Sobre su nombre común consignó Félix de Azara en su manuscrito:
“Mostré esta ave al referido indio don Ignacio [Ybotyti] y me dijo que era de diferente especie que las urucureas anteriores, que se llamaba Urucurea Tinty”.
En sus Apuntamientos agregó:
“Así llaman los guaraníes a este pájaro [Urucureá] y al que sigue [su Chóliba (Otus choliba)]; pero yo contraigo y aplico este nombre al presente, que es el más común y conocido de la familia en todos estos países (…) cuando uno se le acerca canta fuerte chiii chi chi chi chi”.
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Bertoni (Vocabulario) recogió como nombres de esta especie los de Urukure’á (el que comparte con el Otus choliba) y Urukure’á ñû (ñu/del campo) y Gatti (Enciclopedia) los de Urucure’á (id.), Urucure’á ca’agüí (para Bertoni el nombre Urukure’á kaá-gwih -del bosque- corresponde al Otus choliba), Urucure’añú y Urucure’amí. El nombre actual es evidentemente onomatopéyico.
Azara compró vivo al individuo que describió y lo mantuvo suelto por mucho tiempo en su cuarto. En su manuscrito apuntó que en sus viajes solo había visto “3 o 4 de estas aves junto al Cerro de Aparipy, las cuales en efecto se ocultaron en una madriguera de tatú”, tal como le había referido don Ignacio Ybotyti; indicó además que:
“Tengo esta especie por poco abundante aquí, y por la misma a quién los portugueses del Janeiro llaman Curucha, y en Buenos Aires y Montevideo (dónde abunda mucho y se oculta en las vizcacheras) Mochuelo, pero todavía no aseguro esta identidad porque he visto dichas Curuchas y Mochuelos, no los he tenido en la mano”.
Nomenclatura. Sonnini dijo que el Urucureá de Azara era la Chevêche- lapin del padre Feuillée (Journal des Observations physiques, p. 562), la misma que Buffon creyó que era su Chouette o Grande chevêche (Surnia ulula) y Azara la Chevêche o Petite chouette de Buffon (Glaucidium passerinum), pero que la descripción del abate Molina permite conocerla mejor (Stor. Nat. Chili, p. 263) y, con el nombre de Chouette de Coquimbo (Athene cunicularia), aparece en su edición de las Obras de Buffon.
Azara luego de identificar a su Urucureá con dicha Chevêche- lapin de Feullié señaló:
“También creo lo es [Urucureá legítimo] la chevêche ou petite chouette de mi autor [(Glaucidium passerinum)]; pero los españoles no le llaman lechuza, como supone. Su descripción acuerda con la mía hasta en los cantos, menos que le da siete u ocho pulgadas de longitud, y le hace buscar lugares solitarios, cuando vive en todas partes. En Francia cría cinco pollos y aquí tres. La estampa 439 es bien mala, como su escala, que le marca seis pulgadas”.
Dicha estampa iluminada de Martinet, con el nombre de la Chevêche, retrata al Glaucidium passerinum.
El Urucureá de Azara es, en efecto, el Pequén o Strix Cunicularia (Athene cunicularia) del padre Juan Ignacio Molina (1782, Sagg. Stor. Nat. Chili, p. 263).
El epíteto que identifica a esta especie corresponde a la palabra latina cunicularia/que hace cuevas, y corresponde a la siguiente aclaración del padre Molina: “Es un ave del género de la lechuza digno de atención, no por otra cosa que, por las grandes cuevas que hace en pleno campo con el fin de depositar ahí los huevos”.
