Humo sagrado: la fascinante aldea del incienso en Vietnam

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Más de 300 familias de la aldea de Quang Phu Cau producen incienso, que se vende en todo Vietnam y a otros países asiáticos.
Más de 300 familias de la aldea de Quang Phu Cau producen incienso, que se vende en todo Vietnam y a otros países asiáticos.Chris Humphrey

El negocio de las varillas de incienso está en auge, no solo en templos asiáticos, sino también en la mayoría de los estudios de yoga, desde Buenos Aires a Berlín.

A menudo se trata de varas de incienso fabricadas en serie, pero en Vietnam una aldea entera se dedica a su producción manual en el marco de un espectáculo embriagantemente bello.

En el arco de entrada a la aldea Quang Phu Cau huele seductoramente. El viento arrastra una pequeña brizna de humo en espiral por el aire. La nota es dulce y ligeramente resinosa.

Esta varita de incienso es apenas un pequeño anticipo para los visitantes de lo que les espera: un mar luminoso en todos los tonos de rojo se abre ante ellos, con un ramillete tras otro de varillas de sahumerios en tonos que van del borgoña al rubí, del castaño al rosa.

El lugar, al sur de la capital vietnamita, Hanói, también es llamado “Incense Village” (pueblo del incienso), un nombre que lo dice todo.

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Es un espectáculo realmente impresionante cuando decenas de miles de varillas coloridas son colocadas a la mañana bajo el sol del trópico para su secado.

“Todos en nuestro pueblo hacen varillas de incienso”

“Todos en nuestro pueblo hacen varillas de incienso”, dice Nguyen Dinh Vinh con orgullo, mirando la casi hipnotizante colección de ramos frente al centro de visitantes. Dinh Vinh tiene 65 años y décadas de experiencia porque ya de niño ayudaba en la producción.

Este trabajo manual tiene más de cien años de tradición en Quang Phu Cau y actualmente se producen 50 toneladas al mes.

“La producción demanda varios pasos”, explica Dinh Vinh. “Primero debemos ir a la selva a recolectar bambús. Luego los traemos al taller y tallamos las varillas”. Esto se realizaba de forma manual antes, pero hoy se lleva a cabo con máquinas que ayudan a cortar el bambú.

Finalmente, las varillas se sumergen en una colorida pasta aromática y se ponen a secar durante varios días.

Nguyen Thi Vinh (71) clasifica las varas de bambú y retira todo lo que esté débil o roto y no sea apto para el posterior procesamiento de las varillas de incienso.
Nguyen Thi Vinh (71) clasifica las varas de bambú y retira todo lo que esté débil o roto y no sea apto para el posterior procesamiento de las varillas de incienso.

La tradición del incienso, casi tan antigua como la humanidad

El humo aromático es casi tan antiguo como la humanidad, porque se estima que ya en la Edad de Piedra se arrojaban hierbas al fuego.

Los tres Reyes Magos llevaron incienso al pesebre de Jesús porque, dice la Biblia, “el aceite fragante y el incienso alegran el corazón”. Miles de años antes, el incienso se mencionaba en los Vedas, la colección de textos más antiguos de la India.

El incienso y las varillas de incienso se utilizan en especial en las prácticas espirituales o chamánicas y en ceremonias religiosas.

Cumplen además un papel central en el hinduismo y el budismo. Casi no existen altares caseros, santuarios o templos de la India hasta Tailandia donde donde el humo aromático no se eleve incesantemente hacia el cielo.

El ritual forma parte natural de la vida cotidiana, como tributo a los antepasados u ofrenda a los dioses, pero también para entrar en contacto con ellos.

Las varillas de incienso forman también parte habitual de las sesiones de yoga y meditación, como también de la aromaterapia, no solo en Asia sino en numerosas ciudades del mundo.

Las fragancias y especias que contienen proporcionan un ambiente agradable y relajante. Se dice que el humo sagrado tiene un efecto purificador y ahuyenta las energías negativas, aporta claridad y aumenta la concentración.

Además de las varillas de incienso, también hay conos y espirales de incienso, aunque la forma en varita es la más solicitada.

