ballenas

Orca
La bióloga de la Cornell University de Nueva York sumerge un hidrófono cubierto de titanio y atado a una boya, en medio del imponente océano coronado por témpanos de hielo, en el archipiélago de las Islas Shetland del Sur.
El chimpancé Bubbles, el favorito de Michael Jackson.
Imagen ilustrativa. Turistas observando a una ballena, durante un avistamiento de ballenas.
En las tardes despejadas de invierno y primavera resulta imposible pasear por las calles de Puerto Madryn sin escuchar en algún momento el rumor de las ballenas: la fuerza de sus aletas golpeando el agua, la apertura de sus espiráculos -agujeros en la parte superior de la cabeza- al respirar, el canto inconfundible de una madre llamando a su cría.
Las ballenas cruzan por el sector para tener sus crías y luego regresan a Alaska.
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El cadáver de una ballena que murio varada en una playa en King Island, en la costa norte de Tasmania.
Con la inauguración de un mirador temático en forma de cola de ballena sobre la costa atlántica, Uruguay lanzó una nueva temporada de avistamiento de este cetáceo en el departamento (provincia) de Rocha, en el sureste del país.
Una ballena jorobada sale del agua para respirar en la bahía de Samaná, en República Dominicana, donde acuden los cetáceos a aparearse y procrear entre el 15 de enero y el 31 de marzo.
La planta de procesamiento de Wada, una pequeña localidad de 4.000 habitantes al este del archipiélago, que desde 1949 captura estos cetáceos y procesa la carne para el consumo nacional. La captura de ballenas es una industria que mantienen viva en Japón pequeñas comunidades pesqueras como Wada, en un país que consume poca carne de cetáceo y permite desde 2019 su caza con fines comerciales.