En su homilía, monseñor Ricardo Valenzuela, obispo de Caacupé expresó que “muchas veces en la vida nos hemos encontrado con gente que a nosotros nos comenta o quien se hacía a nosotros mismos nos dice qué malagradecido que sos, qué malagradecido malagrecida es tal persona y esto”.
“Y enseguida reaccionamos y preguntamos ¿y por qué? Y escuchamos sus motivos. Malagradecido. ¿Qué es ser malagradecido? Malagradecido es alguien que no agradece los beneficios recibidos o no corresponde a ellos y es lo que comúnmente se conoce como un ingrato o como un malagradecido", manifestó monseñor en la santa misa en el Santuario de Caacupé.
Seguidamente, Valenzuela agregó: “Muy queridos hermanos, muchas veces en la vida nos hemos encontrado con gente que a nosotros nos comenta o quien se hacia a nosotros mismos nos dice qué malagradecido que sos, qué malagradecido malagrecida es tal persona y esto. Y enseguida reaccionamos y preguntamos ¿y por qué? Y escuchamos sus motivos. Malagradecido. ¿Qué es ser malagradecido? Malagradecido es alguien que no agradece los beneficios recibidos o no corresponde a ellos y es lo que comúnmente se conoce como un ingrato o como un malagradecido".
“¿Cómo actúa esta persona malagradecida? Le falta aprecio, no sabe apreciar, no expresan gratitud, no, por las cosas que otros hacen por ellos, ya sean pequeñas o grandes. Así también son muy pocos realistas, esperan constantemente más de los demás sin reconocer ni valorar lo que ya recibieron. Por ejemplo, tu vecino a su vez es tu vecino, es desagradecido y sí acepta las galletas de chocolate que horneaste y se lleva sin siquiera decir gracias", expresó el religioso.
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En otro momento, monseñor Valenzuela dijo que “ese es el malagradecido”. Veamos nosotros algunas figuras dentro de la Sagrada Escritura en la Biblia, algunos ejemplos de personajes que fueron desagradecidos. Así tenemos, por ejemplo, en el Antiguo Testamento, en el Génesis, a Caín".
“Después de que Dios no aceptó la ofrenda de Caín y sí la de Abel, Caín mostró ingratitud y celos y en lugar de responder positivamente la reprensión de Dios, sin embargo, se llenó de ira y le mató a su hermano. Ingratitud, malagradecido. Adán y Eva en el Génesis, en el Jardín del Edén, tenían todo lo que necesitaban, pero desobedecieron a Dios, desobedecieron la instrucción de Dios al creer en la mentira de la serpiente”, sostuvo.
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“Su acto de ingratitud fue el primer pecado. El pueblo de Israel en el desierto fue malagradecido con Dios. Después de ser liberados milagrosamente de la esclavitud de Egipto, los israelitas caminaron por el desierto rumbo a la tierra prometida. A pesar de las constantes provisiones que Dios les daba, el maná de cada día y el agua para beber en el desierto, el pueblo se quejó y se mostró ingrato. Olvidaron rápidamente los beneficios recibidos y murmuraron contra Moisés y contra Dios, añorando la vida que tenían en Egipto. Preferían la cebolla, el ajo de Egipto, antes que la libertad y las promesas de aquella tierra”, subrayó el obispo de Caacupé.
Seguidamente, monseñor dijo: “El rey Saúl fue el primer rey de Israel, pero con una serie de mandatos claros. Dios le puso unos mandatos a cumplir. Saúl desobedeció reiteradamente las órdenes de Dios, actuando con arrogancia, con desprecio hacia la guía divina que Dios le había indicado. Su falta de gratitud por su posición como rey y la bendición de Dios se manifestó en él como una rebelión. Prefirió escuchar a una hechicera antes que escuchar nuevamente el mandato de Dios. Fue al combate y allí perdió la vida”.

“Vivimos pendientes siempre de lo que nos falta”
En otro pasaje de su homilía, Valenzuela dijo que con frecuencia tenemos mejor memoria para nuestras necesidades. “Siempre digo hay falta que lleve, y falta que lleve tal cosa, y falta que lleve para nosotros mismos. Vivimos pendientes siempre de lo que nos falta y no nos fijamos en lo que tenemos. Y tal vez por eso apreciamos menos y nos quedamos cortos con la gratitud. Por eso no agradecemos o pensamos tal vez que no es debido a nosotros mismos y nos olvidamos”, señaló.
“Así como comenta San Agustín a de este evangelio, de esta carta de Pablo. Lo nuestro no es nada a no ser el pecado que poseemos. Pues ¿por qué tienes aquello que hayas recibido? Toda nuestra vida es una continua acción de gracias. Toda nuestra vida es continuamente eso. Cada paso que damos, si tenemos la nobleza en el corazón, cada paso que damos es para darle gracias a Dios y es para transmitirle al otro. Una mirada buena, sincera, auténtica, cargado de afecto, de cariño", significó.
