En el 50º aniversario del descubrimiento de los bronces de Riace (1972), uno de los momentos más emocionantes de la historia de la arqueología, Julián Sorel se siente nostálgico y constata la frivolidad de ciertos reflejos del antiguo ideal antropológico griego en el cine reciente.
El año en el que estalló la Primera Guerra Mundial, Giorgio de Chirico pintó a su amigo el poeta Guillaume Apollinaire: es el «Retrato premonitorio de Guillaume Apollinaire», título que no tardó en verse siniestramente justificado.
“La Ilíada”, de Homero, es una obra que ha cruzado el tiempo para instalarse en todas las antologías de las letras. Este clásico de la literatura mundial llega hoy a los lectores de nuestro diario.
Aunque la estética en el sentido contemporáneo, es decir, no como un tema –la reflexión filosófica sobre el arte y la belleza se remonta en Occidente a la Antigüedad– sino como una disciplina autónoma dentro del quehacer filosófico, es de aparición tardía (se suele datar con Baumgarten, ya en 1742, cuando dicta sus lecciones de estética, ya en 1750, cuando publica su Aesthetica), yo diría que su existencia, de una manera tácita y larvada, es tan antigua al menos como las cavernas pintadas del Paleolítico superior.