Siria: miles de personas luchan por sobrevivir en el frío invierno

Los intensos enfrentamientos, incluidos los bombardeos aéreos y tiroteos, se han intensificado dramáticamente desde mediados de diciembre en el norte de Siria, alimentando uno de los desplazamientos más grandes de personas desde que comenzó la guerra.

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El aumento de la violencia, concentrado en las áreas del noreste de Hama, el sur de Alepo y las gobernaciones del sur de Idlib, está afectando profundamente a la población que ya ha sufrido casi 7 años de conflicto.

Decenas de miles de familias han huido al norte, hacia la frontera con Turquía, en donde viven en tiendas sobrepobladas o en refugios improvisados mientras soportan el frío clima invernal.

Abu Mustafa, un hombre de 37 y padre de seis, llegó a Sarmada, una ciudad cerca de la frontera con Turquía, con las manos prácticamente vacías. Además de la suya, otras 20 familias juntaron su dinero para rentar un pequeño terreno por aproximadamente $1,000 dólares mensuales.

“No tuvimos otra opción. Necesitábamos un lugar donde dormir”, comentó Abu.

Las familias construyeron refugios improvisados usando pilares de hierro que cubrieron con mantas y bolsas de plástico. No hay pisos, así que no tienen protección alguna del sucio suelo que está mojado y cubierto de escarcha.

“El frío se filtra por todos lados,” nos relató Abu.

Muchas de estas familias dejaron sus hogares con las manos prácticamente vacías. Otros salieron con sus pertenencias amontonadas en camiones y tractores, recuperando herramientas para la agricultura, electrodomésticos y otros objetos de valor que pueden venderse para sobrevivir. Dicen que el desplazamiento masivo ha dejado varios pueblos prácticamente abandonados.

Los campos formales en la zona se han expandido más allá de su capacidad, dejando a la mayoría de las personas internamente desplazadas viviendo dentro de 160 asentamientos improvisados que se extienden a lo largo de una gran área. Están viviendo en tiendas de campaña improvisadas, con hasta tres o cuatro familias en cada una. La mayoría de las familias tienen un promedio de seis integrantes.

En estos campos informales, hay un acceso limitado a refugios básicos, servicios de saneamiento, alimentos, agua y atención médica. El clima húmedo y frío y los campos sobrepoblados amenazan con contribuir a un mayor deterioro de las condiciones de vida en un momento en que muchos actores humanitarios están reduciendo sus operaciones dentro de Siria.

El Dr. Mohammed Yaakoup, miembro del equipo médico móvil de MSF, visitó recientemente el campamento Al-Rahman cerca de la frontera turca. Cuarenta y cuatro familias recientemente desplazadas llegaron hace poco al campo donde ya vivían 70 familias. La creciente población está llevando a las precarias instalaciones a su límite.

"La situación médica es realmente difícil. Las infecciones del tracto respiratorio son muy comunes. Algunas familias han estado viajando durante una semana antes de llegar aquí, acampando al costado de la carretera, al aire libre ", dijo. "Muchos pacientes con enfermedades crónicas no han tomado su medicamento desde hace un mes. Tuvimos numerosos casos de pacientes con diabetes y presión arterial alta. Los niños llevan años sin ser vacunados”.

El médico está realizando alrededor de 45 consultas por día, y una partera del equipo está realizando 15.

Los equipos de MSF también han estado distribuyendo kits de higiene e invierno, incluyendo mantas y colchonetas aisladas para dormir.

Hasta el momento, estos kits se han distribuido a más de 1,000 familias. Médicos Sin Fronteras está brindando apoyo adicional, incluyendo la donación de suministros médicos, la realización de referencias de emergencia en la región y la ayuda para aumentar la capacidad de algunas instalaciones médicas clave. La organización también está apoyando a los servicios de ambulancia a través de la donación de combustible y el mantenimiento.

Durante las próximas semanas, los equipos de MSF ampliarán su programa de alcance de vacunación y se coordinarán con otras organizaciones para intentar continuar de manera eficiente la distribución de kits de artículos de primera necesidad a las personas con necesidades más urgentes.

Mientras tanto, persisten los ataques aéreos, obligando a quienes han sido expulsados de sus hogares a huir una vez más.

