Las altas temperaturas tienen a muchos derritiéndose en las calles y solo se encuentra alivio en un lugar con aire acondicionado. Sin embargo, esa no es la realidad de todos pues, en muchos casos, el calor viene acompañado de cortes de energía, haciendo imposible que cualquiera pueda realizar sus actividades básicas a causa del agobio.
Si la falta de luz hace las tardes más sofocantes y las noches más tediosas, cuando la misma viene acompañada del desabastecimiento de agua, queda completa la problemática ciudadana y se dificulta la posibilidad de encontrar sosiego dentro la casa. Ese fue el estado de muchas familias en barrios de Asunción, Lambaré y Luque, quienes no pudieron continuar con sus quehaceres cotidianos a causa del calor que estaban sintiendo, sin una gota de agua que lo mitigue.
Varios son los motivos causantes del desabastecimiento, pero las cañerías viejas, que nunca son cambiadas, resaltan como las razones principales, provocando cuantiosas pérdidas de agua cuando estas conexiones se rompen a causa de la presión.
De esta manera, más de 40.000 usuarios quedaron sin el servicio de agua potable desde el viernes pasado; varios cumplieron 72 horas de suplicio, mientras que otros continuaron con su agonía hasta este martes. Para paliar la ausencia del líquido vital, un camión cisterna de la Essap recorrió algunos barrios, proporcionando algunos litros de esperanza que resultaron insuficientes.
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Sin energía eléctrica, es posible hacer frente al calor con diversas técnicas, pero el agua resulta indispensable y solo un día sin ella hace que la rutina se vea alterada y las actividades básicas sean irrealizables. Camila Cubilla, quien vive en Luque, fue una de las afectadas por esta situación; la misma afirma que la Essap no avisó que su ciudad estaría entre aquellas que sufrirían del corte de los servicios de la empresa, tomando desprevenidos a miles de usuarios.
"En los reportes de la Essap, Luque ni siquiera figura como una de las ciudades afectadas y los camiones cisternas solo recorrieron barrios de Asunción y Lambaré, dejándonos a la deriva", comenta Camila. Igualmente, la joven dice que al hacer los reclamos pertinentes, la Essap se desentiende o se excusa para no responsabilizarse de tanta inoperancia.
"Lo único que nos queda es comprar bidones de agua para suplir de cierta manera la escasez provocada que, pese a durar tres días, se sintió eterna. No quiero ni imaginar lo que están pasando aquellos que siguen sin el restablecimiento de los servicios", expresa Cubilla.
Con estas medidas paliativas, quedar sin agua podría costar más caro que la factura mensual de la Essap, obligando al usuario a desestabilizar su rutina durante varios días y generando inseguridad cuando el calor se convierte en el peor enemigo de todos.
Por Macarena Duarte (17 años)
