En un mundo tan caótico y ruidoso, Sofía comenzó a indagar en las vías de comunicación de las personas con discapacidad auditiva y hace más de un año emprendió su camino de aprendizaje; de esta manera, la joven conoció una de sus más grandes pasiones: la lengua de señas. “Me puse a pensar en los distintos motivos por los que podemos adquirir la discapacidad auditiva, ya que mi primera profesora de lengua de señas era oyente, pero por complicaciones médicas perdió este sentido”, relata.
Los comentarios negativos no se hicieron esperar y llovieron sobre la iniciativa de Sofi; sin embargo, la joven tenía un paraguas de tolerancia para protegerse pues, según la estudiante, la falta de conciencia de muchas personas la motivó aún más. “En primer lugar, la inclusión es un derecho; además, la lengua de señas sirve para empezar a sentir empatía por las personas con discapacidad auditiva”, argumenta Sofía.
Por otra parte, ella asegura que lo más difícil de aprender la lengua de señas fue la estructura gramatical que esta posee ya que, al basarse principalmente en gestos y signos, construir ideas resulta muy distinto a la expresión oral. “Todos los verbos están en infinitivo y no existe conjugación de tiempo, sino que solo se utilizan las señas de ayer, hoy y mañana; la mayoría de las veces uno entiende el relato por el contexto”, comenta la joven.
Con los conocimientos adquiridos, Sofi se postuló al programa Jóvenes Embajadores, auspiciado por la embajada de los Estados Unidos, donde recibió la capacitación y el apoyo necesarios para crear Manitos Py, una iniciativa que busca difundir la lengua de señas en la citada comunidad. “Actualmente, contamos con 28 alumnos del primer grado del colegio Miguel Ángel Rodríguez de Ñemby, pero pensamos expandir las clases a otras instituciones educativas y ciudades”, asegura la joven.
Todos los beneficios, en un solo lugar Descubrí donde te conviene comprar hoy
Los voluntarios de Manitos Py no son únicamente de la zona, pues reciben a personas de ciudades como Ypacarai, Emboscada, Villa Elisa y Luque; quienes deseen ayudar no necesitan conocimientos previos, pues la propia Sofía hace reuniones en las que repasa los vocabularios. La estudiante agrega que “el proyecto fue seleccionado para participar del encuentro internacional Concausa que se realizará en Santiago de Chile, en noviembre de este año, donde habrá jornadas de capacitación para mejorar el emprendimiento”.
Las clases comienzan cuando Sofi y los voluntarios muestran los vocabularios, a través de pictogramas y, posteriormente, los niños salen del aula para aplicar lo aprendido mediante juegos. “Lo más gratificante es que, cuando entramos al aula, todos los alumnos corren a abrazarnos; asimismo, los pequeños estudiantes ya van combinando las palabras y elaborando en señas oraciones más complicadas por sí mismos”, señala la joven.
Por Belén Cuevas (17 años)