"Uno de los asentamientos que visitamos fue atacado varios días después. Las personas se vieron obligadas a trasladarse nuevamente", comentó Zuhair Kanjou, coordinador de proyectos de MSF para el norte de Siria. “Los refugios en los que están viviendo no son adecuados para las personas. Se inundan cuando llueve y están repletos de barro. La situación es miserable", dijo.

“No tengo ninguna visión de futuro. Solo rezo para volver a casa” Abu Mustafa, 37 años, padre, procedente del distrito de Elhos, área rural al sur de Alepo, Siria. Recogido el 12 de enero de 2018 “Huí de mi pueblo con mi esposa, mis 6 hijos y otras 20 familias que también son parientes. Los fuertes bombardeos y ataques aéreos han tenido un gran impacto. 360 pequeños pueblos han sido abandonados porque sus habitantes han huido.

Llegamos aquí a Sarmada, cerca de la frontera con Turquía, hace solo dos días. Algunas familias aún están armando sus tiendas. Otros no tienen un refugio propio, por lo que deben compartirlo con otras familias.

Buscamos rápidamente un lugar donde quedarnos. Descubrimos que podíamos alquilar esta tierra por 450.000 libras sirias (1.000 dólares estadounidenses) al mes. Fue difícil recaudar suficiente dinero de las 20 familias que viven aquí para cubrir este gasto. La mayoría de estas personas trabajan como jornaleros en las granjas de otras personas. No teníamos otra opción. Necesitábamos un lugar donde dormir. Construimos nuestra tienda con pilares de hierro y los cubrimos con mantas y bolsas de plástico. Las tiendas no tienen suelo. De modo que el suelo es de arcilla, que está mojado y cubierto de escarcha. El frío se filtra por todas partes.

Necesitamos agua limpia e inodoros para evitar la propagación de enfermedades.

Para mí, no tengo ninguna visión de futuro. Solo rezo para volver a casa. Si nos quedamos aquí, las personas mayores, los niños y los enfermos sufrirán. La mayoría de nosotros ya estamos enfermos por el frío y las dificultades que experimentamos por el camino hasta llegar aquí”.

“Muchos pacientes con enfermedades crónicas no toman su medicación desde hace un mes”

Testimonio del Dr. Mohammed Ya'akoub, equipo médico móvil de Médicos Sin Fronteras (MSF), en Idlib, Siria. Recogido el 19 de enero de 2018

“Hoy hemos visitado el campo de Al-Rahman, cerca de la frontera turca, donde han llegado recientemente 44 nuevas familias desplazadas. Allí ya había otras setenta familias desplazadas.

Algunas de estas familias lograron traer sus pertenencias pero otras viajaron sin nada. Cuando visitan la clínica, muchos de ellos están tristes y no hablan mucho, aparte de preguntar cuándo podrán volver a casa. Algunas familias también se quejan del elevado precio del alquiler de la tierra para encontrar refugio y la falta de tiendas y ayuda.

El campo ya estaba bastante lleno con las setenta familias. Ahora hay más de cien. Algunos de los recién llegados trajeron sus propias tiendas. Otros reciben tiendas de las organizaciones sin ánimo de lucro. Muchas familias se ven obligadas a compartir. La situación médica es realmente difícil. Algunas familias han estado viajando durante una semana antes de llegar aquí, acampando junto a la carretera, al aire libre.

Muchos pacientes con enfermedades crónicas no toman su medicación desde hace un mes. Tuvimos numerosos casos de pacientes con diabetes e hipertensión. Los niños no habían sido vacunados durante años.

MSF proporcionó medicamentos y medicinas a personas con enfermedades crónicas y las primeras dosis de vacunas para mujeres embarazadas y niños. Cambiamos los vendajes de las personas heridas. El hospital más cercano a este asentamiento está a 10 kilómetros y es difícil llegar hasta él. La gente no puede pagar el transporte, por lo que las clínicas móviles son la mejor opción disponible”.

“El viaje hasta aquí fue como viajar a través de la muerte”

Testimonio de Um Sultan, una mujer siria de 60 años de Ras El Ein, Idlib, Siria. Recogido el 12 de enero de 2018

“Huimos de Ras El Ein debido a los bombardeos y la muerte. Tenemos muchos hijos, ocho hijos, tres hijas y unos veinte nietos. Viajamos hacia el norte, a Hazano, que está en la zona rural de la provincia de Idlib.

