Trabajar con las abejas requiere amor y produce una dulce satisfacción

Las abejas endulzaron el corazón de Gabriela Leguizamón (24), quien se dedica a la producción de miel. Ella fue la mejor egresada de Veterinaria de la UNA promo 2016 y nunca pensó que iba a terminar amando y trabajando con estos insectos obreros.

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La joven conoció el mundo de las abejas cuando estaba en el primer año de su carrera de Veterinaria en un taller realizado en su facultad. “Cuando empecé a estudiar en la universidad no pasó por mi mente brindar mi amor a estos insectos bien organizados”, relata Gabriela.

Desafortunadamente, la carrera de Veterinaria no tiene una materia que esté relacionada con la apicultura; sin embargo, Gabriela se animó a realizar su tesis sobre esa temática. “Las abejas también tienen parásitos y enfermedades; ellas necesitan de cuidados al igual que el resto de los animales”, afirma.

En diciembre del año pasado, ella empezó la planificación de su propia microempresa apícola. Actualmente, tiene unas 55 cajas de abejas en su producción; las mismas están conformadas por abejas de distintos tipos: melíferas y meliponas; las primeras poseen aguijón, mientras que las segundas, no. También existe el jate’i o “rubito”, que produce una miel medicinal.

Según la joven, la gente quiere miel, pero a veces duda de la calidad de la misma. "Los colores del líquido dulce dependen de las flores de donde las abejas fueron a sacar el néctar", informa. Invita a las personas a eliminar el tabú de que si la miel se cristaliza y se endurece, no es de buena calidad, pues sí lo es. “Entre bromas, decidimos poner el nombre del producto como 'Che la reina'”, comenta.

A Gabriela le sorprenden la comunicación y la organización que tienen "las obreras". "Las abejas pecoreadoras o adultas salen a buscar el néctar y cuando vuelven a la colmena, realizan un baile para comunicarse y transmitirse, de boca en boca, lo que han recolectado", narra la profesional.

Sueña que algún día los productos derivados de las abejas sean paraguayos auténticos y que, dentro de un tiempo, se lleguen a exportar. Gabriela resalta la frase de Albert Einstein: “Si las abejas desaparecieran, el mundo duraría cuatro años". La polinización que realizan las abejas cumple una función muy importante para el equilibrio ecológico.

"Existen buenos profesionales en la apicultura, pero hay pocos", señala la joven. Según Gabriela, falta que más personas se quiten el miedo de trabajar con las abejas y ayuden a potenciar la producción de miel en el país.

Agradece a todas las personas que la apoyaron para conseguir su licenciatura, en especial a sus padres, quienes siempre le dieron aliento a fin de que sea destacada en el estudio y se anime a incursionar en la producción de miel. Gabriela desea capacitarse en la apicultura y luego transmitir sus conocimientos a través de la enseñanza; también piensa realizar un curso de posgrado en el área.

Por José Peralta (19 años)

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