El vértigo de los contagios en la Copa América, una amenaza al potencial deportivo

BRASILIA. Si las lesiones eran el mayor riesgo de perder jugadores clave, el covid ha tomado la delantera. Aun sin besar la pelota, escupir o intercambiar camisetas como manda el protocolo, los jugadores se exponen al contagio en la Copa América-2021, que ya suma 53 infectados.

.Miembros del equipo técnico del seleccionado de Perú participan en el reconocimiento de la cancha del estadio Nilton Santos, en Río de Janeiro (Brasil), en vísperas del partido entre Brasil y Perú por la Copa América 2021.
.Miembros del equipo técnico del seleccionado de Perú participan en el reconocimiento de la cancha del estadio Nilton Santos, en Río de Janeiro (Brasil), en vísperas del partido entre Brasil y Perú por la Copa América 2021.Andre Coelho

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El vértigo en las pruebas obligatorias 48 horas antes de los partidos es constante, ante un virus que puede borrar de un plumazo a uno o a decenas, y transformar equipos poderosos en simples muletos. Lo repite el ‘Maestro’ Oscar Tabárez, entrenador uruguayo: en esta “versión” del fútbol, “todo está condicionado por la pandemia”.

La vacunación en las selecciones es dispar, entre los jugadores que recibieron dosis en Europa, como Neymar que se arremangó por el PSG, y los del medio local. Algunos fueron inoculados con las dosis de Sinovac, un total de 50.000 entregadas por Conmebol. Pero la mayoría no completó el proceso.

Perú, por ejemplo, debió vacunarse en Quito, ya que el inmunizante carece de autorización en el país, como también en Argentina, que solo tiene un puñado jugadores de inmunizados, al igual que Brasil.

En Chile, la mayoría está totalmente vacunada, mientras que Uruguay tiene jugadores con dos, una y ninguna dosis. En Ecuador los locales ya pusieron el brazo, en tanto buena parte de los paraguayos recibió la Sinovac, por mencionar algunos casos informados por las asociaciones.

Las diferencias son producto de la flexibilización de lo que inicialmente fue requisito de las autoridades brasileñas.

Aunque nadie es del todo inmune, algunos se exponen a mayores riesgos. Entre ellos Lionel Messi, sin inmunizante ni antecedentes de covid-19, quien se dijo preocupado al reconocer “no es fácil” mantener el virus alejado pese a los cuidados.

Los escándalos de la previa justificaron los temores. La conducta de Arturo Vidal, contagiado en Chile; una imagen de Rómulo Otero, uno de los infectados en el brote de Venezuela, posando sin máscara con fanáticos; videos del peruano Christian Cueva en una reunión social sin máscara días antes de viajar.

La Copa pone a minuciosos y negligentes en la misma bolsa, en un entorno donde el virus corre a sus anchas, con múltiples variantes.

Las reglas, so pena de multas de 15.000 a 30.000 dólares, impiden a los jugadores salir del hotel o sitios de entrenamiento y recibir visitas. Además, se recomienda no compartir mate o tereré.

Inmunizados, ¿con ventaja?

Neymar ofició de influenciador en mayo con una imagen de su vacunación en Instagram.

También el goleador uruguayo Edinson Cavani publicó un video tras ser inmunizado en su Salto natal, en el que llamó a vacunarse.

Su compañero de fórmula Luis Suárez tuvo su turno este mes, luego de contagiarse en el brote que sufrió en noviembre la Celeste, sancionada por la autoridad local.

Pero aquello que entonces fue preocupación, ¿puede convertirse en ventaja? La ciencia indica que quienes cursaron la enfermedad generan anticuerpos para repelerla. Pero eso depende de múltiples factores.

Tampoco las vacunas crean superhombres, ya que ninguna bloquea totalmente al coronavirus. “La vacuna no garantiza casi nada porque la eficacia no es individual, sino que la disminución de riesgo relativo que se calcula en la colectividad”, explica José David Urbáez, presidente de la Sociedad de Infectología del Distrito Federal brasileño.

Jugadores en tránsito, un problema

A los pocos días del inicio, el protocolo que redujo el evento regional a un espectáculo televisivo se probó insuficiente. Algo quizás anticipado por la Conmebol, que habilitó cambios ilimitados en la Copa.

Tal modificación bendijo a Venezuela, que antes del puntapié inicial reportó más de una decena de casos. Le siguieron cuatro más en Bolivia, incluido su goleador Marcelo Martins. En Colombia y Perú hubo positivos en el cuerpo técnico y asistentes.

Con la Copa en cuatro sedes (en tres hay infecciones) y algunos como Argentina y Paraguay yendo y viniendo a casa, el riesgo “es proporcional al índice de transmisión viral en el lugar”, dice Urbáez, que contrasta la situación de la Eurocopa con Brasil, “donde la tasa de transmisión comunitaria es altísima”.

Urbáez cree que “la letra muerta de un documento [protocolo] es una ficción ante la movilidad de las personas, viajando, sin un aislamiento total y con algunas conductas de indisciplina”, en un país que acumula casi 500.000 muertes. Aquí, asegura, “una prueba de PCR da muy poca protección” a los jugadores.

El día de la inauguración torneo, la Conmebol defendió su realización en una carta pública en la que calificó de “infundados” los cuestionamientos a la elección de Brasil como sede.

La decisión de realizar el certamen regional en el gigante latinoamericano “no es caprichosa ni improvisada. En Brasil están en desarrollo torneos nacionales, estaduales y locales, así como las competiciones internacionales de la Conmebol y las Eliminatorias para la Copa del Mundo”, sostuvo la Conmebol.

Urbáez coincide con su colega Mauro Sánchez, epidemiólogo de la Universidad de Brasilia, en que la única posibilidad de minimizar riesgos sería una “gran unidad de aislamiento”, al estilo NBA en Orlando. Es decir, concentrar el evento en un complejo, con testeo en el ingreso y cuarentena posterior.

Aquí no hay burbuja, dice Sánchez, sino un protocolo “con evidentes fallas”, a juzgar por los casos “proporcionalmente altos” en pocos días. Aunque medio centenar no engrosan la crítica estadística, “el riesgo es alto para los jugadores”.

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