Félix de Azara mató al individuo que describió de un fusilazo, y fue el único que tuvo entre manos; sin embargo -aclaró- había visto a esta ave muchas veces volar sola, y en una ocasión vio a seis juntas, pero -comentó- no resultaba fácil encontrarla “porque se para en los campos en tierra, y se pega a ella, y como su color no es chocante, antes se levanta que se ve”.
En sus Apuntamientos mencionó que:
“Por este nombre [Ñacundá] le conocen los guaraníes, quienes suelen llamar ñacundá a todo hombre o mujer que tiene la boca muy grande. Es la especie más numerosa”.
Bertoni (Vocabulario) y Gatti (Enciclopedia) rescataron el mismo nombre para este caprimúlgido.
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Nomenclatura
Sonnini señaló que el Ñacundá de Azara era una especie nueva. Fue Vieillot quien la identificó con la denominación de Engoulevent nacunda o Caprimulgus nacunda (actualmente Podager nacunda) en el Nouveau dictionnaire d’histoire naturelle (10, p. 240), a partir de las referencias de Azara sobre dicho Ñacundá.
El epíteto que identifica a esta especie corresponde al nombre guaraní señalado por Azara.

Costumbres y nido
Sobre las costumbres y nido de su Ñacundá nuestro naturalista consignó:
“Volando varía con frecuencia de dirección, sacudiendo despacio las alas, que son desproporcionadas a la carne que es poca; no es torpe su vuelo, ni elevado. De día está quieta si no la incomodan, y al anochecer es cuando busca su alimento. Su boca y poca fuerza del pico dan lugar a inferir que vive de insectos volátiles, y lo mismo más que otra cosa dan a entender las varias direcciones de su vuelo (…) Don Juan Francisco Agüero me dice que ordinariamente pasan estas aves el día en las plazoletas de los bosques, y que si en ellas hayan tierra limpia depositan allí sus huevos sin nido alguno, añado que los he hallado en número de uno o dos y que son rojizos con pintitas blancas, y que su tamaño es como el de Piririgua”.

Complementando esos datos anotó Azara en sus Apuntamientos:
“Nunca entra en bosques, ni se posa en árbol. Habita los campos, y aún me parece que prefiere los húmedos. Es el que más temprano o con más luz sale a pillar insectos, y los caza a bastante altura del suelo, sin posarse en los caminos, ni en otra parte; porque en empezando su cacería no la deja. Por lo común va con su amada idéntica, y a veces en familias y bandadas; de las cuales vi una de más de ciento poco antes de partir al fin del verano, porque no existe aquí en invierno. Dicen que cría dos pollos sin nido en el suelo”.
Caracteres. Describió Azara a su Ibyyau y a su Ñacundá en iguales términos, por lo que no vale la pena ocuparse de ellos.
