejan, además de su devoción, un importante aporte económico y social. La experiencia de este año deja aprendizajes valiosos que, bien capitalizados, pueden contribuir a que la próxima edición sea más equilibrada, sostenible y acorde al mensaje de cuidado ambiental que se proclama desde el propio altar.
faustina.agüero@abc.com.py