Nos habíamos cruzado en varias ocasiones: alguna obra de teatro, en las instalaciones de El Estudio (Centro de Investigación y Divulgación Teatral) y en algún que otro evento cultural. Sin embargo, tras cruzar unas primeras palabras, le pido alguna tarjeta, para pactar una entrevista. Mochila de por medio, saca un lápiz (de papel), y me lo pasa. "Gracias, tengo bolígrafo", pensaba yo. Pero no, esa era su primera carta de presentación. En el lápiz estaba impresa su mejor identificación: "http://www.lapizdepapel.com/".
"Vos viniste malísimo con la pregunta: 'Me das tu tarjeta?' Era
¡uhh!", confesará después, entre risas, Juan Rolón (30), el joven dramaturgo que lejos de poses, pretensiones y vanidad le dedica su vida al arte desde hace unos tres años.
El "Lápiz de Papel" que propone Juan es la ventana a su mundo, en donde expone sus palabras, sus verdades y silencios. En el blog se puede acceder a un puñado de textos que forman parte de su universo. "¿Qué lo que es?", dirá por ejemplo en una selección de citas donde también se revela: "Quiero contarle a alguien que no quiero hablar con nadie".
El "Lápiz de Papel", como forma de expresión y carta de presentación, es un concepto que decidió esbozar para su misma vida: "Si mi blog se llama 'Lápiz de Papel', cómo no voy a tener un lápiz de papel. Y esas cosas surgen por sí solas", señala, mientras accede a charlar de sus pasiones.
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"Yo soy informático. Hay que partir de eso. Y tengo mis anotaciones, pero en la mayor parte del tiempo estoy escribiendo con la computadora. Y estando todavía en oficinas yo empecé a escribir cosas
Y cuando yo empecé a hacer teatro, acá, con Agustín (Núñez), él me metió a un taller que yo no sabía que era un taller, ¿verdad? Como soy informático, me llevó a enchufar cosas y eso".
Por esos tiempos, de la mano del destacado director, inició un taller de dramaturgia en la penitenciaría del Buen Pastor. Fue convocado para colaborar en la técnica: terminó redactando parte del radioteatro.
"¡Había sido que yo escribía! Porque para mí todo el mundo escribía
yo pensaba que todo el mundo escribía en su vida. Entonces ahí empecé a hacer tipo un ejercicio. Primero tiraba mails a mi gente, tipo 'La lechuza dijo
'. Después me dije: 'Bueno, vamos a tener un blog
'. Y así nació el blog, y tenía que darle un nombre, y el blog tenía que ser algo para escribir. Y me encontré con que el lápiz de papel es un paraguayismo. En Buenos Aires es genial el nombre "Lápiz de Papel". "¿Cómo se te ocurrió?" me dicen. Porque armás un papel, y el lápiz... o sea, no les entra en la cabeza que es un lápiz negro para escribir. Es un paraguayismo", comenta con disfrute del juego textual que propone.
Desde aquel acercamiento su vida cambiaría para siempre. Sus días empezarían a girar en torno a obras de teatro, textos y adaptaciones.
"A la par de que yo escribía, también estudiaba actuación. La actuación es un disparador de cosas en realidad. Porque eso es lo que ocurre con la gente. A partir de la actuación, el 2009 fue un año brutal. Yo tenía tercer año de actuación, estrenamos 'El Trueno entre las Hojas', 'Pacto de sangre'... había que hacer la adaptación, yo era el actor también; también era asistente de Agustín en clases de segundo año; la adaptación de 'La Noche...'", comenta, recordando esos primeros pasos que desembocaron en nuevos caminos tras la frontera.
"Hasta el 2009 trabajé en una oficina, como informático. Después, en el 2010, renuncie a Personal y empecé a 'vivir del aire' por un año; y ahora vivo más del aire... ¡No sé de lo que vivo!", dispara en carcajadas.
Este 2011 llegó a su vida un mar de sorpresas del que disfruta navegar. Tras tomar la decisión de partir a Buenos Aires en busca de fortalecer sus creaciones; previa selección de entre 600 postulantes, quedó elegido entre los 200 ingresantes a la carrera de Licenciatura en Actuación del Departamento de Artes Dramáticas del Instituto Universitario Nacional del Arte (IUNA).