Costumbres. Sobre las del individuo que compró Azara anotó:
“lo largué en mi cuarto por tener las alas cortadas, mucho tiempo estuvo en él viviendo de la carne que le daba. Como es ave amiga de las tinieblas no tuve mucha ocasión de observarla, y solo puedo decir que trepaba sobre todo, pero luego que yo me movía saltaba y corría a ocultarse tras de algún cofre. Le ponía carne cruda en un plato cada mañana que cogía, y corriendo la llevaba tras del cofre, donde la comía. Alguna vez le di la carne cocida, y no la quiso comer. Tampoco comía el cebo. Mostré esta ave al referido indio don Ignacio, y me dijo (…) que vive en los campos, ocultándose en las madrigueras de los tatús, o en los agujeros que suelen tener algunos tacurús u hormigueros (…) [y] que vive de grillos (…) No es ave esquiva, da un pequeño vuelo cuando uno se le acerca, chilla, y se para. (…) Esta ave es chillona, y suele castañear cuando se le acerca alguno, vuelve la cara atrás fácilmente, una sola vez, por la noche, la oí cantar de un modo semejante, o por el tono, que el Búho, pero con alguna armonía, aunque he dicho que es ave nocturna, jamás he notado que ande con la oscuridad absoluta, sino cuando tenía alguna luz natural o artificial, y algunas veces también andaba de día. Su marcha es ligera y con pasos muy frecuentes. Largue está ave en mi corral, y al momento fue cercada de todas las gallinas, patos y pavos, que manifestaron una admiración inexplicable. Insensiblemente la fueron rodeando de más cerca, y llegó el caso después de mucho rato de que los pavos amagaban picarle en los ojos, sin llegar a ellos con medio palmo de lo restante del cuerpo, no hacían caso de modo que los ojos eran el objeto de toda su admiración, mucho más entonces que la demasiada luz reducía la pupila casi a un solo punto, quedando todo el ojo amarillo bellísimo. El Urucurea en esta fiesta se mantenía inmóvil, como que apenas veía”.
En sus Apuntamientos agregó:
“Habita los campos limpios, no los bosques, y se oculta en las cuevas de los tatús y vizcachas. No es arisco, y cuando uno se le acerca canta fuerte chiii chi chi chi chi, dando un vuelito breve y posándose sobre algún terrón, desde donde mira con insolencia al que se le aproxima; pero otras veces, y siempre que tiene miedo, se entra en la cueva, de la cual nunca se aleja. Se suele posar de noche sobre los tejados y tapias de las casas campestres, y cantar hu huuu (…) Camina con soltura a pasos frecuentes, y es la menos nocturna de la familia; pues casi a toda hora está sobre la tierra extraída de la excavación de la cueva, donde habita con su amada, y los hijos buscan otra. Aunque alguna vez se posa en estacas y árboles tronchados, nunca en otros, y subsiste de ratoncitos, grillos y otros insectos. Alguna vez he visto que la crían en las casas con carne cruda, y he notado que no quiere comer la cocida, ni el sebo. No tiene diferencia sexual. Algunos le llaman mochuelo; pero no lo es de la especie de España. Los portugueses del Brasil le dan el nombre de curuja”.
Nido. En su manuscrito, a continuación de la anterior referencia sobre su habitación, manifestó que dicho Ybotyti le dijo que críaba cinco hijos en ella; y, en sus Apuntamientos, cuanto sigue:
“Cría tres hijos, que luego que pueden salen a tomar el sol a la puerta; y sus huevos son blancos, esferoides perfectos, con ejes de quince un medio y doce líneas”.
Caracteres. Azara en sus Apuntamientos suprimió los siguientes caracteres del Urukurea chichi:
Cola: sus plumas están gastadas en la punta y tocan frecuentemente el suelo;
Cabeza: de Mochuelo grande, pero jamás forma cuernos o plumas elevadas sobre los oídos.
Sobrecejo y entrecejo: blanco grande;
Ventanas de la nariz: son dos extremos de dos tubos oscuros, como postizos o pegados al pico, capaces y que miran para adelante;
Pico: corvo, lizo y fuerte;
Lengua: acaba en horqueta y no es aguda, ni delgada;
Dedos: anteriores, separados y fortísimos, el del medio y mayor; el dedo trasero es el más corto, todos son de color amarillo sucio y escamosos, con algunos pelos blancos largos entre las escamas. Todas las uñas son negras, agudas y fortísimas;
Tarso: cubierto de pelos color de perla, menos por detrás, que no los tiene; y,
Pierna: vestida de pluma blanca.
