29 de marzo de 2024
Una de las muestras más claras de la distinción entre paraguayos de primera y de segunda es la que existe entre los “servidores públicos” y quienes se ganan el pan trabajando, es decir, quienes los sustentan con el pago de sus impuestos. Entre otras cosas, los envidiables funcionarios gozan de unos costosos seguros médicos privados, también a expensas de los contribuyentes; en cambio, la población está expuesta a las vicisitudes económicas y, en su gran mayoría, ni siquiera está asegurada en el desastroso IPS: debe resignarse a acudir a centros sanitarios públicos aún peores, corriendo el serio riesgo de no hallar remedios, ni camas ni especialistas, pero sí a veces el maltrato por acción u omisión del personal de blanco.