Cadenas de Whatsapp con noticias falsa, supermercados llenos de gente y actividades de aglomeración popular canceladas son algunas de las consecuencias de la creciente preocupación por el coronavirus. La rápida propagación de la enfermedad por el mundo y la desinformación contribuyen a que el virus surgido en la ciudad china de Wuhan ocupe el centro de atención; sin embargo, existen otros actores que pasan desapercibidos en la escena.
Desde enero, la comunidad internacional se encuentra en alerta debido a la aparición de una nueva cepa del coronavirus, que produce una enfermedad contagiosa similar a la neumonía. El supuesto animal vector de la actual pandemia es el murciélago y las miradas acusadoras señalan a la mala higiene del mercado de Wuhan como la principal culpable.
Por otra parte, en febrero, la Organización Panamericana de la Salud indicó que Latinoamérica podría estar pasando por uno de los mayores brotes de dengue en la historia. Nuestro país no es el único que sufre las consecuencias de la ineficaz eliminación de criaderos de mosquitos pues este año, en comparación con los primeros meses del anterior, se registraron muchos más casos.
Otra temida enfermedad hizo presencia pocos años atrás, cuando la fiebre del zika llegó a América. Esta dolencia también es causada por la picadura del mismo mosquito que provoca el dengue e, igualmente, ambas enfermedades poseen síntomas similares. Todo esto no fue suficiente para sensibilizar a las personas acerca de la erradicación de criaderos para mitigar los virus.
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Una de las enfermedades más antiguas y temidas es el cólera, una infección del intestino delgado causada por consumir agua o alimentos mal higienizados, que contengan la bacteria causante de la enfermedad. De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud, la primera pandemia del cólera se registró en el año 1817, pero la dolencia data de mucho tiempo antes y, según datos del mencionado ente internacional, produce entre 21.000 y 143.000 muertes anualmente.
Desde la histórica peste negra hasta el actual coronavirus, muchas de las enfermedades de amplia propagación han tenido un origen común: la mala higiene. Esta poca preocupación sanitaria ya ha traído un grave impacto para diversos países del mundo y el Covid-19 es solo una de las ramas de este problema milenario.
Actualmente, el mundo lamenta los resultados de una precaria limpieza y carencia de sistemas eficientes de prevención. Tal vez, no es momento de entrar en pánico, sino que se presenta una oportunidad de cambiar de hábitos y tomar conciencia de las situaciones en que la mala higiene puede derivar.
Por Belén Cuevas (18 años)