¿Qué aves adquirió Azara a los Payaguá?

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Cacique Payaguá, grabado a partir de un daguerrotipo (Ca. 1862), publicado en La República del Paraguay del coronel Du Graty
Cacique Payaguá, grabado a partir de un daguerrotipo (Ca. 1862), publicado en La República del Paraguay del coronel Du Graty

Fueron 9 las especies de aves que Félix de Azara mencionó, en su manuscrito, que obtuvo de los Payaguá. A más del Ypaka’a hembra (Aramides ypecaa), del que ya se dio noticia, figuran las siguientes:

Un Chahã (Chauna torquata), que mucho trabajo le dio describirlo, debido a que “tenía tantos piojos como barbas en sus plumas”, los que como ríos salían a embestirlo;

Un Hoko’i pytã (Ixobrychus exilis), Uguekam para los Payaguá, que compró en el mes de febrero, y lo mantuvo en su cuarto por cuatro o cinco días con carne, hasta que lo mató porque se escapaba con frecuencia;

Un Mbatui mbatara (Actitis macularia), que también vivió suelto en su cuarto durante un mes, comiendo solo “lo que del maíz pisado dejaban caer otros pájaros de las jaulas”, aunque luego de ese tiempo notó que comía carne “con gusto y preferencia” y que, para ello, tomaba un pedacito de carne y daba una carrerita, la sacudía y daba otra carrerita, y la volvía a sacudir, hasta tragarla;

Un Jakavere (Gallinago paraguaiae), que también vivió en su cuarto, con carne picada;

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Un Mbutui ñu (Bartramia longicaudata), al que Azara denominó Yacaveré 3ª especie porque lo había visto correr los bañados como a los otros Yacaveré y los Payaguá no supieron decirle nada sobre su nombre y costumbres;

Un Chopí (Gnorimopsar chopi), Ñahu para los Payaguá, que Azara tuvo suelto en su cuarto durante tres días, comiendo maíz pisado y hierbas;

Un Guyra kavaju (Machetornis rixosus), que adquirió vivo de los Payaguá al mediodía de un 31 de agosto, y que por no poder describirlo en ese momento lo metió en una jaula, donde manifestó una tristeza repentina, y “al anochecer murió de pesadumbre”;

Un Kavure (Otus choliba), que le pareció joven, y al que mantuvo con carne en su cuarto por más de dos meses, tiempo en el cual vivió en paz con un Kavure’i (Glaucidium brasilianum), ni hizo guerra a un Arivaya o Chiripepe joven (Pyrrhura frontalis), ni a un Tu’i (Myiopsitta monachus) que dormía en el mismo cuarto;

Finalmente, una pareja de Havia morotĩ (Turdus leucomelas) que mantuvo en su cuarto, donde uno murió y el otro se escapó; un Che oro para (Thamnophilus doliatus) denominado por nuestro naturalista Perlero, por “las manchas como perlas que adornan su plumaje”; un Kuarahy áva (Hylocharis chrysura); un Mbyju’i ogaregua (Progne chalybea); y, un Kavure’i (Glaucidium brasilianum); a todos estos Azara los compró, y los incluyo entre los adquiridos a los Payaguá para que no queden sobrando.

Prohibición del gobernador Alós

Al poco tiempo de haber asumido Joaquín de Alós y Brú como Gobernador Intendente, en reemplazo de Melo, solicitó al Ministro de Indias que a nuestro naturalista se le permitiera viajar al interior de la Provincia para confeccionar una carta de ella y adelantar sus apuntes sobre Historia Natural. En tal ocasión afirmó Alós que Azara estaba dotado de un entendimiento nada vulgar.

Unos años después Azara entregó al Cabildo de Asunción, a solicitud de sus miembros, una copia de la Carta que había confeccionado en ese tiempo con un Memorial explicativo de ella (cuyo texto corresponde a su Geografía física y esférica, publicada posteriormente); quedaron aquellos tan satisfechos con el trabajo de nuestro naturalista que le otorgaron el título de ciudadano más distinguido de la ciudad.

A causa de esa distinción el gobernador Alós se enfureció, y mandó sustraer -secretamente- del archivo del Cabildo las constancias de ella y la copia de la Carta y Memorial referidos. La orden no tardó en descubrirse y generó un gran escándalo, lo que aumentó la ira de Alós que terminó acusando a Azara de haberlos confeccionado -Carta y Memorial- para entregárselos a los portugueses.

Lo que ocurrió después lo relató el editor de los Viajes por la América Meridional de Azara, el francés Charles Walckenaer, en estos términos:

“A estos accesos de persecución sucedió de pronto, con respecto a Azara, una baja y vil adulación, en la esperanza de confiarlo y apropiarse del fruto de sus trabajos. El gobernador de que hemos hablado, estando seguro del éxito a este efecto, había tenido la impudencia de escribir a la Corte que él había compuesto una Historia Natural de las aves y de los cuadrúpedos de su gobierno, y que la enviaría inmediatamente. Pero no pudo obtener de su verdadero autor, ni por fuerza ni por engaño, que se la entregara, y entonces hizo todo lo posible para impedir a los indios salvajes que llevaran animales a Azara, y quitarle así los medios de perfeccionar y acabar el trabajo que había emprendido”.

¿En qué grado habrá afectado el proceder de Alós al incremento de la colección de Azara? Es de suponer que no en mucho, pues todo esto ocurrió en el año 1790 cuando, conforme el citado informe de Pineda del 11 de noviembre de 1789, la colección de Azara sumaba ya 409 especies de aves.

De ese número solo el Hoko’i pytã (Ixobrychus exilis) figura en los Apuntamientos con la mención de que fue comprado a aquellos; otras 8 descripciones (realizadas inicialmente con individuos comprados a los Payaguá) aparecen rehechas o aumentadas con otros especímenes.

Entre los individuos incorporados a su colección después de 1787, que de 110 pasaron a 448 especies de aves en la versión final de sus Apuntamientos, solo 17 especímenes (excluyendo a dicho Hoko’i pytã) se citan como adquiridos de los bárbaros del Paraguay.

Esa referencia genérica, en este caso, bien podría limitarse a los Payaguá; nuestro naturalista tuvo con ellos un contacto más estrecho -habitaban en Asunción- y además algunos ejemplares se citan como proveídos por los bárbaros que viven de la pesca, o que navegan el río Paraguay, o que lo prendieron en alguna alberca o curso de agua, todo lo cual se ajusta más a ellos que a otros; y, finalmente, porque cuando Azara menciona a los indígenas reducidos se refiere a ellos como indios.

Dichas especies son: el Guyraũ estero (Agelaius ruficapillus), el Yvyra ihasya (Phytotoma rutila); el Che tu’i (Synallaxis frontalis); el Chivi chivi (Poospiza melanoleuca); el Fiofío corona dorada (Myiopagis viridicata); el Papapiri (Tachuris rubrigastra); el Chõcho (Knipolegus striaticeps); el Eichuja’i (Legatus leucophaius); el Guyra pytã (Casiornis rufa); el Kachimbo (Phleocryptes melanops); el Guyra’i ñu (Melanopareia maximiliani); el Guyra karaguataty (Synallaxis albilora); el Añumby’i (Phacellodomus sibilatrix); el Arapasu pytãmi (Sittasomus griseicapillus); el Ypeku rupakã (Piculus chrysochloros); el Crespín (Tapera naevia); y, el Hoko mini (Ixobrychus involucris).