"A mí me ocurre algo muy particular. Yo llegué a una casa en el barrio de Saavedra (Buenos Aires), donde vivió Mauri Rial (realizador paraguayo). Hicimos un cambio. Encontré un espacio, una pieza dentro de una casa, donde me encerré y me quedé ahí. No sé si se le atribuye a Buenos Aires, sino que es un espacio lejano y me siento como, no sé...". Que te encontraste contigo mismo..., apunto. "Esa onda, 'Me encontré conmigo mismo', y toda esa pelotudez", refiere con la gracia del actor que aprovecha la ocasión para matar un viejo mito y remarcar el talento y el buen nivel existente en Paraguay.
Al mismo tiempo, expresa que llega un punto en que la necesidad de explorar nuevas experiencias y crecer en la profesión es tal, que resulta inevitable cruzar la frontera y animarse a recorrer nuevos sitios, empezando de cero.
"Yo estoy con Fátima Fernández, de Nhi Mu; Andrea Quattrocchi; Nico García; y los cuatro nos fuimos en una onda 'vamos'. Porque ya está, ya presente mi obra, ya grabé esto
Hay como una cosa de que 'no hay algo que me ofrezca el mercado'. En contrapartida, ellos allá necesitan ese mercado, que tienen tan copado y les cuesta un kilo entender que esas cosas se pueden hacer. "Yo escribí una serie de televisión" (les dice) ¡Deliran!", sostiene el autor que colaboró como guionista en "La Herencia de Caín" (2008), serie de televisión emitida por Unicanal en 2010, bajo la dirección de Agustín Núñez.
-Retrocediendo muchos años, hasta llegar a tu infancia. ¿Cómo nace en vos la necesidad de escribir?
-Yo cuando era chico hacia 'revistitas'. De este tamaño (muestra una servilleta). Y doblaba... Nunca pensé en eso, ¡te estoy contando ahora! señala, expresivo. Entonces yo escribía el diario, las noticias. Y mi noticia era: "Mamá hoy va a cocinar ñoquis". ¡Nota de tapa! (Risas).
-Y le repartías a tu familia...
-No, tenia un copia nomás, no tenia Offset.
"De última, lo pegabas en la heladera", comento yo, mientras el joven aprovecha la charla para recordar episodios tal vez olvidados, pero que marcaron a priori su pasión por las palabras, acciones y conflictos. Con el lápiz, sobre un escenario, frente o tras una cámara.
Es allí cuando, tras hablar de la escritura, decidimos hurgar en esa búsqueda repentina casi tardía hacia el teatro.
-Venías de la informática, escribías desde chico, ¿cómo llegaste al teatro?
-Yo tenía un problema: que lloraba mucho. Y tenía mucha vergüenza de llorar. ¡Muchísima vergüenza!
De pronto lo interrumpe una mujer, que lo reconoce y se acerca. Él aprovecha y le cuenta de la obra de su autoría, próxima a estrenarse: "Se estrena este sábado; y se repite el domingo". Pregunta el lugar: "En el Juan de Salazar; a las cinco y a las siete". Ella promete asistir. Entonces se retira, y retoma la anécdota.
-Entonces yo lloraba. Yo me iba a ver una obra que se llamaba "Añejo". Salía a toda puta porque lloraba, ¡y no quería que nadie me vea! No entendía lo que pasaba. Después coincidió con que el sábado no podía. Cuando llegué a la oficina dije: Listo, ahora puedo meterle al teatro.
Fue así como llegó a El Estudio, instituto de Agustín Núñez al cual él define como su "primera escuela". "Y ahí, al final de año, la mano de Agustín fue gigantesca en ese sentido. Agustín es mi generador. Yo, a los seis meses de hacer teatro ya hacia asistencia de dirección. Cuando estaba en segundo año ya era asistente de Agustín. Y ya estaba trabajando... Me metí y ya entre, de una".