Los clientes tienen muchas variedades para elegir porque la paleta de aromas abarca desde flores como el loto, la rosa, la plumeria y el jazmín hasta la vainilla y el ylang-ylang, pasando por el sándalo y la salvia blanca.

Incienso: Un mercado en crecimiento

Un fabricante de incienso transporta manojos de varitas recién teñidas en Quang Phu Cau. El incienso está experimentando un auge mundial, no solo en los templos asiáticos, sino también en los estudios de yoga, de Buenos Aires a Berlín. A menudo se producen en masa. Pero en Vietnam, un pueblo entero se dedica a la fabricación artesanal.
Un fabricante de incienso transporta manojos de varitas recién teñidas en Quang Phu Cau. El incienso está experimentando un auge mundial, no solo en los templos asiáticos, sino también en los estudios de yoga, de Buenos Aires a Berlín. A menudo se producen en masa. Pero en Vietnam, un pueblo entero se dedica a la fabricación artesanal.

La demanda mundial de incienso es tan grande que la compañía india Global Market Estimates prevé una tasa media de crecimiento anual de 11,8 por ciento hasta 2028.

“El mercado es muy competitivo y hay numerosos actores, desde grandes multinacionales a pequeños productores”, señala un informe reciente. El negocio en la región Asia-Pacífico, de acuerdo a los pronósticos, es el que tendrá mayor auge. India y Japón son los mayores productores del mundo, pero Tailandia y Vietnam también juegan un papel importante en ese mercado.

Sin embargo, la calidad varía mucho. La oferta incluye desde productos fabricados en serie con aditivos sintéticos potencialmente nocivos hasta productos artesanales con fragancias mayoritariamente naturales. Entre tanto, ya hay incluso varillas de calidad orgánica certificada.

Las 300 familias que viven en Quang Phu Cau fabrican varillas de incienso a mano durante todo el año. Se venden en el propio Vietnam, pero también a India y Nepal.

Los aromas del humo se adaptan a las preferencias de las distintas regiones. La aldea trabaja con cedro, pachulí, romero y canela, entre otros.

El negocio tiene su pico más alto antes del Festival del Tet, la fiesta de Año Nuevo del calendario lunar que se celebra en enero o febrero. Millones de vietnamitas acuden para esas fechas a los templos y encienden varillas de incienso rojas para pedir suerte y prosperidad en el nuevo año.

“Este trabajo significa mucho para nosotros”, dice Nguyen Thi Vinh, que con 71 años sigue colaborando con la producción. “Gracias a este trabajo artesanal, muchas personas conocen ahora nuestro pueblo, así que esperamos poder preservarlo para las generaciones futuras”, dice.

Cada día llegan hasta unos 500 visitantes, y cada uno paga casi dos euros (2,17 dólares) por la entrada. Los trabajadores ganan entre cinco y ocho millones de dongs vietnamitas (195 a 310 euros, o 211 a 336 dólares), un salario promedio en el país del Mekong.

Cientos de manojos de incienso se ponen a secar delante del centro de visitantes en Quang Phu Cau. El incienso está experimentando un auge mundial, no solo en los templos asiáticos, sino también en los estudios de yoga, de Buenos Aires a Berlín. A menudo se producen en masa. Pero en Vietnam, un pueblo entero se dedica a la fabricación artesanal.
Cientos de manojos de incienso se ponen a secar delante del centro de visitantes en Quang Phu Cau. El incienso está experimentando un auge mundial, no solo en los templos asiáticos, sino también en los estudios de yoga, de Buenos Aires a Berlín. A menudo se producen en masa. Pero en Vietnam, un pueblo entero se dedica a la fabricación artesanal.

Pero esta tarea significa mucho más que solamente dinero, sostiene Phan Thi Thu Hang, de 34 años, mientras arma un ramo de miles de varillas de incienso de color rojo rubí.

“Para nosotros, esto tiene sobre todo un significado espiritual”, afirma. La mujer asegura que se trata de preservar una importante tradición ancestral para la posteridad.