25 de diciembre de 2025

Marcos Antonio Gamarra vivió ayer uno de los momentos más felices de su vida: firmó un contrato como futbolista con el club de sus amores, el Sportivo Luqueño, del cual fue barrabrava. Un sacrificado deportista que trabajó de vendedor ambulante, guarda, albañil y mecánico, hasta que la mágica pelota le cambió por completo.