Nos instalamos aquí porque no tenemos otro lugar adonde ir. Lo que sucedió nos ha conmocionado. No lo esperábamos. Ahora alquilamos esta tierra por 75.000 libras sirias (165 dólares estadounidenses) al mes. Hemos montado una tienda con todas las pertenencias que tenemos.

El viaje hasta aquí fue como viajar a través de la muerte. La carretera estaba llena de automóviles, con aviones de guerra en el cielo y ataques aéreos a nuestro alrededor. Mi hijo se estrelló con el coche por la velocidad a la que conducía, aterrorizado.

No hemos recibido ninguna ayuda. Vivimos en este campo fangoso, sin agua, productos de higiene, inodoros ni tiendas de campaña adecuadas. Conseguíamos agua potable del tanque de agua de nuestro vecino, pero se ha agotado, por lo que tampoco tenemos agua.

Trajimos nuestros muebles y mis hijos los están vendiendo para comprar herramientas para poder construir refugio. Nuestra situación es horrible. Sin baños, caminamos y nos escondemos detrás de un árbol o una colina. No nos hemos bañado desde que llegamos.

Lo que más necesitamos son baños, agua potable y ropa limpia, sobre todo para los niños. Viajamos solo con la ropa que llevábamos puesta. Pero se nos ha ensuciado de barro. Cuando lavamos esta ropa, los niños permanecen desnudos, en el frío, hasta que la ropa se seca y pueden vestirse de nuevo.

Espero que podamos regresar a casa pronto. Nuestra familia tiene doce casas que dejamos atrás. Lo mejor es volver a casa”.

“Caminan por caminos embarrados, llevando con ellos todo lo que pueden”

Zuhair Kanjo, director de Proyectos de Médicos Sin Fronteras (MSF), en Idlib, Siria. Recogido el 19 de enero de 2018

“Cuando supimos de la primera oleada de personas desplazadas, realizamos una evaluación rápida de las necesidades de dos días. Un equipo de MSF visitó nueve asentamientos diferentes en el campo oriental de Idlib. Algunas de las personas desplazadas que conocimos allí se habían mudado a la casa de parientes que vivían en esta zona, pero la mayoría de ellos vivían en tiendas improvisadas.

Algunas organizaciones locales ya habían entregado una pequeña ayuda. La gente usaba su propio dinero para comprar agua y comida y para cubrir sus necesidades básicas, pero muchos no podían permitirse el lujo de hacerlo. MSF fue la primera organización humanitaria médica en el terreno.

No hay baños ni instalaciones para lavarse en estos asentamientos. Sin inodoros, las personas se ven obligadas a caminar largas distancias para ir al baño detrás de una colina o un árbol, o incluso al aire libre. Algunos de ellos usaron madera y mantas para construir un inodoro improvisado.

La situación de los desplazados internos es muy difícil. Es invierno y las personas en estos asentamientos necesitan tiendas adecuadas y calefacción, y hay una gran necesidad de leche para los niños. En este momento, necesitarían viajar 40 kilómetros para encontrar un cartón de leche.

También hay necesidades de atención médica. Algunos de estos asentamientos son visitados por una clínica móvil, pero esto ocurre solo una vez al mes. Los refugios donde viven no son adecuados para las personas. Se inundan cuando llueve y están llenos de barro. Las recientes lluvias y tormentas de nieve destruyeron cientos de tiendas de campaña. Viven en la miseria.

Y la situación está empeorando porque cada vez llegan más y más personas desplazadas a esta zona. Esto, a pesar del hecho de que muchas organizaciones no tienen capacidad para satisfacer las necesidades de lo que es uno de los mayores movimientos de población que ha tenido lugar en Siria desde que comenzó la guerra.

Estas áreas eran en su mayoría estables antes de que estallara la violencia reciente, lo que permitió que la población local permaneciera en ellas. De hecho, muchos de ellos hospedaron a otras personas desplazadas que huían de la violencia de otras partes del país.

La escalada de la lucha, sin embargo, lo ha cambiado todo. Los habitantes de áreas que antes se habían considerado seguras están ahora huyendo. Viajan a pie porque carecen de otro medio de transporte. Caminan por caminos embarrados, llevando con ellos todo lo que pueden”.

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