Amor en tiempos de inteligencia artificial: ¿pueden las apps de citas predecir compatibilidad real?

Apps de citas.
Apps de citas.Shutterstock

Las aplicaciones de citas han evolucionado de simples “swipes” a complejos algoritmos que analizan comportamientos y afinidades. Sin embargo, a pesar de su tecnología avanzada, la química humana y la naturaleza del amor siguen siendo ineludibles y, en muchos aspectos, impredecibles.

La promesa es seductora: entre millones de perfiles, un algoritmo elige por vos a las personas con más probabilidades de convertirse en tu pareja ideal. Ya no se trata solo de deslizar a la derecha o a la izquierda, sino de modelos de inteligencia artificial que analizan likes, tiempos de respuesta, patrones de conversación y hasta tu estilo de escritura para “predecir” quién te gustará… y quién podría gustarte para siempre.

Apps de citas.
Apps de citas.

Pero, ¿hasta qué punto la IA puede anticipar la química humana? ¿Y dónde termina la estadística y empieza el mito del “match perfecto”?

Del swipe al “algoritmo del amor”

Las apps de citas se han convertido en una de las principales vías para conocer pareja. Según el Pew Research Center, en Estados Unidos más de un tercio de las parejas heterosexuales que se formaron en la última década se conocieron en línea.

En América Latina, el uso también crece año a año, impulsado por la masificación de los smartphones y la normalización social de estas plataformas.

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En sus inicios, servicios como Tinder o Badoo se limitaban a mostrar perfiles cercanos según criterios básicos: ubicación, edad, género e intereses declarados. Con el tiempo, el modelo se sofisticó.

Apps de citas.
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Hinge asegura usar aprendizaje automático para mostrar primero a quienes tienen más probabilidades de gustarte. Bumble incorpora señales de comportamiento para priorizar a usuarios más activos y “respetuosos”.

El salto reciente viene con la incorporación de inteligencia artificial generativa y modelos predictivos avanzados. Algunas plataformas experimentan con:

  • Análisis de patrones de conversación para medir “fluidez” y probabilidad de continuidad.
  • Recomendaciones de perfiles en función de “parecidos” con personas a las que ya diste like.
  • Detección automática de comportamientos tóxicos o acosadores.
  • Sugerencias de mensajes de apertura optimizados para aumentar la tasa de respuesta.

La promesa se resume en una idea: usar datos y algoritmos para reducir el ruido y aumentar las posibilidades de un encuentro significativo.

Lo que la IA sí puede predecir (con cierta precisión)

A pesar del aura casi mística que rodea a estos algoritmos, lo que mejor saben hacer es, en realidad, bastante concreto.

Apps de citas.
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1. Predicción de atracción inicial. “Las apps no predicen amor, predicen probabilidad de interacción”, resume la psicóloga social Marina López, especialista en vínculos digitales. Los modelos pueden estimar con gran precisión:

  • La probabilidad de que des like a un perfil, en función de tu historial.
  • La probabilidad de que un match se convierta en conversación.
  • La probabilidad de que la conversación supere los primeros mensajes.

Se trata, en esencia, de comportamiento observable: qué hacés en la app, con qué frecuencia entrás, a quién te acercás, a quién ignorás. Son patrones que la IA puede aprender y replicar con eficacia.

2. Ajuste basado en similitudes y afinidades. Muchas plataformas usan algoritmos similares a los de Netflix o Spotify: si te gustan ciertos “tipos” de personas, tienden a mostrarte más perfiles con rasgos en común (edad, profesión, educación, aficiones, estilo de fotos).

Apps de citas.
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Este enfoque se apoya en décadas de estudios en psicología social: las parejas tienden a formarse entre personas que comparten valores, nivel educativo, estilo de vida y, en menor medida, gustos específicos.

La IA puede detectar estas coincidencias más rápido que cualquier humano revisando perfiles uno por uno.

3. Probabilidad de “buen uso” de la app. Algunos modelos también predicen quién es más probable que responda mensajes, que no desaparezca tras el primer intercambio, o que no incurra en conductas abusivas.

Estas predicciones no hablan de compatibilidad amorosa, pero sí mejoran la experiencia al reducir el riesgo de interacciones desagradables.

Lo que la IA no puede medir (y es central en una relación)

Donde los algoritmos muestran sus límites es precisamente en aquello que suele definir el éxito o fracaso de una relación a largo plazo.

La química cara a cara. “Podés tener un match perfecto sobre el papel y cero química en persona”, apunta López. El tono de voz, los gestos, el humor compartido en tiempo real, la forma de estar en silencio: son matices imposibles de capturar con precisión a partir de fotos y textos.

