¿Robar una bolsa de gallinas es más imputable que casos de lavado de dinero?

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Un joven concurrió a juicio oral por haber robado varias gallinas, pero, en el caso de un político, expedientes por enriquecimiento ilícito o lavado de dinero quedan eternamente cajoneados. ¿Es tan ciega la justicia o hay hechos más imputables que otros?

Desde muy chicos, nuestros padres nos acostumbran a diferenciar acciones buenas de las malas, explicándonos que estas últimas siempre conllevan consecuencias perjudiciales para cualquiera. Robar es un acto cuestionado y castigado desde que tenemos uso de razón; en la misma Biblia, uno de los diez mandamientos señala “no robarás”, además las leyes sancionan los robos hasta con pena privativa de libertad y, en ciertos países musulmanes, son aún más extremistas, pues cortan la mano de los ladrones.

Aparentemente, ningún tipo de advertencia hace que el índice de robos disminuya y esto también se ve reflejado en la política, donde es posible pasar de ser un humilde trabajador a un multimillonario. Por otra parte, irónicamente, las autoridades se muestran menos flexibles ante los intentos de robo, denuncias de gallinas desaparecidas y otras acciones que hasta se ven pequeñas frente a los graves casos de corrupción.

El año pasado, un joven de 22 años fue llamado a enfrentar un juicio oral y público por robar las gallinas de su vecina. Curiosamente, la Fiscalía se jactó de realizar un arduo trabajo a causa de los perjuicios económicos provocados por el imputado, mientras políticos acusados por millonarios fraudes en contra del Estado no suelen llegar ni siquiera a la audiencia preliminar.

Otro caso, también del año pasado, fue el de un joven sorprendido con una bolsa de mandiocas robada de una propiedad privada; las autoridades esposaron al ladrón “por seguridad” y lo llevaron al Ministerio Público. Asimismo, este año, a pesar de que una mujer no haya concretado el hurto por arrepentimiento, imputaron a la acusada por intentar robar ocho botellas de shampoo, en el 2017, que tenían un valor de G. 480.000, según la Fiscalía.

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Inimaginables son las causas de algunas imputaciones, que no solo se resumen en gallinas o mandiocas; la Fiscalía también solicitó un pedido de juicio oral para un hombre que robó tres kilos de asado. Por otro lado, la acusación de desvío de G. 3.700 millones por parte del extitular de Agricultura y Ganadería Enzo Cardozo descansa junto a otros expedientes cajoneados que, difícilmente, sean resueltos a causa de “trámites lentos y tediosos”.

Juicios por robos menores, pena de cárcel por intentos de hurto y otros castigos más hacen que nos preguntemos: ¿Hechos de corrupción, lavado de dinero o enriquecimiento ilícito son menos imputables que actos como robar pedazos de carne? ¿Hasta qué punto pueden llegar a ser subjetivas las decisiones judiciales? Tal vez, por eso la diosa Astrea lleva los ojos vendados al alzar su balanza pues, al parecer, la “justicia” se inclina a favor del bando menos pensado.

Por Macarena Duarte (17 años)