VOLVER A JUGAR
Por estos días su vida transcurre en la cosmopolita ciudad de Buenos Aires. Sin embargo, se hizo un tiempo para volver a Asunción a presenciar el estreno de "La ciudad sin calles", obra infantil de su autoría dirigida por Selva Fox, con las actuaciones de Nelson Viveros, Nataly Valenzuela, Manuel Portillo y Nathalie Lange. La obra un infaltable para los niños subirá a escena en el Auditorio Manuel de Falla del CCEJS (Herrera 834 c/ Tacuary), el sábado 1 y domingo 2 de abril, en funciones de 17:00 y 19:00.
"'La ciudad sin calles' es una cosa que nace al decirnos 'Vamos a actuar'. ¿Qué vamos a hacer? Vamos a hacer un infantil. Yo soy un nene. Vivo en la boludez... O sea, hagamos. Y era: 'Sí, dale, tenemos que hacer cosas'. Porque uno también quiere actuar. Y es la única forma de autopromoverse y hacer cosas. Y Naty Lange me dijo: 'Vamos a hacer una obra. Hagamos'. Y dale, hagamos. Presentamos el proyecto y salió; para eso se hizo. Y resultó que el literato se fue luego a actuar a Buenos Aires de pro
", bromea el autor que reconocerá después que su interés en la actuación nació tras descubrir el género del teatro infantil.
El universo de la obra de Rolón explora la infancia, el mundo de los juegos y aquella feliz inocencia. Es entonces cuando confiesa que los personajes tienen los nombres de sus amigos de infancia.
"La ciudad sin calles' sale así: vamos a jugar. Esto empezó con Alejandro Dolina; tiene un libro llamado el 'Crónicas del ángel gris'. Está loco ese muchacho. ¡Loco está! Y él hablaba de juegos de bolitas, que hacia un manual de cómo jugar a la bolita. ¡Y es genial! Y la idea era, justamente, como tenía eso, le sacamos la calle, a la ciudad. Armemos la calle
La calle es un pretexto y está el subtexto de volver a crear una calle como tiene que crearse".
Los próximos pasos que le esperan a su vida, que hoy por hoy emerge en aventuras creativas, incluye el lanzamiento de un libro inédito digital que promete la frescura de los textos que pueden leerse en su blog; y será publicado en los próximos meses en www.rolon.org, su sitio oficial.
"Yo creo que mi público en particular me lee en pantalla. Entonces la tipografía está pensada para que me lean en pantalla. Yo en ningún momento pienso que eso se vaya a imprimir. Lo mismo pasa con el libro. Yo creo que eso se va a leer en un iPad. Estaría bueno que se imprima; es otra cosa leer el papel impreso, pero usemos lo que tenemos, ¿verdad? Por sobre todo: elaborar contenidos. La tecnología está, pero tenemos que generar contenidos", reconoce el creador que, animado, vivaz y locuaz, no se piensa detener.
Actuación, blog, libro. Estrenos, viajes, proyectos.
Tras minutos de reflexión, el autor dispara y conversa con los personajes a los que dio vida. Pero que también existen.
"Chocho: (Es el personaje quilombero, explica Juan). Le quiero contar a Chocho que yo siempre quise ser como él y no podía; y no entendía por qué le decían que se portaba mal si él se tiraba a la piñata nomás. Entonces a Chocho hay que decirle que está súper bien lo que está haciendo.
Por otro lado está Beto, que es el "intelectualoide", el que trata de definir las cosas. Y a Beto hay que decirle que no hace falta dar tantas vueltas a la vida, si es tan simple. ¡Juguemos nomás!
Después le tenemos a Dalia. Dalia es la 'argel'. Dalia es muy pichada porque no se le da bola. En realidad ella nomás cree que no se le da bola. Ella es la hermana menor de una familia, y Dalia
boluda, son tus cuates
¡jugána!
Y Joaquina es la que aparece como la más culí. En realidad, es la que la tiene más clara con respecto a todo. Sabe muy bien administrar la relación con los otros. Con ella yo tengo un mayor feeling. Con Joaquina yo me puedo sentar a hablar. Yo sé que me va a entender".