Aunque algunos proyectos experimentan con análisis de videollamadas para evaluar lenguaje corporal o expresiones faciales, estamos lejos de una herramienta fiable, y más aún de algo éticamente aceptable a gran escala.

El momento vital. Un factor decisivo en muchas parejas no es quiénes son, sino en qué momento se encuentran. Alguien que busca una relación estable puede ser “altamente compatible” con otra persona, pero si esta está en una etapa de exploración o cambio personal, la predicción fracasa.

Los algoritmos suelen tratar preferencias como etiquetas estáticas (“busco algo serio”, “algo casual”), pero en la práctica son fluidas y cambiantes. Difícilmente la IA pueda anticipar una crisis personal, un cambio de ciudad o el efecto de un duelo o un despido en los proyectos afectivos.

La capacidad de construir y reparar. La compatibilidad inicial no garantiza la durabilidad. La investigación en relaciones de pareja destaca habilidades como:

  • la comunicación asertiva,
  • el manejo del conflicto,
  • la flexibilidad ante cambios,
  • la disposición a negociar y ceder.

Estas capacidades rara vez se reflejan en un perfil o en los primeros intercambios de chat. Y, sin embargo, suelen ser más determinantes que las afinidades de gustos o hobbies que los algoritmos sí priorizan.

¿Compatibilidad… o burbuja algorítmica?

Otro debate creciente es si la “compatibilidad” que ofrecen las apps no es, en realidad, una burbuja afinada de preferencias que podría limitar las oportunidades de encuentro.

Las plataformas tienden a reforzar patrones: si siempre das like a personas de cierto tipo físico, profesión o estrato social, la IA te mostrará más de lo mismo. Lo que podría interpretarse como compatibilidad algorítmica es, en parte, confirmación de sesgos previos.

Esto abre interrogantes:

  • ¿La IA está ayudando a encontrar el amor o solo a repetir patrones?
  • ¿Qué ocurre con los perfiles que no encajan en los cánones más demandados?
  • ¿Cómo influyen los sesgos de género, raza, edad o cuerpo en los modelos de recomendación?

Organizaciones de derechos digitales han advertido que la opacidad de estos algoritmos puede reforzar discriminaciones invisibles. Algunas apps han empezado a publicar guías de uso responsable de IA, pero pocas ofrecen transparencia real sobre cómo ponderan variables de atracción, visibilidad y selección.

Entre el marketing y la ciencia: ¿qué dicen los datos?

Diversas plataformas han lanzado campañas afirmando que sus usuarios tienen más probabilidades de encontrar “relaciones duraderas” gracias a sus algoritmos. Sin embargo, la evidencia independiente es limitada.

  • Estudios longitudinales sobre parejas que se conocieron en línea indican que su estabilidad no difiere significativamente de las que se conocieron por vías tradicionales.
  • Un metaanálisis de investigaciones sobre compatibilidad algorítmica sugiere que, si bien los filtros y coincidencias básicas ayudan a formar parejas, no hay pruebas contundentes de que predigan mejor la satisfacción a largo plazo que, por ejemplo, presentaciones hechas por amigos.

“Lo que sí parece claro es que las apps amplían el mercado de posibles parejas”, explica un sociólogo especializado en tecnología y vínculos. “La IA mejora la eficiencia para encontrar a alguien con quien iniciar algo. Lo que pasa después sigue dependiendo, sobre todo, de las personas”.

La tentación del determinismo tecnológico

Tras años de “swipes” fallidos, la idea de que un sistema pueda optimizar el proceso es comprensiblemente atractiva. Pero los especialistas alertan sobre el riesgo psicológico de delegar demasiado en el algoritmo.

Algunos usuarios empiezan a ver los “matches” casi como diagnósticos: si la app no muestra a alguien, es porque “no es para vos”; si no hay respuesta a los mensajes, es que “no sos lo bastante compatible”. Esta lógica puede reforzar inseguridades y desviar la atención de un hecho básico: detrás de cada perfil hay una persona con sus propias dudas, contradicciones y azar.

“Confiar en la IA como una herramienta que te ayuda a filtrar opciones tiene sentido”, dice López. “Creer que te va a decir con quién vas a ser feliz durante años es otra historia”.

Entonces, ¿puede la IA predecir compatibilidad real?

La respuesta, hoy, es matizada:

  • Sí puede:
  • Pero no puede:

Más que oráculos del amor, las apps con IA funcionan como sofisticados filtros y aceleradores de encuentros. Pueden acercar a dos personas que, de otro modo, jamás se habrían cruzado. El resto sigue siendo territorio de la vulnerabilidad humana, la conversación honesta, el ensayo y error, y, en no pocos casos, del azar.

En tiempos de inteligencia artificial, el amor continúa siendo, en buena parte, una decisión y un misterio que se resiste —al menos por ahora— a ser reducido a un modelo matemático.