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“El otro espera y eso es lo que tenemos que darle. El samaritano a través de esta terrible enfermedad de la lepra conoció a Jesús y por ser agradecido se ganó la amistad de Jesús. Ganó su amistad y sobre todo el incomparable don de la fe. Le dijo levántate tu fe te ha salvado. Dice tu fe te ha salvado. Los nueve leprosos desagradecidos se quedaron sin la mejor parte que les había reservado el Señor.
“Por lo tanto no tenemos que ser ingratos nosotros, no queridos hermanos. Sin duda es mucho lo que debemos a muchas personas. Pero ¿a quién agradecer el amanecer de cada mañana? ¿A quién tenemos que agradecer? ¿O la respiración que tengo para que tú vivas? ¿A quién dar gracias por el ser, ese bienestar interior, la alegría de vivir? Al creyente no le basta dirigir su acción de gracia diciendo gracias a la vida", expresó Valenzuela.
“Es abstracto. ¿Dónde está? Tu ser te está exigiendo, te pide que sea elevada al Creador, al Padre que es fuente y origen de todo bien. El Padre es el que nos pide. Al Padre le gusta ser agradecido. Jesús no les enseñaba en sus oraciones. Decía él te doy gracias Padre porque estas cosas has escondido a los sabios y entendidos y le has hecho saber conocer a la gente sencilla y humilde. Y agradecer algo, peña de llana. Tenemos que ser agradecidos nosotros queridos hermanos. Al creyente que no le hace, que no le nace nunca de adentro la alabanza y el agradecimiento a Dios, le falta algo esencial".
Su fe necesita descubrir que la primera actitud ante la bondad y la grandeza de Dios se encierra en una sencilla palabra, gracias. Pero así también pensemos nosotros. El ingrato no le va a nacer de adentro.
“El que roba, ¿a quién le va a agradecer?”
En otro momento de su homilía, monseñor Valenzuela dijo que “el que roba, ¿a quién le va a agradecer? El que mata, ¿a quién le va a agradecer?“. ”El que piensa y manda matar, no le va a decir gracias por tu trabajo al otro. Y al que viene después de haber cometido el crimen, le dice jefe hemos cumplido, aquí tienes tu paga", indicó
“No le va a decir gracias jefe, porque su conciencia no le permite, no puede agradecer de ninguna manera. Porque hay algo negro, oscuro, perverso en su interior. Cuando una persona no agradece, vamos a descubrir su ingratitud y lo que hay dentro de ella, de esa persona. Entonces para conocerle quién está a nuestro lado, las gracias. Por eso es importante para nosotros agradecer, agradecer las cosas buenas. Lo mismo que a los niños también”, manifestó el obispo de Caacupé.
“Cuando reciben un regalo, ellos quedan admirados por el regalo. Y qué lindo los padres cuando les dice, ¿qué se dice? ¿qué se dice? Le mira a la persona que le hizo el regalo y le dice gracias, gracias. Y comienza el proceso su crecimiento para ir agradeciendo a lo largo de la vida", remarcó.
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“Una vez queridos hermanos, se escuchó a una persona anciana muy sabia, muy buena, sencilla, pero cargada de sabiduría, de piedad. Y decía ella, la gratitud es una planta que crece sólo en la tierra de almas nobles, dice en la tierra de almas nobles. La nobleza del alma, esa gracia de Dios en el alma nos impulsa a decir gracias a la gratitud. Es la flor de un alma noble el decir gracias, gracias. Y esto es algo hermoso. Qué gusto da escuchar cuando una persona agradece”, subrayó.
“Y qué lindo es cuando ya los niños te dicen gracias, gracias. Hermanos, Dios es como un juguete roto sólo para quienes no saben disfrutar de un regalo con gratitud. Por lo tanto, sé siempre agradecido y agradece siempre. Y recordemos lo que decía el proverbio, el que paga mal un bien recibido, el mal no se apartará de su casa. El que hace el mal llevará consigo siempre y sobre todo en su casa. Y en esa casa el mal se queda y desde allí va a ir destruyendo poco a poco su persona, su familia, su esposa, su esposo, sus hijos, los vecinos. Se irán y así todo. Le irá mal en el trabajo, le irá mal en el negocio, le irá mal en todo y quedará en una profunda soledad. Y eso es lo que le espera”, enfatizó monseñor.
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Finalmente, el obispo Valenzuela, afirmó: “Por eso siempre tenemos que ser agradecido y deseando bien al prójimo. El que paga mal por un bien recibido, el mal no se apartará de su casa. Por lo tanto, queridos hermanos, seamos siempre agradecidos, porque eso nos enseña el Señor. ¿Acaso no te quedaste curado? ¿Acaso no recibiste el bien? ¿Acaso no recuperaste a tu familia? ¿Acaso? Tantas cosas nos pregunta el Señor. Y Él responde seamos siempre agradecidos. Que así sea".
